XI. EPÍLOGO: EL FUTURO DE LA COSMOLOGÍA
N
UESTRA
comprensión del Universo dio un salto cuantitativo y cualitativo a principios del sigloXX
gracias a la conjunción de dos importantes factores: la revolución científica producida por el surgimiento de la relatividad y la mecánica cuántica, y una visión más amplia del Universo a través de los grandes telescopios que se construyeron en esa época. Es posible que presenciemos otro espectacular avance de la cosmología en los finales del sigloXX
si la humanidad no se ha destruido para entonces. Por una parte, la física ha progresado considerablemente en los últimos años, y en particular la física del mundo subatómico; y si bien aún falta mucho por comprender, ya no parece un sueño irrealizable una teoría unificada de las fuerzas de la naturaleza, en el espíritu buscado por Einstein, o por los menos una mejor comprensión del origen cuántico de la gravitación. Por otra parte, las observaciones astronómicas han avanzado espectacularmente en los años recientes, gracias al desarrollo de sistemas electrónicos para detectar y analizar fuentes muy débiles de luz, al uso de satélites artificiales, y a las nuevas técnicas radioastronómicas; además, está programada para el futuro cercano la construcción de gigantescos telescopios, aún mayores que los ya existentes.Todo progreso científico ha sido estimulado por el descubrimiento de nuevos fenómenos naturales. En el campo de la cosmología, los avances de la astronomía observacional apenas empiezan a rendir frutos. Con las observaciones en longitudes de onda hasta ahora inaccesibles, tendremos una visión mucho más precisa de los fenómenos cósmicos y la posibilidad de desarrollar y confirmar nuestras teorías.
La actividad en el núcleo de un cuasar o una galaxia activa es seguramente uno de los fenómenos más interesantes a los que los astrónomos y astrofísicos tendrán que enfrentarse. Quizás sea necesario reconsiderar las leyes de la física tal como las conocemos, o quizás nuestras teorías, llevadas hasta límites extremos de validez, sean suficientes para explicar lo que ocurre en un núcleo galáctico.
El origen de las galaxias y, en general, de la estructura a gran escala del Universo es otro problema pendiente de resolverse en forma clara e integral. ¿Realmente se forman las galaxias por la condensación de materia difusa, o es su origen más violento y debe buscarse en los primeros millonésimos de segundo después de la Gran Explosión?
Otro de los aspectos más interesantes de la cosmología moderna es su interacción con la física de partículas elementales, una rama de la física que parece ser, a primera vista, diametralmente alejada de la cosmología, pues las dos disciplinas estudian dos extremos opuestos de la escala del mundo. Y sin embargo, empieza a surgir la posibilidad de entender los inicios del Universo gracias a la física del micromundo, e, inversamente, de probar las teorías de partículas elementales por las implicaciones cosmólogicas que tendrían. De hecho, algunos aspectos de las teorías modernas del mundo subatómico sólo podrán confirmarse a través de la cosmología, pues no se dispone en la Tierra de las energías para realizar los experimentos necesarios.
Podemos afirmar ahora que la astronomía y la cosmología han cesado de ser ciencias contemplativas cuyas existencias parecían justificarse sólo por motivos estéticos, para pasar a ocupar un lugar fundamental entre las ciencias de la naturaleza.
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