La mujer misteriosa

 

Cuenta la señora Natalia, que cuando su esposo trabajaba en el ferrocarril, una noche que platicaba con su compadre Juan, olvidó su lámpara afuera de la caseta de vigilancia.

Se acordó de ella casi a la medianoche y salió a buscarla; en los alrededores estaba oscuro, solitario y soplaba un viento frío.

El señor buscaba la lámpara cuando, de pronto, vio a una muchacha de cabello muy largo caminando frente a él; llevaba la cara cubierta, pero tenía unas piernas tan bonitas que al hombre se le olvidó que estaba en horas de trabajo y fue tras ella. Le extrañaba que una mujer anduviera sola a esa hora y quiso saber quién era, pero no lograba alcanzarla.

Habían llegado lejos del ferrocarril y la muchacha se detuvo. El señor creyó que iba a reclamarle que la estuviera siguiendo, pero no fue así. Lentamente se descubrió el rostro y volteó; el hombre esperaba ver una cara muy bella, pero en cambio, se dio cuenta que la mujer tenía cara de caballo. Se impresionó tanto que cerró los ojos y comenzó a rezar; al momento la mujer desapareció.

El señor corrió hasta llegar a la caseta. Cuando se le pasó el susto, dudó de lo que había visto y hasta llegó a pensar que era un sueño, pero al platicarlo, más de dos personas dijeron haber visto antes a esa extraña mujer.