El tapanco |
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daba, pero un día que me empiezan a caer piedritas. ¡Ya me agarraron! pensé y que me bajo a la carrera. Pero nada, no había nadie, entonces que cojo una de las piedras, estaba redondita y mojada, era piedra de río, ¿y ora? me pregunté, porque el río estaba lejos. Mi padre me dijo que habían sido los duendes del agua, que habían olido el dulce y querían comérselo. Ya no volví al tapanco, dejé que se comieran toda la panela, al fin que yo ya tenía dulce hasta el paladar. |