Ahora te presentamos otra mentirita.

El burro con zancos



Cuando Culiacán era un pueblo, algunos de sus habitantes se ocupaban de cortar árboles y venderlos como leña. Esta actividad no les daba dinero suficiente y pocos poseían animales de carga, por eso, tenían que llevar la madera sobre sus hombros para ofrecerla de casa en casa.

Cansado de que los leños le hicieran raspones sobre la espalda, Francisco —el más alto de los leñadores— decidió comprar un burro. Después de muchos sacrificios y recorrer varios pueblos sin encontrar un animal adecuado, el leñador compró un burro que parecía ser muy fuerte, aunque era bien chaparrito.

Desde la primera vez que Francisco montó el animal, se dio cuenta de que, aunque él llevara las piernas dobladas, sus rodillas tocaban el suelo.


Varios días el leñador estuvo piense y piense en alguna solución a este problema; finalmente tuvo una gran idea: iría hasta el río para cortar un sauce, con el tronco fabricaría cuatro zancos para su burro y así podría montarlo sin ningún problema.

Una vez que Francisco colocó los zancos en las patas del animal, salió a pasear por la plaza del pueblo y ésa fue la primera vez que se oyó el clop, clop que el burro producía al caminar. Poco a poco todos se acostumbraron al sonido de los zancos y al cabo de algún tiempo sólo a los visitantes le llamaba la atención.

El galope del burro se oía desde la madrugada hasta el atardecer, del pueblo al bosque y de allí a las calles de los poblados vecinos; de pronto el ruido cesó y nadie pudo encontrar al burro de Francisco.

Pasó mucho tiempo sin que se encontraran rastros del animal. Francisco casi había olvidado que tuvo un burro con zancos cuando una tarde se dirigió al río para calmar su sed.

Al llegar allí se sorprendió porque había varios sauces nuevos y sobre todo por el extraño movimiento que hacían sus ramas. Pero lo más asombroso fue escuchar un rebuzno y ver en lo alto, por encima de los árboles, el rostro alegre de su burro.


Tratando de explicarse lo ocurrido, Francisco llegó a la conclusión de que, al beber agua, el animal se había quedado atascado en el lodo durante tanto tiempo que los zancos echaron raíces y crecieron hasta convertirse en cuatro sauces con el burrito arriba de ellos.