Varias niñas, unas hincadas y otras paradas, rodean a una niña que será
el centro de la flor. Le agarran la punta del vestido para que formen
los pétalos.
Otra niña da vueltas alrededor de la rueda y canta:
Ángel del oro,
florecita del vergel,
que de Francia ha venido
una niña por tu bien.
Ésta no la quiero
por fea y piojosa.
Ésta me la llevo
por linda y hermosa,
parece una rosa acabada de nacer.
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Al decir el último párrafo,
saca a la niña-pétalo que le quede más cerca y se la lleva
de la rueda. |
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