La quema de la milpa



El tío Alejandro aún conserva el respeto y cariño ancestral de los mayas por la tierra, el viento, el Sol, la Luna y los animales. El Sol y los vientos dicen cuándo es bueno quemar la milpa.

Cuando los rayos amarillos de Kin —que así se llama el Sol en lengua maya— le tocan los hombros con más calor, tío Alejandro ya sabe que es la hora de prepararse para dar fuego a los montes que ha tumbado. Entonces espera a que el viento le susurre hacia dónde dirige sus alientos y mira al cielo para saber con qué fuerza corren los señores que surcan el espacio.


Tío Alejandro encamina sus pasos a la milpa y quema lo que ha tumbado, pero sólo eso. El Sol y los vientos ya le advirtieron que no deben quemar más vida de la que necesitará, por eso se ha fatigado con gusto haciendo la guardarraya que ha de impedir el paso del fuego a los dominios de Señor del Monte.


El Sol, por esos días de quema, se pone feliz y enseña su cara grande y colorada. Su esposa la Luna también se arrebola las mejillas. En esos días, todo es caliente

en la tierra y en el cielo, y dicen los viejos como tío Alejandro que sudan los sapos y las chachalacas, y cantan pidiendo agua.