El nacimiento del maíz

¿Alguna vez pensaste qué importante es el maíz en nuestra alimentación? A diario comes tortillas y, a lo mejor, sin darte cuenta que están hechas con maíz, como muchos otros platillos nuestros. La leyenda del nacimiento del maíz, al igual que otras que ya leíste, nos la contaron en Matlapa, San Luis Potosí.

Una señora tenía una hija preciosa. La encerró en un cajón grande y no la dejaba salir, por miedo a que alguien la enamorara, se casara con ella y tuviera hijos.

Muchos querían hablar con la muchacha. Buscaban el modo de hacerlo, pero no daban cómo engañar a la señora.

—¿Cómo le vamos a hacer? —se preguntaban muy pensativos.

—Vamos a llamar a la hormiga arriera —propuso uno de ellos—; como tiene tijeras, a lo mejor puede cortar el cajón.

Los demás estuvieron de acuerdo. Llamaron a la hormiga arriera y le dijeron de qué se trataba. Ella hizo el intento de cortar el cajón pero no pudo.

—Llamemos al pájaro carpintero. Él podría agujerear el cajón con su pico y entonces nosotros veríamos a la muchacha.

Pero el pájaro carpintero tampoco pudo contra el cajón.

Como nada les daba resultado, acordaron hacer una fiesta.

—Vamos a hacer un baile en la casa de la muchacha —dijeron.

Entonces fueron y le pidieron permiso a la mamá. Ella dijo que sí, que hicieran la fiesta en su casa. Pero a la mera hora no dejó salir para nada a su hija.

Mientras unos estaban en la fiesta distrayendo a la señora, otros fueron por el ratón.

—Quién quita que él sí logre romper el cajón.

El ratón casi les aseguró que él podría agujerear el cajón con sus dientes macizos. Y así fue. Luego que entró al cajón le dijo a la muchacha:

—Ya estás libre. Ahora dile a tu mamá que te lleve a bañar al arroyo. Cuando te estés bañando vas a oír un grito. Entonces tú alzas la cara y abres la boca, ¿eh?

—Sí —dijo la muchacha—, así lo haré.



El ratón, por su lado, fue a ver al tordo y le pidió que le hiciera un favor. El tordo escuchó muy serio lo que el ratón le explicaba.

—Mira —le dijo—, echa un grano de esto al vuelo, de modo que caiga en la boca de la muchacha. Y le dio un grano amarillo.

La joven convenció a su madre para que la llevara al arroyo. Cuando ya estaba bañándose, oyó el grito, alzó la cara y abrió la boca. El tordo aventó un grano amarillo que cayó en la mera boca abierta de la muchacha. Ésta se lo tragó entero.

Por más que quiso, la mamá no pudo sacarle aquello que el pajarito le echó en la boca a su hija.

Algún tiempo después a la muchacha bonita le empezó a cambiar el cuerpo, como a las señoras cuando van a ser mamás. Luego tuvo un hijo de puro maíz.

Puedes dibujar aquí al hijo de puro maíz, como te lo imagines.