Por allá atrás hay un potrero... Pues un día que había
norte, yo venía a caballo, cuando escuché una habladera como
de personas que estuvieran conversando, pero muy fuerte.
Me quedé quieto un rato y luego me fui cubriendo por el monte para
ver quienes estaban allí, porque en ese potrero no había ganado
ni nada, estaba solo. Pues que empiezo a oír unas carcajadas, pero
sabrosas, risas con mucho gusto. Entonces que llego a un clarito
del monte y me voy encontrando a unos chamacos con unos sombrerotes:
corrían para lo alto del cerro y luego se dejaban caer, ¡ruuu...!
gritaban, como si estuvieran en resbaladilla; cuando alguno rodaba
o daba maromas, los demás se carcajeaban de él. Me fijé bien en
ellos y vi que no eran niños, parecían chamacos pero con cara de
maldosos. Me imagino que como había norte y el día estaba muy nublado,
pues para ellos era bonito, les agradaba y habían salido a divertirse. |