La cochina


 



n San Andrés Tuxtla vivía un señor muy macho que no dejaba que su esposa se asomara siquiera a la puerta.

—¡Aquí mando yo! —le decía— ¿Dónde está tu quehacer? ¿Aquí o en la calle?

La señora era medio bruja y se reía de las palabras de su marido porque de noche, apenas se dormía el hombre, ella salía a darse sus vueltas. Para que el marido no la descubriera se

transformaba en cochina; así podía andar caminando por todas partes, hasta que se aburría y se regresaba a su casa.

Una noche, la cochina estaba merodeando la casa de un hombre muy gruñón, que al verla se molestó muchísimo:

—¡Cochina mañosa! ¡Ora, sáquese de aquí! —le gritó. Y que agarra su machete y le rebana una nalga.

—¿Ahora cómo llego a mi casa? —se decía la cochina. Pero así tuvo que irse.

Al otro día, el marido despertó y lo primero que hizo fue tocar a su esposa:

—¿Hombre, qué te pasó, mujer?

—Nada, luego me curo —le respondió.

Ese día el marido se va encontrando al gruñón en un crucero del pueblo, porque eran muy conocidos.

—¿Qué crees? —le dijo el gruñón— ¡Que anoche dejé sin nalga a una maldita cochina, que cómo daba lata!

El hombre no esperó más, salió corriendo para su casa, a sonarle a su mujer, pero ¡uuy! jamás la volvió a encontrar.