Leyenda de lztaccíhuatlEn México hay muchas leyendas sobre el lztaccíhuatl. La que aquí vas a leer nos la platicó doña Elloy, una abuela que tiene más de 80 años y vive en Chicontepec, Veracruz. Ella nos contó que cuando llegó allí le decían que se parecía mucho a lztaccíhuatl. Cuenta la leyenda que en Postectitla, que quiere decir lugar de piedra quebradiza, vivía un matrimonio joven. Ella era muy blanca y le decían lztaccíhuatl; él prietito. Allá vivían en un cerro muy alto, y como del cerro manaba agua, la muchacha bajaba todos los días a bañarse al manantial. Lo curioso era que cada vez que se bañaba, brotaban del agua peces y camarones. La mujer los recogía y con ellos le preparaba la comida al marido. ¿De dónde sacas todo esto? le preguntó él un día. Del manantial contestó ella, muy tranquila porque estaba diciendo la verdad. El marido no le creyó, porque veía que cuando las otras muchachas iban a bañarse al pie del cerro, no pasaba nada. Y empezó el chisme en el pueblo. Un día el marido se fastidió de comer siempre lo mismo. ¿Por qué siempre me das pescado, camarones y sal? Ya tengo ganas de comer carne de pollo o de puerco, otra cosa que no sea lo de todos los días. Pues tendrás que comprarlos tú, y eso sale muy caro le contestó ella muy contrariada. Y desde entonces la mujer regalaba los pescados y mariscos a la gente del pueblo. Pero el hombre se volvió a enojar porque su mujer le estaba dando de comer a todo el pueblo. Entonces la muchacha se cansó y amenazó con irse. En ese momento, y sin anunciarse, empezó una tormenta fortísima y una nube negra bajó, envolvió a la muchacha y la llevó, la llevó bien alto hasta el cielo. Desde entonces ya no hubo nada en el cerro, ya no hubo camarones, ni pescados, ni sal, y tuvieron que comprarlo todo. El hombre empezó llore y llore, y pensó que si se hubiera aguantado comiendo camarones, su mujer todavía estaría a su lado. Pero no sólo él lloraba, sino toda la gente del lugar porque ya no se daba nada en el monte. Desde ese momento al pescado lo tuvieron que traer de Tamiahua. Puede que ella se haya ido para allá, ¿no crees?
Construye títeres con bolsas de papel o de género; y representa con ellos la leyenda que acabas de leer.
¿Cuántos peces descubres en el manantial? Repásalos con tu lápiz, después cuéntalos y escribe en el círculo cuántos son.
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