Don Porfirio en Tapalpa

Don Jesús Vargas es un hombre de años. Él nos platicó que la primera casa fincada en el pueblo de Tapalpa fue la de los Vidal, una de las principales familias del lugar. Según él, era muy bonita: tenía unos pilares de pura cantera y arcos labrados. Lo malo es que ahora nada más nos queda imaginarla, porque la modificaron, la convirtieron en escuela.

Don Jesús cuenta que en esa casa estuvo don Porfirio Díaz escondido tres meses, junto con el general Galván y el general Prieto. Esto pasó cuando los tiempos estaban como hierro caliente.

Los tres hombres andaban escondiéndose y no se les veía asomarse ni a la puerta. Estaban como leones enjaulados, se iban a la huerta, regresaban, subían, bajaban.

Pasados unos días, la esposa del señor Vidal se enojó de verlos sin hacer nada. Entonces les dijo que tomaran escobas y se pusieran a barrer los corrales, cosa que hicieron sin chistar y de buen modo.

En eso estaban, muy modositos barre y barre, cuando llegó el dueño de la casa. Al verlos, le dio un corajazo grande y llamó a su mujer. Le dijo que no los pusiera a hacer esos quehaceres y que no los molestara.

 

Llegado el momento, don Porfirio tuvo que marcharse hacia Nayarit. En esos tiempos dominaba por ese rumbo El Tigre de Álica, un hombre afamado por su valor para guerrear.

Don Porfirio tenía la intención de derrotar al Tigre, así que tomó sus precauciones. Se disfrazó de padrecito y trasformó al general Galván en su ayudante. A su paso, la gente se quitaba el sombrero creyéndolo sacerdote. Y él, muy en su juego, les repartía bendiciones.

Así, entre saludos y bendiciones, don Porfirio se metió hasta Tepic a vigilar la gente del Tigre de Álica. También fue preparando el ataque que, poco después, lanzó el general Corona y acabó por dominar al Tigre.

Ese fue el triunfo de Porfirio Díaz, aunque la guerra siguió su curso.