Entonces el industrioso animal se puso a tejer su traje
con mucho esmero para que le saliera muy fino. Llevaba quince días tejiéndolo,
cuando recibió la invitación de su compadre el Tlacuache para que fuera
a la boda de su ahijada.
Como el traje estaba todavía muy atrasado, empezó a hacerle puntadas
grandes para así acabar más pronto. Ya casi para llegar a la colita, volvió
a tejer fino.
Se había tardado tanto en tejerlo, que su traje acabó todo sucio y pensó:
"¿Cómo puedo presentarme a la boda con este traje tan sucio? Pero ya no
me da tiempo de lavarlo. No tendré más remedio que ponérmelo así."
Se vistió y se fue a la boda. A medio camino empezó a llover a cántaros.
El aguacero lavó el traje, el sol lo secó y el armadillo llegó muy alegre
a la boda en lo mero bueno, cuando estaban tocando los músicos. Se puso
a bailar a medio patio, mostrando a todos su lindo traje, hecho con tanto
trabajo.
Ya cuando estaba borrachito, se encogió en su casco, se hizo bolita y
se echó a rodar por la cuesta para llegar más pronto a su casa. |