CONTRAPORTADA

En un d�a sin viento, se hace detonar a 2 mil metros de altura sobre la plaza central de la ciudad de M�xico una bomba nuclear de un megat�n (equivalente a la explosi�n de un mill�n de toneladas de TNT). Dos segundos despu�s se ha formado, a la altura de la detonaci�n, una bola de fuego caliente, muy luminosa, y una onda expansiva que choca contra la superficie. En los primeros diez segundos, en un radio de cuatro kil�metros, todas las construcciones quedar�n destruidas y no habr� sobrevivientes. Los l�mites de esta zona son, en c�rculo, el Aeropuerto, el Palacio de los Deportes, el Parque del Seguro Social, el monumento a la Diana cazadora y el Monumento a la Raza.

En un per�metro de dos kil�metros despu�s de este punto la presi�n generada derribar� la mayor parte de los edificios cuyo derrumbe acabar� con el 50% de los pobladores de esta zona, pues los vientos adquirir�n una velocidad de 300 kil�metros por hora. La explosi�n se dejar� sentir, medio minuto despu�s de la detonaci�n, en el anillo situado a 6 y 11 kil�metros de la plaza. Muchas de las estructuras de los edificios quedar�n da�adas y habr� un alto riesgo de incendios debido al calor generado que causar� tambi�n quemaduras en la piel de las personas. Adem�s, se romper�n todas las ventanas. A 11 y 16 kil�metros del centro, el da�o que cause la onda explosiva ser� menor, aunque es posible que una cuarta parte de la poblaci�n resulte con heridas de mayor o menor consideraci�n.

Tambi�n medio minuto despu�s de la explosi�n deja de ser visible la bola de fuego que, al ascender a gran velocidad, produce corrientes de aire que arrastran polvo y restos de las construcciones destruidas, para formar el triste mente c�lebre hongo nuclear. Una nube radiactiva formada por elementos activados durante la explosi�n y productos de la fisi�n del uranio de la bomba ascender� a veinte kil�metros de altura para luego caer lentamente —y causar m�s v�ctimas por radiaci�n— sobre regiones incluso alejadas de lo que fue M�xico-Tenochtitl�n. Un apocalipsis como no lo so�� San Juan ni ninguno de los que a lo largo de la historia han profetizado el fin de nuestro mundo y que, de no prevalecer la raz�n, nos guarda a la vuelta de la esquina, es el tema, escalofriante, de Armas y explosiones nucleares, libro escrito "con el fin de llevar al lector a asumir una posici�n comprometida en favor de la paz y el desarme".

La doctora Mar�a Ester Brandan obtuvo su licenciatura en f�sica en la Universidad de Chile y su maestr�a y doctorado en f�sica en la Universidad de Wisconsin. Actualmente es investigadora del Instituto de F�sica y maestra de la Facultad de Ciencias, establecimientos ambos de la UNAM, y ha publicado numerosos trabajos sobre f�sica nuclear y dosimetr�a.

Diseño: Carlos Haces/ Fotografía: Carlos Franco

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