|
Pasado un rato, el caracol volvió a mirar en dirección de la brecha y observó que el hombre y sus perros estaban muy cerca. De nuevo se volvió a la ardilla y le dijo: Ardillita, será mejor que te vayas porque el hombre ya está aquí. Deja de molestar respondió la ardilla sin hacer el menor caso, tú sólo quieres asustarme para que deje de comer este maíz que está muy bueno. |
Y no había terminado de hablar cuando llegó el hombre que, al verla, le tiró una pedrada, mientras sus perros corrían ladrando y gruñendo tras la ardilla que, como loca, buscaba un árbol dónde subirse. Pero como en esa milpa no había ninguno, tuvo que correr hasta el monte para salvarse de los perros. |
El caracol, que todo lo había visto desde el cerco, sólo dijo: Se lo advertí, pero fue muy terca. Lo tiene bien merecido y siguió su camino. |