I. LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIA
V
ISTA
de manera muy general, la ciencia moderna est� basada en tres elementos distintos, que aparecieron en tiempos muy diferentes durante la evoluci�n de nuestra sociedad. Estos tres elementos pueden identificarse de varias maneras, pero una de las m�s claras es present�ndolos como tres renuncias sucesivas a sendas posturas filos�ficas que en sus �pocas se juzgaron inexpugnables. Tales renuncias pueden caracterizarse de la manera siguiente: 1) renuncia a las explicaciones sobrenaturales de los fen�menos propios de la naturaleza; 2) renuncia a la b�squeda de respuesta a las grandes preguntas, como por ejemplo, �de qu� est� formado el Universo?, o �cu�l es el destino del hombre?; 3) renuncia al intento de contestar cualquier pregunta (grande o peque�a) sobre la naturaleza por medio del uso exclusivo de la raz�n.I) El primer paso en el desarrollo de la ciencia ocurri� en Grecia hace unos 25 siglos (en el siglo V a. C) cuando un peque�o grupo de pensadores conocidos como los fil�sofos presocr�ticos empezaron a abandonar sus creencias primitivas y mitos tradicionales sobre la creaci�n del mundo y la naturaleza de todas las cosas, y a sustituirlos por teor�as que no ten�an elementos divinos o sobrenaturales sino que se limitaban exclusivamente a los componentes propios de la realidad. Se dice que la ciencia y la filosof�a se iniciaron cuando Tales de Mileto (siglo VII a. C.) propuso: "Toda la realidad est� formada por agua" como respuesta a la antigua pregunta sobre la composici�n del Universo. Aunque se antoja que la proposici�n de Tales de Mileto es demasiado simple para constituirse en el cimiento de toda la ciencia y de toda la filosof�a, no es el contenido de la frase sino su sentido general lo que la hizo importante, y no es lo que dice sino lo que excluye lo que la hizo inmortal. En efecto, Tales no habla de Titanes, de Zeus o del Olimpo; su �nica referencia es a un elemento de la realidad; su proposici�n se refiere al mundo natural y por lo tanto posee una virtud insigne: se puede examinar objetivamente para determinar si es cierta o no. Otros fil�sofos presocr�ticos, como Anax�menes, Anaximandro, Parm�nides, Emp�docles, Alcme�n, etc., hicieron otras proposiciones, distintas a la de Tales en su contenido pero semejantes en su renuncia a elementos sobrenaturales. En la historia del pensamiento cient�fico, �ste es indudablemente el paso m�s importante porque lo hace posible.
II) El siguiente paso en la evoluci�n de la ciencia fue el m�s prolongado y probablemente el m�s doloroso, porque culmin� con la abdicaci�n de la filosof�a como Regina Scientiarum y el surgimiento de los distintos precursores de las diferentes ciencias actuales. Se carateriza por la sustituci�n de las grandes preguntas sobre la naturaleza por otras menos ambiciosas, m�s simples y aparentemente intrascendentes, pero con una propiedad maravillosa: eran (y son) potencialmente susceptibles de respuesta. En los muchos siglos que tard� esta transformaci�n el mundo occidental vio el surgimiento, la gloria y el colapso del helenismo, la aparici�n y el derrumbe del Imperio romano, la hegemon�a pol�tica y espiritual de la Iglesia cat�lica, la irrupci�n y el dominio del Islam en Europa. Sin embargo, renunciar a las grandes preguntas era necesario pero no suficiente para que surgiera la ciencia, sobre todo cuando persist�a la idea de que las respuestas correctas pod�an ser generadas por puro raciocinio. En otras palabras, el principal y �nico instrumento utilizado para explorar a la naturaleza era el cerebro del investigador, quien pensando intensamente y obedeciendo el principio de la consistencia l�gica interna pod�a descubrir la verdad sobre los fen�menos naturales. Este fue el "modo griego de mirar al mundo", que con frecuencia se identifica con el m�todo cient�fico. Es indispensable afirmar con toda vehemencia que tal postura es caracter�stica de la filosof�a, pero que no tiene nada que ver con la ciencia; de hecho, se trata de una postura t�picamente anticient�fica.
III) Despu�s de la renuncia a las explicaciones sobrenaturales de la realidad, y de la renuncia a las grandes preguntas sobre la naturaleza, lo que todav�a faltaba para que surgiera la ciencia moderna era la renuncia a la autoridad de la raz�n. Esto no quiere decir (de ninguna manera) que deb�a hacerse sitio a la sinraz�n; lo que significa es que deb�a aceptarse que, para entender a la realidad, la raz�n es necesaria pero no suficiente. El elemento que falta es absolutamente indispensable para que la ciencia exista, es una conditio sine qua non; me refiero a la experiencia, al contacto continuo con la realidad por medio de observaciones, comparaciones, analog�as y experimentos. La ciencia es una actividad humana creativa cuyo objetivo es el conocimiento de la naturaleza y cuyo producto es el conocimiento; este producto se confirma cuando hay consenso sobre su validez en el seno de la comunidad cient�fica experta. Tal consenso se basa sobre todo en la reproducibilidad de los datos, cuando se siguen las indicaciones especificadas al respecto. La raz�n es necesaria, pero la verificaci�n objetiva de los fen�menos es indispensable. La esencia de la ciencia es la experiencia, que debe ser p�blica y reproducible. En la ciencia, la �nica que siempre tiene la raz�n es la naturaleza; el oficio del cient�fico es entenderla.