Anexo

El dinero enterrado

Cuenta mi abuelo que las personas antiguas trabajaban mucho, no malgastaban su dinero, más bien lo guardaban. Pero ellos pensaban de una manera diferente, juntaban su dinero y aunque fuera mucho no lo repartían, ni gastaban, sino que lo enterraban.

Antes de morir ya habían elegido el sitio donde guardarlo, dice también, que cuando una persona enterraba su dinero, su alma no descansa por que siempre lo está cuidando.

En la casa donde se haya enterrado el dinero ya sea adentro o por fuera solían asustar a quienes allá vivían, si están dormidos les sacuden las hamacas, o sueñan mucho con la persona que enterró el dinero. Cuando esto pasa quiere decir que el difunto quiere enseñar en dónde está guardado, pero no a cualquiera, solamente a aquella persona que se llevó bien o que vivió con él.

Mi abuelo dice que la señal es ver algo que se quema en el amanecer de un 3 de mayo, la persona que lo ve no debe sentir miedo y debe marcar el lugar con una cruz, no contárselo a nadie, por que si lo hace cuando vaya a desenterrar el dinero, sólo encontrará cenizas.

Así me lo contaron.

Niño: Julio Mukul Cohuó, U ts’íbl t’aan k-lu’umil, folleto no. 9, Centro Coordinador Indigenista de Sotuta, Yucatán.
México: 1999.

Cuento

Una vez, dos campesinos caminaban hacia su milpa, en eso, llegaron frente a un gran montículo maya, y uno de ellos dijo:

—Compañero, he oído decir que tú piensas muy derecho.

Contesta el otro

—Si tú lo dices, pero no es cierto.

Le dice de nuevo:

—A ver si es cierto, ¿ ya viste ese cerro?

Le contesta:

—Sí, ya lo vi; ¿qué tiene?

Le dice de nuevo:

—Te puedo asegurar que no lo puedes llevar cargándolo en tu espalda.

Le responde:

—¿Y por qué no?

Al escuchar la respuesta le dice:

—Pues entonces cárgalo.

Le contesta:

—Si quieres que lo cargue, súbelo a mi espalda.

Traducido por Urbano Dzul Utzil, asesor técnico del Departamento Técnico Pedagógico de la Subdirección
de Educación Indígena.