Don Diego tenía tres hijos. Un día los oyó discutir acerca
de lo que era la naturaleza. José, el mayor, decía que el reino más importante
de la naturaleza era el reino mineral, Alfonso que el vegetal y Tomás
que el animal. Ninguno de los tres hijos se ponía de acuerdo y, al escucharlos,
don Diego se les acercó y les dijo:
Les voy a dar dinero para que se vayan y anden durante un año.
Cuando regresen veremos cual es el reino más importante de la naturaleza.
Eso se hizo. Un día, don Diego acompañó a sus hijos hasta un lugar donde
el camino se dividía en tres. Cada uno de los hijos tomó un sendero y
se alejó. Después de un año regresarían a contar lo que les hubiera sucedido. |
José llegó a un rancho y se puso a trabajar. Su patrón
debía un dinero y le encomendó a José ir a pagarlo. En esa región había
muchos bandoleros y José tuvo que enfrentarlos. La primera noche, luego
de acostarse, de pronto oyó ladrar al Febo, un perro que había llevado
con él. Le ordenó que se callara, pero el animal siguió ladrando y José
pensó que algo sucedía. Entonces llegaron unos bandoleros a tratar de
quitarle el dinero. José traía una carabina con la que se defendió. Logró
ahuyentar a los bandidos, aunque él quedó herido. Al otro día, llegó a
un ranchito, donde una señora lo atendió con hierbas hervidas, hasta que
la herida sanó. Así se convenció de la importancia de cada reino de la
naturaleza, pues la carabina con la que se defendió pertenecía al reino
mineral, el perro al animal y las hierbas que lo sanaron al vegetal.
Respecto a Alfonso, él se perdió en la selva y anduvo en ella durante
muchos días. Cuando le dio hambre buscó y buscó, y al final halló un manzano
con frutas. Sin embargo, aún tenía sed, y siguió buscando y buscando,
hasta que se topó con un manantial de agua clara. Ya sin hambre ni sed,
con manzanas y agua, pensó en la manera de salir de la selva. No se le
ocurrió nada, hasta que un día, al llegar al manantial encontró ahí un
caballo. Se le acercó, lo acarició y se montó en él. Sobre el lomo del
animal exploró en varias direcciones. Así salió al camino real y llegó
a un rancho. Ya a salvo, se puso a pensar en la importancia de los reinos
de la naturaleza: el caballo era parte del reino animal, el manzano del
vegetal y el agua del mineral.
En cuanto a Tomás, éste llegó a una ciudad. Ese mismo día hubo un crimen,
y el que lo cometió se parecía a Tomás. Por eso lo acusaron a él. Aunque
repitió muchas veces que era inocente, de todos modos lo metieron a la
cárcel. Un día en la prisión vio una jaula colgada cerca de la ventana
de su celda. Dentro de ella había una paloma. Tomás buscó lápiz y papel
y escribió un recado. Luego sacó la paloma de la jaula, le dio el recado
y la soltó para que se fuera volando. El animalito llegó hasta la casa
del papá de Tomás. Así se enteró de lo que había sucedido a su hijo. En
el recado pedía que le llevaran herramientas. Tomás recibió unas pinzas
y una segueta, con las que logró destrozar las rejas y salir de la prisión.
Así se dio cuenta de la importancia de los reinos de la naturaleza, porque
la paloma venía del reino animal, el lápiz y el papel del vegetal y las
herramientas del mineral.
Transcurrido un año, los tres hijos regresaron a casa de Don Diego. Al
llegar, su padre los reunió y les preguntó qué opinaban de la importancia
de los reinos de la naturaleza. Todos reconocieron que se habían desengañado
y ahora estaban convencidos de que los tres reinos eran igualmente importantes.
Por lo tanto, se acabaron las discusiones. |