V. LA GRAN SÍNTESIS DE MAXWELL

YA LOS antiguos se preocupaban por los fenómenos eléctricos y magnéticos. Los chinos descubrieron la brújula, los griegos bautizaron a la electricidad con la palabra electrón: ámbar. Los rayos habían generado multitud de leyendas, al ser considerados siempre manifestación de la ira de los dioses. Pero llegó el Siglo de las Luces, y un puñado de brillantes experimentadores franceses e ingleses establecieron las leyes, válidas hasta el día de hoy, de la electricidad y el magnetismo.

Charles Coulomb, usando una balanza de torsión, estableció la fuerza entre los polos de dos imanes y entre cuerpos electrizados. Demostró que esta fuerza entre dos cargas es semejante a la que rige la ley newtoniana de la gravitación: las fuerzas son inversamente proporcionales al cuadrado de las distancias que separan a los cuerpos. Por la misma época, André Marie Ampère, otro físico y matemático francés, descubrió la ley fundamental de la electrodinámica: una corriente eléctrica, o sea una carga en movimiento, produce un campo magnético. Finalmente, el químico y físico inglés Michael Faraday descubrió la inducción electromagnética, en que se genera una corriente en un circuito cuando se le sujeta a un campo magnético variable. Así se convirtió al magnetismo en electricidad, como él una vez dijo. Con ello se cerraba el ciclo y se unían los fenómenos eléctricos y magnéticos, que muestran una sola asimetría: no existe la carga magnética, el famoso monopolo magnético, es decir, los imanes tienen dos polos, o sea, al partir un imán obtenemos otro de la misma naturaleza..

La síntesis no se hizo esperar. Tan sólo cuatro décadas después del descubrimiento de Faraday, el gran físico escocés James Clerk Maxwell publicaba su Tratado sobre electricidad y magnetismo, uno de los mayores logros del genio individual en la historia de la cultura. En él, Maxwell hace suya la idea de campo, propuesta por Faraday y que se opone a la de acción a distancia introducida por Newton. En todo el espacio en que hay cargas e imanes, existen dos campos, el eléctrico y el magnético; cambios en uno de ellos, inducen cambios en el otro, como nos dicen las leyes de Ampère y de Faraday. Al plantear sus famosas ecuaciones, surge inevitablemente para Maxwell el carácter electromagnético de la luz. En sus propias palabras: "Es difícil no inferir que la luz consista en oscilaciones transversas del mismo medio que es la causa de los fenómenos eléctricos y magnéticos." Este medio es el éter.

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