Ocurrió en un ranchito llamado Balché que
los aluxes, para divertirse, espantaban al ganado a pedradas y sombrerazos
y abrían las puertas del corral para que se escapara.
Melchor así se llamaba el niño que pastoreaba a las bestias
se ponía furioso cada vez que esto pasaba, pero no tenía más remedio
que salir al monte para buscar a las vacas que su padre había puesto
bajo su cuidado.
Una vez, cansado de que los aluxes borrachos y burlones le jugaran
esta broma, Melchor salió al monte acompañado por Jacinto el H-Men.
Caminaron muchas leguas, hasta el lugar donde el monte es alto y
apenas deja pasar los rayos del Sol.
Al llegar allí Jacinto sacó de su morral una pelota de masa de
maíz nuevo, preparó zacá y se lo ofreció entre rezos a Juan Thul,
el dueño y señor del ganado. Cumplida la ceremonia Jacinto y Melchor
regresaron a Balché. |