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Allí, la mujer se quedaba dormida mientras le daba el pecho al niño.
¿Qué le pasa al niño? le preguntaba su marido. No sé, yo le doy de comer. Será que le dan cólicos. Pero nada, la señora le daba de comer y el niño seguía llorando, lo extraño es que ella siempre se dormía mientras amamantaba al niño. Un día, el marido preocupado por el llanto de su hijo, fue a espiar a la mujer. El susto que se llevó el hombre: ¡la encontró dormida bajo los amates con una serpiente mamándole la teta!, a un lado estaba el niño chupando la cola del malvado animal. El hombre tomó su machete y partió a la víbora por la mitad, al momento despertó la esposa. Tomaron a su hijo y no volvieron a buscar la sombra de los amates. |