El traje del armadillo


Hace muchísimos años, el armadillo tenía una piel tan delgadita que apenas lo protegía del frío de la noche. Al primer manto de sereno que le caía en la espalda, se sentía entumecido. Para él era un sufrimiento no tener un buen traje encima, y se puso a pensar en cómo elaborar uno que le sirviera en todo tiempo, porque, como dice el refrán, "el golpe enseña al jinete".

 
 

Entonces el industrioso animal se puso a tejer su traje con mucho esmero para que le saliera muy fino. Llevaba quince días tejiéndolo, cuando recibió la invitación de su compadre el Tlacuache para que fuera a la boda de su ahijada.

Como el traje estaba todavía muy atrasado, empezó a hacerle puntadas grandes para así acabar más pronto. Ya casi para llegar a la colita, volvió a tejer fino.

Se había tardado tanto en tejerlo, que su traje acabó todo sucio y pensó: "¿Cómo puedo presentarme a la boda con este traje tan sucio? Pero ya no me da tiempo de lavarlo. No tendré más remedio que ponérmelo así."

Se vistió y se fue a la boda. A medio camino empezó a llover a cántaros. El aguacero lavó el traje, el sol lo secó y el armadillo llegó muy alegre a la boda en lo mero bueno, cuando estaban tocando los músicos. Se puso a bailar a medio patio, mostrando a todos su lindo traje, hecho con tanto trabajo.

Ya cuando estaba borrachito, se encogió en su casco, se hizo bolita y se echó a rodar por la cuesta para llegar más pronto a su casa.

 
 

Recopilador: Gabriel Marcos Gómez.
Comunidad: Santiago Textitlán, Mpio. de Sola de Vega, Oaxaca.