III. LA SUPERFICIE EN MOVIMIENTO

LAS TRANSFORMACIONES que ocurren constantemente en la superficie terrestre son, en muchos casos, vividas por el hombre. El volc�n Paricut�n, en el estado de Michoac�n, pudo ser observado desde su nacimiento, en febrero de 1943, hasta su aparente culminaci�n, en 1952. Poderosas corrientes de lodo cubrieron los poblados de Yungay, Per�, en 1970, y Armero, Colombia, en 1985. Unas semanas o minutos fueron suficientes para que cambiara una porci�n del relieve terrestre.

Pero no todos los fen�menos que contribuyen a la modificaci�n de la superficie de la Tierra son de esta naturaleza. Hay movimientos cuyos efectos son apreciables despu�s de decenas de a�os, de miles de a�os, de cientos de miles y de millones de a�os. Hemos tardado mucho en entender esto. Las observaciones directas con fines cient�ficos se comenzaron a realizar hace 200 a�os, pero con precisi�n, con el uso de instrumentos, hace apenas medio siglo.

Para poder verificar muchas hip�tesis sobre la din�mica del relieve terrestre necesitar�amos una informaci�n acumulada durante pocos miles de a�os; tan s�lo de los �ltimos quince mil ya ser�a de mucha utilidad. Este breve retroceso en el tiempo nos conducir�a a otros paisajes: las m�rgenes de los glaciares actuales se encontraban en una posici�n m�s baja, cubriendo una superficie mayor de Eurasia y Am�rica; una buena cantidad de volcanes, incluso de M�xico, no exist�an, otros eran de menor altitud; las l�neas de costa, aunque en general semejantes a las actuales, ocupaban una posici�n distinta, hacia el continente o hacia el oc�ano.

Hoy d�a sabemos que el nivel de la tierra firme cambia constantemente con respecto al nivel del mar. Se han medido velocidades que no imaginaron los cient�ficos m�s radicales de fines del siglo pasado y principios del actual. Sin embargo, el conocimiento de estos fen�menos no se resuelve con la obtenci�n de datos precisos de los �ltimos 30-50 a�os. No sabemos c�mo se comportan estos movimientos en el transcurso del tiempo. �Predominan los de un mismo signo y velocidad durante un lapso prolongado? �Se alternan movimientos de distinto signo (elevaci�n y descenso) de la superficie terrestre?

La informaci�n obtenida en medio siglo no es extrapolable para los �ltimos milenios. En otro caso, para poder explicar c�mo se formaron los grande sistemas monta�osos (Andes, Himalaya, etc.), necesitar�amos que las observaciones hubieran durado por lo menos dos millones de a�os. As�, sucesivamente, podr�amos continuar y remontarnos a 4 500 millones de a�os para conocer la historia de nuestro planeta.

Con el fortalecimiento de la geolog�a moderna, en el �ltimo tercio del siglo XIX, se fue aclarando que la superficie terrestre es producto de transformaciones sustanciales permanentes, pero no era entonces posible comprender la magnitud de los movimientos, ni su duraci�n en el tiempo. Hoy d�a, esto es mejor conocido y se apoya fundamentalmente en lo tratado en el capitulo anterior sobre la actividad en el manto y n�cleo terrestres.

LAS PLACAS LITOSF�RICAS

Hacia la mitad del siglo XX ya se ten�a la concepci�n de que la superficie terrestre es muy activa, incluso con procesos actuales de formaci�n de monta�as en algunas regiones del planeta. Esto se reforz� al surgir, a fines de la d�cada de los a�os sesenta,la nueva teor�a de la tect�nica global o de las placas litosf�ricas.

Hoy d�a sabemos que los movimientos que modifican la superficie terrestre son de varios tipos: los horizontales, que incluyen los desplazamientos permanentes de los continentes y, en estrecha relaci�n, los movimientos verticales de levantamiento y hundimiento.

La litosfera —capa r�gida— est� dividida en seis fragmentos mayores, de tal manera que un mapamundi se asemeja a un rompecabezas, donde las piezas est�n en movimiento, separadas por l�neas que son las zonas de mayor actividad s�smica y, en ocasiones, volc�nica.

Fue a principios de los a�os sesenta del siglo XX cuando los estudios del fondo oce�nico empezaron a aportar nuevos datos que renovaron la vieja hip�tesis conocida en espa�ol como la deriva de los continentes (Kontinentverschiebungen), elaborada por el germano Alfred Wegener en 1912.

La teor�a de la tect�nica de placas representa una de las revoluciones m�s importantes en la historia de la geolog�a. Durante m�s de 100 a�os predomin� la teor�a del geosinclinal; dio explicaci�n al origen de los continentes y oc�anos a partir de movimientos principalmente verticales. Se basa en el hecho de que en determinadas porciones de los fondos oce�nicos se produce acumulaci�n de sedimentos a lo largo de muchos millones de a�os, acompa�ada de un hundimiento, lo que permite que el proceso tenga continuidad. As�, se alcanzan grosores del orden de 5-20 km. Posteriormente cesa el hundimiento, el fondo marino se transforma en tierra firme y la masa gigantesca de sedimentos puede convertirse en un sistema monta�oso, es decir, la orog�nesis u orogenia.

A lo largo del tiempo geol�gico, el proceso de movimiento de los continentes se produce en forma c�clica: se unen en una gran masa —el supercontinente—, misma que se fractura; bloques gigantescos —los continentes— se separan y desplazan alej�ndose uno de otro para despu�s volver a unirse: es el ciclo de Wilson, llamado as� en honor del cient�fico estadounidense que hizo grandes aportes a la nueva concepci�n de la Tierra.

La teor�a del geosinclinal, elaborada originalmente por J. Hall en 1859, constituy� los cimientos de la geolog�a. Supone una fosa oce�nica en hundimiento que se acompa�a de sedimentaci�n; J. D. Dana enriqueci� el concepto y fue quien propuso el t�rmino geosinclinal en 1873. La teor�a —a manera de un proceso continuo de acumulaci�n de sedimentos— fue creciendo durante m�s de 100 a�os, producto de los nuevos conocimientos que aportaban los estudios geol�gicos en todo el mundo y, por lo mismo, fue de enorme utilidad para el desarrollo de la nueva teor�a de la tect�nica global. A diferencia de �sta, aqu�lla es una explicaci�n m�s compleja y, aunque est� basada en principios bien fundamentados, no era posible su comprobaci�n.

En la d�cada de los a�os sesenta hubo descubrimientos notables en diversas disciplinas de las geociencias; por ejemplo, los primeros mapas del relieve del fondo oce�nico, el cambio del polo magn�tico terrestre a trav�s del tiempo, un mejor conocimiento de los tipos de rocas, sus grosores y edades de las zonas m�s profundas de los oc�anos, as� como nueva informaci�n sobre el interior de la Tierra. Todo esto entr� en contradicci�n con los conceptos de la posici�n fija de los continentes y las cuencas oce�nicas. Los especialistas propusieron otros mecanismos de la formaci�n de los sistemas monta�osos y las cuencas oce�nicas: fue la formulaci�n de la teor�a de las placas litosf�ricas la que convirti� al planeta Tierra, en todo su interior y en su superficie, en un elemento mucho m�s vigoroso y activo —tendencia general a lo largo de los �ltimos 500 a�os—. Adem�s, representa una explicaci�n mucho m�s accesible y l�gica.

Las razones de que en un momento determinado cesa un proceso de hundimiento, o se produce una inversi�n del fondo oce�nico u ocurre una orogenia, es algo que no tuvo una explicaci�n suficiente en la teor�a del geosinclinal, pero fue aceptado porque en m�s de un siglo no hubo otra explicaci�n alternativa m�s convincente —algunas tuvieron corta duraci�n.

Un principio fundamental para entender los movimientos horizontales es el de los l�mites de placas de tres tipos: divergente, convergente y transformante (Figura 4). En los divergentes, dos placas se separan a lo largo de una gran zona de fractura que permite el ascenso de magma hasta la superficie y se crea corteza oce�nica; en los transformantes, se produce un desplazamiento lateral sin creaci�n de nueva corteza, y en los convergentes, sistemas m�s complejos que originan corteza continental, una de las placas se sumerge en el manto, es decir; que una placa de corteza oce�nica se hunde bajo otra continental. En este proceso, materiales del lecho oce�nico (sedimentos y rocas magm�ticas) son transportados hacia el manto y el material fundido se eleva intrusionando las rocas superiores, formando masas de rocas intrusivas o dando lugar a erupciones volc�nicas. Los materiales se hunden a centenares de kil�metros de profundidad en las zonas de subducci�n.



Figura 4. Tipos de l�mites de las placas litosf�ricas.



La teor�a de la tect�nica de placas se inici� con la publicaci�n de resultados de investigaciones, de R. S. Dietz en 1961 y Harry Hess en 1962, de las dorsales oce�nicas (l�mites divergentes). En 1963, F. Vine y D. H. Matthews reforzaron esta idea al analizar el paleomagnetismo del fondo oce�nico. A. R. Ringwood y D. H. Green, en 1966, relacionaron los procesos de diferenciaci�n de la sustancia del manto terrestre con la expansi�n del fondo oce�nico.

El t�rmino tect�nica global fue utilizado originalmente por B. Isacks, J. E. Oliver y L. R. Sykes en 1968. En el mismo a�o, el franc�s Xavier Le Pichon propuso que la corteza terrestre consiste en seis placas principales (Figura 5) y, junto con Jason Morgan y Dan McKenzie, aplicaron el t�rmino tect�nica de placas, mismo que se populariz� y fue aceptado en todo el mundo.



Figura 5. Las placas litosf�ricas principales.



John Tuzo Wilson elabor� la teor�a de las fallas transformantes y los puntos calientes. Esta �ltima fue desarrollada posteriormente por J. Morgan.* Los estadounidenses B. Isacks, J. Oliver y J. Sykes consideraron el movimiento de las placas en todo el globo, con creaci�n y destrucci�n de corteza terrestre. En los a�os posteriores, este concepto se ha enriquecido: J. Dewey reconoci� 28 placas. En realidad, las seis placas originales se subdividieron en otras y se identificaron algunas comparativamente muy peque�as, como la de Rivera en el territorio oce�nico mexicano.

No dejamos aqu� el tema de la tect�nica de placas, sino que volveremos a tratarlo en varias ocasiones m�s.

LA INFLUENCIA DE LOS SISMOS

Se ha reconocido que en muchas regiones de actividad s�smica despu�s de un terremoto se producen cambios en el nivel de la superficie, generalmente de ascenso. En M�xico se han hecho escasos estudios sobre este tema, pero hay algunos datos interesantes. En 1971 los investigadores Grivel Pi�a y Arce Ugarte reportaron una disminuci�n del nivel medio del mar en Puerto Angel, Oax., despu�s de un sismo de 5.2 grados en la escala Richter; ocurrido en enero de 1966. Hasta 1970 se hab�a detectado un ascenso de la tierra firme de 14 cm; tambi�n registraron un levantamiento brusco de 23 cm en Acapulco despu�s de dos sismos ocurridos en mayo de 1962.

Una vez que ocurri� el terremoto de septiembre de 1985 en territorio mexicano, investigadores del Instituto de Geolog�a de la UNAM se desplazaron a las costas del Pac�fico m�s afectadas, donde reconocieron a partir de simples observaciones que desde Zihuatanejo, Gro. y hasta 33 km al occidente se produjo un levantamiento de 50-60 cm.

Un terremoto en Chile en 1746 provoc� un levantamiento de la tierra firme de aproximadamente 7m, cerca de la ciudad de Concepci�n; se registraron posteriormente ascensos de uno a tres metros en 1822, y hasta tres metros en 1835. Entonces se observ� que los cambios de nivel provocados por un sismo son variables en una misma regi�n.

El terremoto de 8.5 grados que afect� a Chile en 1960 permiti� reconocer movimientos, en una superficie de 130 000 km2, de hundimiento y levantamiento que alcanzaron una diferencia vertical de hasta 5.7 m.

En Alaska, un sismo en 1964 de 8.4-8.6 grados, provoc� un ascenso de m�s de dos metros y hundimientos de hasta 1.6 m en una superficie de aproximadamente 300 000 km2. De un sismo anterior en Alaska en 1899 el terreno se elev� 14 m y se calcula que en los �ltimos 4-5 mil a�os en la porci�n central de Alaska este valor alcanza hasta 40 m.

En la regi�n de la falla San Andr�s, los estudios de detalle que ah� se realizan est�n proporcionando una rica informaci�n. En el sector El Caj�n, en el sur de California, se detectaron desplazamientos debidos a una falla, con una velocidad media para los �ltimos 14 000 a�os, de 24.5 mm /a�o y se estableci� un periodo de 150-200 a�os para los terremotos.

En la isla Kiuroko de Jap�n, el cient�fico Yamashina Kenichiro y colaboradores, despu�s de un terremoto de 7.7 grados en 1983 reconocieron un hundimiento de la costa de 32 cm. Lo interesante es que desde 1964 no se hab�an apreciado cambios de altitud y tampoco en el a�o posterior al sismo.

Las observaciones continuas que se realizan en las regiones de fuerte actividad s�smica han revelado cambios en la velocidad de los movimientos verticales antes y despu�s de un sismo; por ejemplo, los registrados en la ciudad de Toshkent (antes Tashkent), capital de Uzbekist�n, de acuerdo con el cient�fico A. A. Nikonov, demostraron lo siguiente:

Entre 1930 y 1940 la diferencia vertical m�xima de movimientos verticales fue de 32 mm; de 1940 a 1965 fue de 52 mm; durante 1965 y hasta mediados de 1966 se registraron diferencias m�ximas de 65 mm (el terremoto fue en abril de 1966). En 1967 los valores descendieron a 31 mm. Los movimientos verticales se incrementaron a�os antes del sismo y disminuyeron br�scamente despu�s de �ste para volver a la misma intensidad.

El conocimiento de estos movimientos en los continentes y en las cuencas oce�nicas ha modificado los conceptos geol�gicos. La evoluci�n de la superficie terrestre se produce con una velocidad mucho mayor de lo que siempre se hab�a considerado. Por otro lado, las nivelaciones precisas peri�dicas son uno de los medios que se est�n aplicando para tratar de predecir sismos.

Hacia la mitad del siglo pasado los cient�ficos radicales sosten�an que la Tierra sufr�a una lenta evoluci�n, los cambios eran imperceptibles al hombre y duraban millones de a�os. Los conservadores trataban de conciliar ciencia y dogma religioso: la Tierra, en apego a la Biblia, no pod�a tener m�s de 6 000 a�os y la transformaci�n de su relieve se hab�a producido en periodos catastr�ficos de corta duraci�n. Las eras geol�gicas se reduc�an de millones de a�os a d�as.

Si consideramos que los sismos de gran intensidad en una misma regi�n se producen en periodos de 50-200 a�os y cada uno modifica la altitud original en cent�metros, obtenemos para un mill�n de a�os, velocidades equivalentes a las que dan origen a los sistemas monta�osos. �stos se forman no s�lo por movimientos imperceptibles o d�biles que s�lo registran los sism�grafos, sino tambi�n bruscos, violentos, aunque ocurran una vez en un siglo.

El conocimiento sobre los movimientos verticales y horizontales que afectan el relieve terrestre se enriquece constantemente. Las observaciones precisas son de pocos a�os a la fecha y se realizan, cada vez en mayor cantidad, con diversos m�todos, desde las nivelaciones geod�sicas hasta las mediciones precisas por medio de sat�lites artificiales.

En s�, cada uno de los movimientos tel�ricos no es un agente importante en la transformaci�n del relieve. Sin embargo, si consideramos su continuidad en una regi�n dada, por cientos de miles de a�os e incluso millones de a�os, su influencia debe ser sustancial.

Alta y Baja California se alejan

Una de las caracter�sticas del conjunto de placas litosf�ricas es que los l�mites de �stas son zonas de alta actividad s�smica. Esa caracter�stica se reconoce en Sudam�rica frente a las costas de Chile y Per�; despu�s, hacia el norte, marginal a Centroam�rica, hasta la zona de los estados de Colima y Jalisco; vuelve a aparecer en el Golfo de California, con sismos menos frecuentes, pero con aumento hacia la zona lim�trofe con Estados Unidos, donde esta franja se extiende por el interior de California, zona en la cual los temblores son muy frecuentes.

Anualmente se registran en el mundo algunos miles de temblores de tierra; los hay todos los d�as del a�o. Pocos son captados por los humanos; la inmensa mayor�a son de poca intensidad y s�lo quedan registrados en las estaciones sismol�gicas. Algunos de fuerza excepcional han dejado huella en el relieve, hecho de especial inter�s en las ciencias de la Tierra.

El sismo que destruy� la ciudad de San Francisco en 1906 produjo desplazamientos verticales de menos de un metro en la superficie, pero horizontales de hasta 6.4 m. Esto se reconoci� con claridad ya que diversas construcciones como casas, bardas y v�as de comunicaci�n que se dispon�an sobre la falla San Andr�s, causante del terremoto, fueron partidas y desplazadas. La tragedia tuvo tambi�n alg�n buen efecto posterior: proporcion� a los cient�ficos una gran informaci�n y fue adem�s, una motivaci�n para apoyar, en todos sentidos, investigaciones relacionadas con el problema, mismas que contin�an a la fecha con muy buenos resultados.

La falla San Andr�s es una ruptura de la corteza terrestre que se extiende a lo largo del estado de California, de San Francisco a Los �ngeles, y contin�a hacia el sudeste en lo que es la fosa del Golfo de California. A esta falla se asocian muchas m�s, aunque, en general, de dimensiones menores.

Se considera que el Golfo de California se form� por el desplazamiento de un bloque continental, que es la pen�nsula, en un proceso todav�a activo, con una velocidad promedio de 6 cm/a�o. Se supone tambi�n que se desplaza al noroccidente junto con la porci�n occidental de California, de tal manera que Los Angeles, en el bloque en movimiento, se acerca a San Francisco, en el bloque fijo (Figura 6). Aunque esto no es apreciable a simple vista, las huellas del movimiento son claras: destrucci�n de obras de ingenier�a (incluso edificios), tuber�as, carreteras, acueductos y otras.



Figura 6. Las fallas principales de California. Las flechas representan la direcci�n del desplazamiento (en: A. Nikonov, 1979).



Los estudios actuales permiten registrar movimientos peque�os no reconocibles a simple vista; as�, por ejemplo, a ra�z de un par de sismos en junio de 1992, con epicentro cercano a Los Angeles, el Instituto Tecnol�gico de Pasadena y los laboratorios Lawrence-Livermare determinaron que la ciudad se desplaz� al noroccidente 13 mm.

Mediciones geod�sicas recientes permitieron a Luc Ortlieb y sus colaboradores determinar que en cuatro a�os la costa de Sonora se desplaz� lateralmente 23 cm, con respecto a las islas vecinas del Golfo de California.

A los lados de la falla San Andr�s, en una distancia de 110 km se reconocen m�s de 130 cauces fluviales desplazados, de algunos metros hasta m�s de un kil�metro. Esto ha ocurrido en las �ltimas decenas de miles de a�os.

Respecto a velocidades de movimientos provocados por fallas, L. Lubetkin, M. Clarck y H. Keneth han determinado desplazamientos horizontales de incluso 3.5 cm a�o. Por otro lado, J. Perkins, J. Sims y S. Sturgen definieron que en los �ltimos 800 a�os la velocidad media de desplazamientos en la falla San Andr�s es mayor en el sur; de 29 a 41 mm/a�o, mientras que en el norte es de 12 mm/a�o.

En la zona de Ventura se han establecido velocidades de levantamiento vertical de 14 a 2 mm/a�o para los �ltimos 200 000 a�os, variando en intensidad y se calcula que, actualmente es de 55 mm/a�o en promedio.

En 1956 se estableci� que los movimientos de la falla San Andr�s no son continuos y regulares, sino que se producen por impulsos que ocurren en lapsos d�as y semanas, en alternancia con meses de tranquilidad. Desde entonces se pudo definir su periodicidad y predecir los impulsos con mucha precisi�n, con error de una a tres semanas. Sin embargo de 1985 a 1995 han ocurrido varios temblores en California sin que haya habido siquiera una predicci�n aproximada: a�o, trimestre, mes o semana de ocurrencia, lo que tampoco significa que en el futuro no se llegue a esto.

LA INFLUENCIA DE LOS HIELOS

Escandinavia se levanta

Hace 18 000 a�os, y aproximadamente hasta 60 000 a�os antes, la pen�nsula escandinava, al igual que la tierras m�s septentrionales, estaba cubierta por el casquete de hielo del polo norte, con un grosor que alcanz� m�s de 2 km en algunas zonas. Esa masa gigantesca de hielo debe de haber provocado un hundimiento de la superficie, de incluso cientos de metros.

Entre 18 000 y 10 000 a�os atr�s se produjo un cambio clim�tico: aument� la temperatura con el consecuente retroceso de los glaciares en una franja de hasta cientos de kil�metros, lo que debi� de tener por lo menos dos efectos importantes: ascendi� el nivel del mar inundando grandes planicies costeras y las zonas liberadas de la carga de hielo iniciaron un ascenso.O sea, un regreso al nivel anterior a la glaciaci�n.

Ya los pobladores de las costas del B�ltico hab�an reconocido en el siglo XVII que el mar se alejaba gradualmente. Antiguas obras ribere�as se encontraban cientos de metros tierra adentro. En el siglo XVIII se inician observaciones sobre las oscilaciones del nivel del mar en las costas de Suecia. El cient�fico del mismo pa�s, A. Celsius, calcul� entonces el ascenso del oriente de la pen�nsula y de Finlandia, en un metro por siglo, velocidad que fue confirmada por investigaciones posteriores. Asimismo, se ha precisado que �sta es variable en el territorio escandinavo y que llega a presentarse incluso de signo contrario, de hundimiento.

Actualmente se han establecido velocidades de emersi�n de la tierra firme, incluso de m�s de 10 mm/a�o en las costas suecas, aunque variables a lo largo de las mismas.

El ascenso de Escandinavia se produce con mayor intensidad en su porci�n central (Figura 7), la que se considera soport� el mayor grosor de hielo durante la �ltima glaciaci�n. Se han inferido tambi�n velocidades del pasado y as�, por ejemplo, se calculan las mayores de 13 a 8 cm/a�o hace 7 000-6 000 a�os y de 1 cm /a�o para la actualidad.



Figura 7. Velocidades actuales de levantamiento de Escandinavia y regiones contiguas (A. Nikonov, 1979). Las isol�neas representan velocidades de movimientos verticales en mm/a�o.

En la vecina Rep�blica de Estonia, L. Vallner; H. Siddvee y A. Torim definieron que una parte del territorio se levanta con velocidad de hasta 2.5 mm /a�o y otra se hunde 0.3 mm/a�o.

Las glaciaciones son un fen�meno de enfriamiento global y se ha establecido que ocurrieron en el pasado geol�gico, por lo menos en el prec�mbrico, hace m�s de 1 000 m.a., a principios y fines del paleozoico (500 y 280 m.a.). Mejor conocidas son las de los �ltimos 2.5 m.a, del pleistoceno. Se considera que en el �ltimo mill�n de a�os han ocurrido ocho avances de los hielos, en alternancia con retrocesos.

Movimientos en otras regiones

Despu�s de la glaciaci�n tambi�n se produjeron hundimientos que contin�an hoy d�a. �ste es un fen�meno com�n en algunas planicies costeras, inundadas por el aumento del nivel del mar que provoc� el deshielo. Aun cuando en �stas hubiera la tendencia al ascenso, el peso de la masa de agua, con un tirante de 100-200 m, frena la emersi�n e incluso invierte el proceso a hundimiento.

En la regi�n de San Lorenzo, Canad�, los hielos alcanzaron unos 3 000 m de grosor a fines del Pleistoceno. En los �ltimos 12 000 a�os, como resultado del deshielo, la superficie se elev� por lo menos 400 m; pero ya que la velocidad no es constante, se calcula que hace unos 7 000 a�os fue de hasta 8 cm/a�o y se redujo a unos mm hace 2 000-3 000 a�os.

En las costas del noroccidente del Golfo de M�xico se produce actualmente un hundimiento con velocidad de 1 mm/a�o. Aparentemente se debe a un incremento brusco del nivel del mar al final de la �ltima glaciaci�n, de por lo menos 50 m. En Nueva Escocia, Canad�, los hundimientos tienen una velocidad de 5 mm /a�o y de 5.3 mm /a�o en la cuenca de los C�rpatos occidentales.

El m�ximo hundimiento provocado por el peso de los casquetes de hielo se calcula en hasta 700-900 m.

No hay duda acerca de la influencia de los hielos de las altas latitudes sobre los movimientos actuales de levantamiento y hundimiento. Pero no es la �nica causa de �stos, ya que se reconocen en muchas regiones de la Tierra.

En general, los movimientos de levantamiento m�s intensos se producen en lo que fueron las zonas centrales de los glaciares, donde se presentaba el grosor mayor; los movimientos m�s d�biles y de transici�n a hundimiento tienen lugar en lo que fueron las m�rgenes glaci�ricas.

El fen�meno de Escandinavia despert� el inter�s del hombre por conocer con m�s precisi�n la extensi�n territorial de los movimientos actuales. Las observaciones realizadas en los �ltimos 30-50 a�os han permitido elaborar mapas de velocidades de �stas para Europa y Norteam�rica. Resulta que regiones que no fueron afectadas por capas potentes de hielo tambi�n se encuentran en actividad.

Un levantamiento de un metro por siglo equivale a 100 metros en 10 000 a�os, a 1 000 en 100 000 a�os. Esto es una velocidad extraordinaria para la escala geol�gica, que conducir�a a transformar las grandes planicies de Escandinavia y del occidente de la ex Uni�n Sovi�tica en altas monta�as en menos de un mill�n de a�os. Es poco probable que se trate de un fen�meno de esta naturaleza. Seguramente, una vez que la superficie alcance la altitud que ten�a antes de la glaciaci�n, los movimientos ser�n mucho m�s d�biles o nulos.

NOTAS

* La tect�nica de placas es el tema de un libro de Alejandro Nava, el n�mero 113 de La Ciencia para todos.

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