y seguidito los gritos de Felipa, ¡ay! nos hacía levantar a todos.
La encontrábamos llorando, toda desgreñadita y con unos enormes
moretones en las piernas. ¿Qué será? nos preguntábamos
porque veíamos un caminito de manchas de sangre que iba desde su
hamaca hasta afuera de la casa.
Alguien te debe estar haciendo un mal, Felipa le dije.
Fuimos con un brujo, quien nos dio un frasco con agua bendita,
teníamos que regarla en el techo para que el mal se quedara allí
atrapado. La pusimos y esperamos la noche. Como a eso de las doce
oímos los rasguños,
ni movernos quisimos. Al otro día vamos encontrando a una mujer
en el techo, desgreñada y sin piernas.
Resultó que era una señora bruja que vivía en un rancho llamado
"La Victoria". Esta señora era muy mala, por las noches se convertía
en no sé qué pájaro y venía a chuparle la sangre a Felipa. Estaba
casada, pero esperaba a que el marido se durmiera para hacer sus
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