En el rancho "Los Pochotes", del municipio de Navolato en Sinaloa, ocurrió lo que ahora te vamos a contar.



Luces entre los álamos


En una pequeña casa, muy cerca de un bosque de álamos, vivían Gabriela y sus hijas Julia y Rosario.

Una noche cuando terminaban de cenar, las llamas de las velas parpadearon como si alguien soplara sobre ellas.

—Mamá, ¿qué pasa?— preguntó Julia.

—Debe ser el viento —respondió Gabriela.

De pronto se oyeron suaves golpes en la puerta al mismo tiempo que las velas se apagaron.

—Tengo miedo —dijo Rosario, la menor de
las niñas.

Después, se oyeron más golpes, pero esta
vez fueron sobre el cristal de la ventana.

Gabriela se puso de pie y a pesar de su
gran miedo miró hacia afuera, pero no
había nadie: sólo unas luciérnagas.

Preocupada por lo sucedido la noche anterior, al otro día Gabriela salió con sus hijas dispuesta a pedir posada al más cercano de sus vecinos, cuya casa se encontraba al otro lado del bosque.


 

En el camino, un grupo de luces empezó a dar vueltas alrededor de las niñas, que soltaron la mano de su mamá para correr detrás de ellas.

—¡Julia, Rosario, vuelvan acá orita mismo! —gritó Gabriela, pero las niñas no se detuvieron.

Gabriela siguió caminando por donde habían desaparecido. Al llegar al centro del bosque de álamos, escuchó voces y risas. A lo lejos, vio moverse unas luces entre los troncos de los árboles; al acercarse se sorprendió al ver a las niñas muy cerca de varios duendes, que tomados de las manos giraban alrededor del álamo más viejo.

Al darse cuenta de su presencia, los duendes dieron una palmada y desaparecieron entre chispas de luces verdes y rojas.


Días después las niñas regresaron al mismo lugar, pues por las noches se formaba una corona de luces. Se les ocurrió cavar en ese sitio y ¡qué sorpresa se llevaron al encontrar un arcón lleno de monedas de oro!