PREFACIO
El descubrimiento de la radiactividad y de los elementos radiactivos naturales en los últimos años del siglo pasado marcó el inicio de una serie de descubrimientos importantes que cambiaron completamente la idea que se tenía sobre la estructura de la materia. Se tuvo que abandonar la noción que en el siglo
XIX
se tenía del átomo como un objeto simple, compacto e indivisible en favor del concepto de una estructura más compleja.En 1896 el físico Henri Becquerel descubrió la radiación emitida por los minerales de uranio. Los estudios que realizaron en ese año Pierre y Marie Curie sobre los minerales de uranio y torio condujeron al descubrimiento de dos elementos: el polonio y el radio; estos elementos despertaron un gran interés por una de sus principales características: emitir radiaciones muy penetrantes, a semejanza del uranio y el torio. A esta propiedad del radio y otros elementos inestables de emitir energía en forma de radiación al desintegrarse Marie Curie la llamo "radiactividad".
La radiactividad es una manifestación de que los núcleos que presentan este fenómeno son inestables; por medio de ella esos átomos tienden a la estabilidad. En 1911, utilizando como herramienta una fuente de polonio emisora de radiación, Rutherford realizó experimentos que lo llevaron a proponer el modelo nuclear del átomo, modelo que sentó las bases del conocimiento que se ha desarrollado actualmente sobre la estructura de la materia.
Los años treinta fueron también muy ricos en descubrimientos: en un periodo de siete años, se descubrieron el electrón positivo, el neutrón, la radiactividad artificial y la fisión nuclear. La mayor parte de los estudios fueron hechos en Francia, Inglaterra y Alemania; pero esto era de esperarse, ya que los grandes descubrimientos no germinan repentinamente. Aunque el ingenio y la capacidad científica del sabio no se pueden sustituir, se requiere, además, que el dominio de la ciencia haya llegado a un grado de madurez suficiente y que se hayan formado investigadores en los institutos de investigación y universidades, que es donde se acumulan las tradiciones científicas. En este libro se desea presentar una breve historia de estas experiencias acumuladas en diversas instituciones del mundo, haciendo hincapié sobre todo en aquellos descubrimientos que han sido las piedras angulares sobre las que se han edificado las teorías fundamentales de la ciencia. El desarrollo de la historia que se presenta es secuencial, como los eslabones de una cadena; es decir, se van enlazando los conocimientos presentados en un capítulo con aquellos de que se trata en el siguiente, sin que eso signifique en manera alguna que el relato está desarrollado cronológicamente; todo lo contrario: en muchas ocasiones el lector tendrá que retroceder mentalmente muchos años para poder seguir la secuencia de la historia.
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