Salió de la gruta y se fue corriendo hasta el pueblo, en donde
lo primero que hizo fue contarle al viejo Jacinto lo que pasó. El
lo escuchó atento, y después le dijo:
Lo que viste fue un alux, así como lo ves de pequeñito no
le llevas ventaja en fuerza, es muy travieso y a veces, cuando está
molesto, puede ser malo. Vamos Manuel, muéstrame dónde estaba.
La verdad es que Manuel de buena gana hubiera dicho que no, pues
todavía le duraba el susto. Pero como le daba vergüenza que Jacinto
pensara que tenía miedo, lo llevó hasta la gruta del cenote.
Al llegar buscaron por todas partes, pero no encontraron a nadie,
sólo vieron las pisadas pequeñas y redonditas de los pies
del alux.
Será mejor que nos vayamos dijo Jacinto, no sea
que esté durmiendo el alux y lo estemos molestando.
Y salieron de la gruta en la que sólo quedaron el agua y el viento.
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