Cómo crees que los voy a matar! se escandalizó
la paloma.
¿Vas a permitir que se ahoguen?
Así estuvo diciéndole la ardilla, hasta que convenció a la pobre torcaza
de que matara a sus propios hijos.
Llorando, la torcaza aporreó a sus pequeños y se sentó a esperar el diluvio.
Pero pasaron los días y el diluvio no llegó.
Entonces se dio cuenta de que la ardilla la había engañado.
Por eso, hasta la fecha, se escucha el canto lastimero de la torcaza:
"Cuúc tu tusén Cuúc tu tusén": la ardilla me engañó, la ardilla me engañó.
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