III. EL FITOPLANCTON COMO SINTETIZADOR DE MATERIA NUTRITIVA
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OS ORGANISMOS
vegetales que flotan repartidos en la masa del agua del mar formando parte del plancton han sido designados por los científicos fitoplancton para distinguirlos de los animales a los que llaman zooplancton. En realidad, la frontera que separa a estos dos grupos es, algunas veces, puramente convencional.Entre los más pequeños, como algas y protozoarios unicelulares, es imposible descubrir un carácter decisivo que permita su inclusión en el reino vegetal o en el animal, por lo que se les ha dado el nombre de protistas. Por ejemplo, los dinoflagelados muestran estructuras afines de los vegetales, como el pigmento clorofílico y la celulosa, pero, a su vez, tienen características comunes con los organismos animales: se mueven y algunos de ellos capturan e ingieren la presa, e, incluso, se lanzan a capturar a sus semejantes; además, presentan un organoide con pigmento que les permite registrar cambios de intensidad luminosa, lo que también es característico de los animales.
Sin embargo, tiene sentido práctico conservar estos dos términos de fitoplancton y zooplancton.
El primero incluye a los organismos más abundantes en el océano, asi como a los de menor talla, que además son los principales productores de materia orgánica en el mar y forman el primer peldaño de esa larga cadena alimenticia donde los animales se comen a los vegetales, y los seres más fuertes devoran a los más débiles.
Para iniciarse la cadena de la vida en los orígenes del planeta, seguramente fue necesaria la existencia de un organismo tan versátil como las algas marinas. En la actualidad esa versatilidad está demostrada al existir algas capaces de vivir en diferentes ambientes, desde las heladas aguas polares hasta fuentes termales casi en ebullición. Se encuentran algunas de ellas en lagos diez veces más salados que el mar y en los desiertos más inhóspitos. La presencia de unas gotas de lluvia es suficiente para localizar una capa gelatinosa de algas sobre las rocas.
Además de las bacterias, sobre las que se tiene poco conocimiento, diversos grupos de algas, principalmente microscópicas, forman el fitoplancton; las más abundantes son las diatomeas, dinoflagelados y cocolitofóridos. Aunque las algas planctónicas tienen una sola célula que mide décimas de milímetro, la masa orgánica total que representan en el mar, biomasa, es más grande que la de las plantas de mayor porte que habitan en el mismo estrato del mar. Su número alcanza cifras astronómicas y comprende tal cantidad de organismos que se puede comparar con los existentes en el medio terrestre.
Los vegetales sólo pueden existir en las capas más superficiales del mar, hasta una profundidad no superior a los 200 metros, debido a que necesitan la luz solar para llevar a cabo, con ayuda de su pigmento verde llamado clorofila, la fotosíntesis, es decir la síntesis de la materia nutritiva, representada por los azúcares, grasas y proteínas, a partir del agua, el bióxido de carbono y los nutrientes que fijan del agua del mar, como nitrógeno, potasio, calcio, sílice, hierro y otros elementos.
Durante este proceso de síntesis los vegetales expulsan oxígeno que se disuelve en el agua o pasa a la atmósfera. Se puede considerar que las aguas que cubren a la plataforma continental representan la zona más propicia para el desarrollo del fitoplancton, porque en ella se encuentran los elementos básicos, nutrientes y luz solar, que éste necesita para su vida. La superficie en el océano abierto recibe gran cantidad de luz solar, pero es pobre en nutrientes, y aunque éstos abunden en las aguas profundas, al faltar la luz, la existencia del fitoplancton es muy escasa.
La actividad fotosintética que realizan los organismos del fitoplancton cambia de acuerdo con la cantidad y tipo de luz que reciben. Las diatomeas utilizan las radiaciones azules del espectro, pero cuando la iluminación es demasiado intensa dominan las rojas, lo cual frena la actividad de estos vegetales; por lo anterior se observa que su máxima abundancia se encuentra a profundidades entre 25 y 50 metros.
De acuerdo con la intensidad luminosa se presentan variaciones del fitoplancton en los distintos mares; por ejemplo, en los tropicales se localiza gran cantidad de él todo el año, mientras que en los templados se presenta el máximo en verano. En los mares de latitudes elevadas, cuando se inicia su noche polar, la iluminación es mínima, por lo que la cantidad de vegetales planctónicos es casi nula y sólo subsisten algunas diatomeas que requieren pequeñas cantidades de luz y que incluso son capaces de multiplicarse bajo una capa de hielo muy gruesa.
La penetración de las radiaciones luminosas también está relacionada con la transparencia del agua: cuando ésta disminuye debido a la presencia de materia en suspensión, como la que acarrean los ríos en los estuarios, también lo hace el fitoplancton. La transparencia puede ser disminuida cuando aumenta el propio plancton.
Además de la luz los organismos del fitoplancton también necesitan de nutrientes minerales como el carbono, que siempre encuentran en cantidad suficiente, gracias al bióxido de carbono que se produce en los procesos respiratorios de todos los seres vivos, además de que existen en el agua del mar compuestos que lo pueden liberar.
Se estima que anualmente los océanos transforman en materia orgánica unos 15 000 millones de toneladas de carbono. El plancton vegetal utiliza este elemento en una proporción de 400 gramos anuales por metro cuadrado de superficie de mar, lo que equivale al carbono que consume la vegetación terrestre. Pero, tanto en el mar como en la tierra, se observa que esta producción se reparte de manera muy desigual, formándose zonas de alta productividad, como son las ricas en vegetación y humedad, y zonas de baja producción, como los desiertos.
Otros nutrientes importantes para el fitoplancton son el nitrógeno y el fósforo. El primero es aprovechado principalmente como nitrógeno mineral y el segundo en forma de fosfatos.
Cuando se realiza la función de fotosíntesis, poco a poco descienden restos inertes de vegetales y animales al fondo de los mares, los que, en parte, son comidos, digeridos y transformados en nueva materia viva, pero también son desintegrados por las bacterias en el proceso llamado mineralización, en el que se forman las sustancias inorgánicas, especialmente nitratos, fosfatos y bióxido de carbono. Gracias a las turbulencias de las aguas del mar, parte de estos "abonos" inorgánicos vuelven a aflorar a las capas superficiales del mar, donde quedan, otra vez, a disposición de los vegetales planctónicos, y de esta manera se cierra el ciclo.
El plancton vegetal es más abundante en el lugar donde salen a la superficie esas aguas profundas, muy ricas en sustancias minerales, y que representan la materia prima para los vegetales verdes. Gracias al fitoplancton, formador de materia nutritiva, se desarrollan incontables microorganismos que forman el zooplancton, del que a su vez dependen grandes concentraciones de peces y otros animales marinos, con lo que se establece la productividad de los océanos.
En la mayoría de los mares templados la presencia del fitoplancton sigue un ciclo constante. En el invierno las capas superficiales del mar se enriquecen con nutrientes, debido a que los cambios de temperatura en el agua ocasionan que suban del fondo; de tal manera que al inicio de la primavera la concentración de materia inorgánica es mayor que en cualquier otra época del año, y como en esta época aumenta la disponibilidad de energía solar, se presenta el llamado incremento fitoplanctónico primaveral.
Este aumento trae como consecuencia que un número mayor de individuos se alimente de fitoplancton, así como el incremento de los siguientes eslabones de la cadena; esto hace que disminuya la cantidad de vegetales, lo cual, sumado a un alto consumo de nutrientes realizado por los mismos vegetales, ocasiona que en el verano la productividad vegetal se mantenga baja, y se recupere en el otoño, sin alcanzar la intensidad presente en primavera, y termina este acto al iniciarse el invierno, en donde disminuye la intensidad de la luz solar.
Además de la luz y de los minerales se ha demostrado que un gran número de organismos del fitoplancton necesitan vitaminas como la B12, las cuales son proporcionadas por la acción de las bacterias. Las diatomeas necesitan B12, los dinoflagelados, tiamina, y, dependiendo de las especies, serán capaces de sintetizar estas sustancias.
Cuando se navega por aguas de mares templados y fríos, durante la época siguiente al aumento planctónico, se observan unas franjas oscuras a modo de un muro de agua, en las que se escucha el chapoteo y murmullos de numerosos peces grandes como los atunes, que agitan el agua formando crestas de uno 30 centímetros de altura, también se puede mirar una multitud de pececillos del grupo de las sardinas, que saltan fuera de las aguas.
Toda la superficie del mar se ve ocupada en esos momentos por seres vivos, como abigarradas medusas, cadenas de jóvenes tunicados, peces y multitud de seres tan pequeños que apenas pueden distinguirse, como las larvas de crustáceos, moluscos y peces.
En esta franja de agua se acentúa la inquietud de los organismos al capturar sus presas; los peces de menor talla engullen a los pequeños invertebrados o comen del plancton; los pulpos persiguen o atrapan a los peces de tamaños variados y los peces grandes devoran a los pulpos. Después del paso de la franja de mar que contiene esta multitud de organismos, vuelve una calma relativa al océano, quedando aguas aparentemente tranquilas.
La vegetación no sólo es alimento y base alimenticia de toda la vida animal, también es indispensable para la producción del oxígeno que necesitan las mismas plantas y los animales para su respiración.
Gracias al aporte de oxígeno que estos vegetales dieron desde su aparición, la atmósfera de la Tierra ha ido cambiando, transformándose en el medio apto para la respiración de todos los organismos. Además, parte del oxígeno producido pasó a las altas capas de la atmósfera y se convirtió en un gas llamado ozono, que actúa como pantalla filtro de los rayos solares ultravioletas que, de pasar a la Tierra, aniquilarían la vida. Sólo en estas condiciones pudieron salir de las aguas los organismos primitivos para colonizar los continentes. Es así como la vida, tanto marina como terrestre, depende de los vegetales verdes. Se calcula que los vegetales marinos producen el 70% del oxígeno que requiere la población animal del planeta.
Como unos de los miembros más importantes del fitoplancton se puede considerar a las algas silicosas o diatomeas que aparecen en la superficie del mar (basta con pasar agua a traves de una tela y se puede observar la muestra en el microscopio).
Estos microorganismos están estructurados por una sola célula formada por el citoplasma, que contiene al núcleo, cuerpecillo que interviene en la reproducción del organismo, y a los cromatóforos, pequeñas esferas formadas por el pigmento verde o clorofila, que les permiten fijar los rayos de luz para tomar la energía; a veces se encuentra en estos organismos un pigmento amarillento llamado diatomina, por lo que su color puede ir del verde olivo al pardo amarillento.
Las diatomeas son los organismos del fitoplancton cuya nutrición siempre es autótrofa, es decir que a partir de sustancias inorgánicas, agua y sales minerales, forman sustancias orgánicas: azúcares, grasas y proteínas; por esta razón son consideradas como los productores primarios por excelencia.
El cuerpo de las diatomeas está cubierto por un caparazón translúcido formado por dos tapas, que le da el aspecto de una verdadera cajita de píldoras; el fondo es de menor tamaño, que la tapadera, y encajan perfectamente. Estas dos tapas producidas por la diatomea se denominan valvas; el término diatomea significa dos partes, siendo la valva externa mayor y la interna más chica.
Este organismo puede comunicarse con el exterior debido a que en el caparazón de sílice se encuentran siempre poros alineados en filas radiales. A través de ellos se relaciona con el medio acuático para tomar de él las sustancias que necesita para elaborar su alimento o para su respiración, y dejar en este medio las que le sobran.
Cuando se observa este caparazón a grandes aumentos, utilizando el microscopio electrónico, la pared cristalina presenta una complicada trama de poros y canales que perforan la estructura silícea. El arreglo de esta estructura es una representación característica de cada una de las diferentes especies de diatomeas. Más de 10 mil han sido descritas por los investigadores.
Este caparazón, que mide entre 10 y 200 micras, aunque puede llegar a los cuatro milímetros, está adaptado para que las diatomeas puedan flotar. Algunos adoptan la forma vesicular ancha con paredes muy tenues y cubren a un solo organismo, ya que todas las diatomeas son unicelulares; sin embargo, algunas constituyen cadenas o colonias complejas que toman forma linear, larga y delgada; otras laminar o acintada, y, por último, la forma ramificada. Además, las diatomeas producen finas gotitas de aceite que les sirven como reservas nutritivas y para flotar en el seno de las aguas.
Las diatomeas se reproducen por división binaria, es decir su célula se parte en dos y cada nueva célula se lleva una de las valvas y de inmediato forma la que le falta; ésta queda en el interior de la existente, por lo que siempre resulta una diatomea más pequeña. Como término medio, se dividen una vez cada 18 a 36 horas, presentando un aumento diario muy grande. Después de que las diatomeas han disminuido de tamaño debido a sucesivas divisiones por bipartición, se reproducen por un proceso sexual llamado conjugación en el que se fusionan dos gametos procedentes de distintas diatomeas, de cuya unión resulta un cigoto o huevo, el cual crece, recupera el tamaño primitivo de la especie y secreta sus dos valvas correspondientes.
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Figura 7 (a). Reproducción asexual de diatomeas.
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Figura 7 (b). Reproducción sexual de diatomeas.
Es tal la cantidad de diatomeas que habitan en el mar, que las valvas de las generaciones que mueren o las desechadas durante su reproducción se depositan y cubren amplias extensiones de los fondos formando los llamados barros de diatomeas, que dominan, por ejemplo, las profundidades del Mar Antártico y del Océano Pacífico.
Al cabo de millones de años, los sedimentos marinos de diatomeas han formado en algunos sitios rocas sedimentarias, constituyendo parte de los continentes. Así, se han estructurado las rocas llamadas "tierra de Trípoli" o "cienos de diatomeas", cuyos yacimientos se explotan en diversas regiones del planeta.
Estas tierras formadas por diatomeas son utilizadas para fabricar vidrio, dinamita, cemento para usos especiales, polvos pulidores y materia prima para filtros de agua, y también para la fabricación de la cabeza de los cerillos y en la industria farmacéutica.
Al igual que lo señalado para el fitoplancton en general, la cantidad de diatomeas que contiene el mar varía con las épocas del año, ya que estos vegetales van a disminuir durante el invierno y se multiplican, con gran vigor, en la primavera. Durante el invierno y al inicio de la primavera se presentan temporales en el mar que hacen que las aguas se revuelvan, pasando las capas profundas a la superficie, con el consiguiente acarreo de gran cantidad de sustancias minerales, que representan un fertilizante que será aprovechado por las diatomeas para su nutrición; al mismo tiempo, en la primavera, estos vegetales recibirán directamente la luz del Sol, lo que hace que se estimule su reproducción y que aumenten en número, ya que las condiciones del medio son ideales para su florecimiento.
En la primavera ocurre un repentino despertar de estos diminutos organismos del mar, los que inician su reproducción con una rapidez casi increíble, aumentando en proporciones astronómicas, llegando a más de 200 mil individuos por litro de agua. La primavera del mar pertenece al fitoplancton, pero principalmente a las diatomeas, que cubren amplios tramos del oceáno, dándole una coloración pardo-verdosa que es característica del pigmento que se encuentra en el cuerpo de estas pequeñas plantas.
Esta multiplicación de las diatomeas del plancton no dura mucho tiempo, ya que de manera paralela aumenta el número de animales, convirtiéndose la superficie del agua en un criadero gigantesco. De las colinas y valles de las plataformas continentales y de los fondos arenosos surgen huevos, larvas y jóvenes individuos de animales, cuyos adultos viven en el fondo, para pasar las primeras etapas de su vida. A causa de este consumo continuo y codicioso, los vegetales se reducen rápidamente.
Las diatomeas se tornan cada vez más escasas, y con ellas las demás plantas unicelulares. Sin embargo, ocasionalmente se presentan épocas de fertilidad en el océano; esto sucede cuando, debido a las corrientes y a los vientos, las aguas profundas del mar salen a la superficie llevando consigo gran cantidad de nutrientes.
En la actualidad las diatomeas pueden cultivarse fácilmente, lo que ha aprovechado el hombre para alimentar a las especies de interés comercial que también cultiva, como, por ejemplo, a los camarones. Para esto los científicos reproducen en grandes acuarios las condiciones fisicoquímicas del océano y en ellas colocan diatomeas que se encuentran en el mejor momento de su vida, con el fin de que al encontrar condiciones ideales de su medio puedan iniciar de inmediato su reproducción, y así, aumentar su número.
Las diatomeas son organismos acuáticos que viven en aguas dulces, saladas, salobres y marinas, y llegan a encontrarse también en tierras húmedas. La temperatura óptima para su desarrollo es de los 15ñ a los 30ñC, siendo más abundantes las del plancton marino en temperaturas bajas.
Las diatomeas se mueven lentamente por deslizamiento a velocidades de 7 a 20 micras por segundo.
La clasificación de las diatomeas se basa en las características de sus valvas, reconociéndose dos clases: las centrales, caracterizadas por tener sus valvas circulares, presentando sus estructuras un arreglo concéntrico, y las penales, que tienen sus valvas alargadas con las estructuras arregladas a los lados de un eje central llamado rafe.
Como ejemplo de diatomeas centrales se pueden nombrar a los géneros Skeletonema y Chaetoceros que presentan aumentos masivos, sobre todo en aguas cercanas a las costas, y el género Rhizosolenia, que se encuentra en condiciones más oceánicas. Entre las diatomeas penales destacan Asterionella, Thalassiothrix, que se desarrollan perfectamente en aguas costeras, y Nitzschia en oceánicas.
Otros organismos del fitoplancton son los dinoflagelados o peridíneas, formados por una sola célula, que contienen diferentes pigmentos que les dan coloraciones verdes o rojas, principalmente, aunque algunos de ellos carecen de dichos pigmentos. Estos seres vivos son colocados dentro del grupo de las Pirrofitas ("pirros" color de fuego y "fiton" planta).
Su cuerpo está cubierto por un caparazón que tiene celulosa, sustancia característica de los vegetales, dividido en dos regiones por un surco ecuatorial, una superior o epiteca y otra inferior o hipoteca. En el surco lleva un filamento muy delgado llamado flagelo que le sirve para su locomoción; a la disposición de este flagelo en el surco ecuatorial se debe el nombre de peridíneas que viene del griego "peri" que significa alrededor y "dine" remolino. Además de este flagelo transverso tiene otro longitudinal largo que sobresale en la región anterior, el cual permite avanzar al organismo. Por presentar estos dos flagelos se les llama también dinoflagelados.
El tamaño de éstos está entre las 25 y 500 micras, pero la mayoría mide 100, aunque existen algunos que han alcanzado dos milímetros. La cubierta de celulosa está formada por placas de aspecto reticular unidas por suturas y con poros para comunicarse al exterior, que además pueden llevar salientes, espinas o láminas. La fisonomía de la cubierta presenta caracteres de valor taxonómico, es decir permite identificar a las especies como en el caso del género Ceratium de todos los mares del mundo. Algunas diatomeas se consideran "desnudas" por contar sólo con una delgada membrana dividida en pequeñas áreas poligonales, como el género Gymnodinium, típico de las costas de Florida.
La célula que forma el cuerpo de los dinoflagelados es densa y más o menos granular; en ella se encuentran los pigmentos que les dan la coloración típica amarillo pardo, aunque también pueden ser azules, verdes o variar incluso dentro de una misma especie, con tonos de gran belleza.
También se localiza un pequeño organoide fotorreceptor llamado "mancha ocular", en forma de una lente con pigmento, que le permite percibir cambios de intensidad luminosa y llevar a cabo sus migraciones verticales durante el día y la noche, las cuales pueden ser muy grandes, desplazándose en ocasiones hasta 60 metros, es decir, casi dos millones de veces el tamaño de su cuerpo.
La célula presenta ciertos espacios denominados vacuolas, los cuales van ocupados por agua y sustancia de reserva. En especial una de ellas llama la atención por grande y bien definida; ésta tiene función excretora, con la cual el organismo expulsa las sustancias de desecho.
La nutrición de los dinoflagelados generalmente es autótrofa, pero los que no tienen pigmento ingieren el alimento ya formado a través de sus membranas. Varias son parásitas y viven a expensas de su huésped; otras viven en simbiosis con algas del tipo de las zooclorelas y zooxantelas, que les dan el alimento.
El cultivo de las peridíneas es un proceso difícil, porque se cuenta con poca información en relación con sus necesidades alimenticias.
Por estos tipos de nutrición, donde se presentan características tanto de vegetales como de animales, además de la presencia de los flagelos, el organoide fotorreceptor y la vacuola excretora, que también se consideran como rasgos de animales, a estos organismos se les coloca dentro del grupo de los protistas; sin embargo, son clasificados dentro del fitoplancton por presentar clorofila y ser capaces de realizar fotosíntesis.
Su reproducción se lleva a cabo por división binaria. Tienen un plano de segmentación oblicuo o longitudinal y después de dividirse regeneran la parte faltante. La reproducción asexual se presenta en pocas especies. La velocidad del proceso de reproducción es comparable con la de las diatomeas, calculándose 2 millones de individuos por litro en condiciones normales. Cuando la temperatura es elevada, abundan los nutrientes y favorecen el que algunas especies se reproduzcan activamente formando un número grande de descendientes; el agua donde se encuentran toma tonos de verde, amarillo, pardo o rojo.
Las peridíneas se hallan ampliamente distribuidas en el agua del mar y pueden constituir, principalmente en el verano, la mayor parte de la masa vegetal contenida en el plancton de las regiones templadas.
En algunas zonas del océano, durante la época en que los ríos traen gran cantidad de agua y, por lo tanto, de nutrientes del continente hacia el mar, se produce un incremento considerable de estas peridíneas, que debido a los colores que les dan sus pigmentos, tiñen estas zonas del mar, produciendo las llamadas mareas rojas, purga de mar, aguaje, aguaji, agua amarga o hematotalasia.
Cuando el agua presenta color rojo, la colecta del plancton demuestra la existencia de grandes cantidades de estos individuos: a veces se encuentran cientos de miles en un centímetro cúbico del agua del mar. Esta coloración aparece generalmente de una manera brusca; se trata de un aumento considerable en la población de peridíneas, debido a un aporte excepcional en las capas superficiales del mar de sales nutritivas, principalmente nitratos y fosfatos.
Las consecuencias de este aumento de peridíneas en el mar son graves, ya que son las causantes, como varios biólogos han podido comprobar, de la muerte de muchos organismos, principalmente peces y moluscos, los que presentan transtornos en su aparato respiratorio.
El hombre puede sufrir consecuencias al comerse algún organismo, por ejemplo, mejillones, que se hubieran alimentado con gran cantidad de estas peridíneas. Esto le ocasionaría trastornos digestivos. Directamente los dinoflagelados sólo le producen al hombre ligeros malestares en las vías respiratorias.
Por lo tanto, estos pequeños vegetales, que son alimento nutritivo para los organismos marinos cuando se encuentran en proporciones razonables en el agua del mar, como formadores del plancton, resultan perjudiciales cuando sus poblaciones alcanzan números excepcionales.
En Europa esta explosión de las poblaciones de dinoflagelados es común para el género Goniaulax, y es frecuente en las costas de Galicia; durante este fenómeno los pescadores alcanzan sus máximas capturas de sardina, peces cuyo alimento son estos dinoflagelados.
Los efectos beneficiosos que se producen en estas costas contrastan con los perjudiciales y dañinos que las coloraciones rojas del mar originan en aguas americanas, en donde causan la muerte de muchos organismos.
Las especies que producen la marea roja en América pertenecen a dos géneros: Goniaulax y Gymnodinium, su periodicidad no está bien determinada debido al aporte de nutrientes que acarrean los ríos al mar, después de la época de lluvias, y por el aumento de la temperatura del agua de mar en esos meses.
En el Atlántico son más frecuentes que en el Océano Pacífico, principalmente en la costa occidental de Florida, donde, como relata Alvar Núñez Cabeza de Vaca en 1530, los nativos tomaban como referencia a la marea roja para hacer sus cálculos cronológicos, ya que cuando llegan a aumentar las poblaciones se encuentran 100 millones de individuos por litro de agua, lo que ocasiona que mueran los peces.
La última de estas grandes concentraciones de individuos sucedió en una amplia franja frente al litoral norte del Golfo de México, siendo la región más afectada la costa de Tampa, Florida, donde la mortalidad de peces fue catastrófica, y se extendió hasta el sur de Tabasco, México.
El agua presentó un color rojo intenso y la densidad de un jarabe; la mancha abarcó miles de millas cuadradas durante más de tres semanas críticas, matando gran cantidad de peces que cubrieron las playas. No se reportaron graves intoxicaciones en seres humanos, pero los que se encontraban en la zona sufrieron varias molestias como toses espasmódicas, irritación de los ojos y de las fosas nasales, dificultades respiratorias e irritación de las regiones más sensibles de la piel.
Se han presentado otros casos de menor intensidad en los años de 1955 y 1960, siendo más frecuentes cada año en el Golfo de México; sin embargo, desde 1980 se intensificaron en el litoral del Océano Pacífico, a la altura de Mazatlán, Sinaloa, en donde sí se reportaron muertes humanas relacionadas con la marea roja.
Algunos dinoflagelados tienen grasas con fósforo y son los responsables de las llamadas capas de luminosidad del mar, ya que son capaces de producir luz al oxidarse estos compuestos, fenómeno que recibe el nombre de bioluminiscencia. La especie Noctiluca centillas, nombre que significa centelleo nocturno, es la principal productora de bioluminiscencia en el océano; cuando las poblaciones de Noctiluca aumentan, durante el día las aguas superficiales del mar se observan como si tuvieran grasas, pudiendo llegar estas poblaciones hasta 3 millones de individuos por litro.
La clasificación de los dinoflagelados se basa en dos características que presentan su cubierta y los surcos en donde van los flagelos; entre los principales géneros, además de Gymnodinium, Goniaulax y Noctiluca, se pueden mencionar a Peridinium y a Ceratium.
También, como elemento esencial del fitoplancton se encuentran otros pequeños flagelados que son los cocolitofóridos y los silicoflagelados.
Los cocolitofóridos, vegetales cuya talla mínima sólo alcanza décimas de micra, es decir menos de la milésima parte de un milímetro, y cuya máxima talla puede llegar hasta 40 micras, abundan en las capas profundas de los mares cálidos y templados, y en los mares fríos, en sus capas superficiales. La pequeña célula que forma su cuerpo está encerrada en un caparazón que presenta placas de carbonato de calcio llamadas "cocolitos" que, generalmente, son redondeadas, circulares o elípticas y pueden llevar una perforación central, denominándose entonces "tremalitos" o, si carecen de ella, "discolitos".
En unos géneros los cocolitos son homogéneos y en otros pueden estar diferenciados; suministran los caracteres básicos para su clasificación. Con la utilización del microscopio electrónico de barrido se han logrado observar particularidades que permiten hacer una mejor clasificación.
Estos organismos presentan en su célula dos flagelos iguales, dos cromatóforos de color párdo amarillento y grasas, como sustancia de reserva. La mayoría de los cocolitofóridos realizan fotosíntesis, pero algunos son capaces de alimentarse capturando otros organismos más pequeños o aprovechando sustancia orgánica en descomposición. Su célula se multiplica por bipartición.
Estos caparazones se acumulan en gran cantidad en los fangos oceánicos y a través del tiempo han formado rocas en las que se conservan caparazones impregnados de carbonato de calcio en forma de calcitas y aragonitas. El estudio de los "fangos fósiles", llamados "la creta blanca", característica de los acantilados cretácicos, formada en su totalidad por caparazones de cocolitofóridos, ha demostrado que estos pequeños vegetales poblaban los mares mucho antes que los dinoflagelados y las diatomeas y que, posiblemente, fueron de los primeros organismos que aparecieron en nuestro planeta.
Se conoce un gran número de especies fósiles de cocolitofóridos, y se las utiliza como indicadores de los cambios climáticos que se presentaron principalmente en la Era Mesozoica. También descubrimientos recientes de grandes acumulaciones de caparazones fósiles han hecho pensar a los investigadores que posiblemente fueron los responsables de la formación de yacimientos petrolíferos.
La mayoría de los cocolitofóridos son marinos; se les encuentra poblando mares cálidos y templados, colaborando a la productividad primaria total en los océanos. Se han descrito 250 especies vivientes y un número grande de especies fósiles. Como ejemplo se puede mencionar al género Acanthoica.
Los silicoflagelados, que viven en aguas frías y constituyen los manjares predilectos de ciertas larvas planctónicas de las estrellas de mar, son un grupo de protistas unicelulares caracterizados por presentar una cubierta silicosa constituida por una red de elementos tubulares en forma de un enrejado. Miden entre 50 y 80 micras.
La célula de los silicoflagelados, que es poco conocida porque se destruye con facilidad cuando se colecta, presenta un flagelo largo y un cromatóforo.
Los silicoflagelados más conocidos pertenecen a los géneros Mesocena, Dictyocha y Distephamus y su clasificación, así como la de los fósiles, se basa en las características de su cubierta. Se conoce un número mayor de especies fósiles que de las actuales.
Otras algas unicelulares, las cianofíceas, relacionadas directamente con las bacterias y consideradas como los organismos más primitivos, son muy escasas en el plancton marino. Se ha reportado el género Nostoc en mares tropicales, así como el género Oscillatoria, que en estas aguas cálidas forma conjuntos llamados haces o copos visibles a simple vista.
Se conocen unas 2 mil especies de cianofíceas (también llamadas "algas verde-azules") y se calcula que datan de hace más de mil millones de años, es decir que son de los organismos más antiguos. Su estructura es simple, unicelular, y están rodeadas por una vaina gelatinosa; su célula tiene como pigmentos a la clorofila que le da el color verde y a la ficocianina que le da el azul, los cuales se encuentran distribuidos en todo el citoplasma.
Todo este fitoplancton es el producto primario de la materia orgánica que permite el establecimiento de las cadenas alimenticias de los mares. Se puede decir que de él depende la riqueza del mar en los diferentes lugares del océano. El fitoplancton se tiene que comparar con los pastizales en los continentes y dependen de él todos los organismos animales que habitan en el océano.
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Figura 8. Fitoplancton.
Conocer su biología es fundamental para la especie humana y, por eso, se comprende que cientos de instituciones de investigación y de investigadores, en el mundo, se encarguen del problema. El hombre tiene que entender más al fitoplancton como base de la producción en el mar, es decir cómo se sintetizan las sustancias orgánicas que forman alimento en el mar, para poder aprovechar este hecho biológico y así mejorar su nutrición.
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