Cada vez que la dueña de las macetas sale, la comadre se las roba
de una por una y las va poniendo en su casa como muebles (y les
pone nombre: mesa, tocador, etcétera).
La dueña se da cuenta que le faltan macetas y pregunta:
¿Quién se está robando mis macetas?
Nadie le contesta. Pero cuando las macetas se acaban, la dueña
comenta con su comadre:
Comadre, vengo a preguntar por mis macetas. Ya pregunté
por todo el rancho y no están.
Mire, mi esposo me acaba de comprar muebles. Pase para que
los vea.
La dueña de las macetas pasa. Ella sabe que si los muebles se ríen
es que son sus macetas. Por ejemplo: con el peinador hace como que
se está peinando, y si el niño que la hace de peinador se ríe, es
una maceta. De esta manera, la dueña recupera una por una sus macetas,
según se vayan riendo.
Ya en la casa, la dueña les dice:
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