Una señora del Sur de Jalisco nos contó esta experiencia que tuvo
cuando era niña.

 

El tesoro del izote

 


Tendría yo unos doce años cuando, una noche, se me acercó un ánima:

Me acuerdo re bien, ya habíamos atrancado la puerta y estábamos acostados. De pronto desperté y me di cuenta de que yo estaba afuera, en el patio. Entonces oí una voz que me decía:

—¿Estás dormida?

Yo no podía contestar, tenía las quijadas tiesas del miedo. Vi una mujer sin cabeza, vestida de blanco, con su falda muy almidonada.

—No te asustes. Mira, debajo de este izote hay un dinero. Dile a tu tío que lo saque. Yo te traje a ti para que veas el lugar en donde está. También saqué un jarro de la cocina, como señal de que estuve aquí.

Yo seguía sin poder responder, mientras ella continuó diciendo:

—Mañana hacen ese quehacer. La mitad es para ti y la mitad para él.

No le contesté ni sí, ni no. Entonces la vi que se fue. ¡Cómo le sonaban las enaguas!

Al otro día, cuando escarbamos, encontramos el dinero pero se volvió carbón. Dicen que eso sucedió porque los muchachos se burlaban de uno, y decían que eran mentiras.