IX. LA REPRODUCCI�N DE LOS ANIMALES MARINOS

EN EL mar la reproducci�n y el desarrollo de los animales se llevan a cabo en condiciones muy diferentes que las de los terrestres, lo que resulta natural si se consideran las caracter�sticas ambientales que este medio presenta.

La mayor�a de los animales marinos, tales como peces, equinodermos, moluscos, crust�ceos, gusanos, etc�tera depositan sus c�lulas masculinas o esperma y sus c�lulas femeninas u �vulos en el agua donde se unen, es decir se fecundan, y posteriormente se desarrollan; �stas cr�as, al llegar al estado adulto, producen numerosos huevos que, en ocasiones llegan a varios millones. As�, las aguas del oc�ano representan el vivero inagotable en el que nuevas vidas se desarrollan en cantidades fabulosas.

Fecundidad tan asombrosa viene a compensar las p�rdidas enormes que estos seres sufren debido a que en sus primeras etapas de desarrollo casi no presentan medios de defensa, adem�s est�n incapacitados para buscar resguardo y sometidos a muchas causas de destrucci�n. Las larvas delicadas de los seres planct�nicos perecen en cantidades asombrosas, mortandad incre�ble, s�lo compensada por la fecundidad que establece el equilibrio entre todos los organismos que habitan en los mares.

Debido a este elevado �ndice de reproducci�n, con frecuencia se forman verdaderos enjambres de densidad y extensi�n apenas concebibles. En una de las expediciones cient�ficas realizada por el barco Nacional, destinada al estudio de la vida en los mares, se encontr� una extensa zona invadida por el curioso organismo del g�nero Velella, llamado as� por tener el flotador formado por una expansi�n triangular a modo de vela. Las observaciones efectuadas por los investigadores permitieron evaluar que en los 500 kil�metros recorridos por el barco a trav�s de esta masa de seres exist�an m�s o menos 400 millones de velelas.

Es dif�cil poder escribir acerca de la reproducci�n y el desarrollo de los animales que viven en los oc�anos desde un punto de vista general, sin tener en cuenta los resultados alcanzados en el terreno experimental, en cuyo problema han trabajado infinidad de bi�logos.

En los erizos de mar, del g�nero Arbacia, los bi�logos han realizado experimentos memorables, como los de Hertwing en 1875, que antes de que se conociera la fecundaci�n y el desarrollo humano en su totalidad, permitieron suponer como se efectuaban estas funciones.

Este organismo necesita los dos sexos para producir huevos fecundados capaces de dar origen a una nueva generaci�n; el eminente bi�logo Loeb, en 1899, obtuvo un �xito rotundo al lograr sustituir la acci�n del elemento masculino por una serie de efectos fisicoqu�micos que hacen que el huevo empiece a desarrollarse.

Figura 21. Reproducci�n asexual por gemaci�n.

 

Desde entonces se ha establecido como pr�ctica obligada en los centros de investigaci�n biol�gica especializados en embriolog�a, rama de la biolog�a que se ocupa del estudio de la reproducci�n y desarrollo de los seres vivos, trabajar con organismos marinos, en los que el modo tan primitivo y sencillo de efectuar la reproducci�n, permite una intervenci�n experimental rica en deducciones y consecuencias de orden te�rico.

Los fen�menos de la reproducci�n de los animales en el oc�ano ofrecen determinadas y curios�simas modalidades. Una de las maneras m�s primitivas de reproducci�n es la asexual, en la que unos individuos proceden de otros por la diferenciaci�n de abultamientos o yemas, llamado gemaci�n, quedando, en ocasiones, unidos al que les dio origen, y formando, as� colonias numerosas y pobladas como las que se presentan en los p�lipos, corales y madr�poras, que pueden llegar a estructurar conjuntos de enormes dimensiones y aspecto bell�simo.

Estos animales que habitan en los oc�anos tambi�n pueden reproducirse por divisi�n de su cuerpo, ya sea binaria, como sucede en protozoarios y algunos gusanos, o m�ltiple, como se observa en gusanos que son capaces de cortar su cuerpo formando varios segmentos y de cada uno desarrollar un nuevo individuo.

Otro m�todo de reproducci�n es el sexual, en el que los individuos de uno y otro sexo originan sus elementos reproductores caracterizados por presentar la mitad de cromatina de la especie, es decir son haploides, con el fin de lograr una fecundaci�n, y recuperar el n�mero de cromosomas de la especie y, por lo tanto la diploid�a.

En general los animales marinos expulsan sus c�lulas sexuales, las cuales, vagando al azar en el agua, llegan a ponerse en contacto con las de otros organismos de la misma especie, dando lugar al huevo fecundado o cigoto, punto de partida de la siguiente generaci�n.

La reuni�n de los elementos reproductores en los seres en que la fecundaci�n es externa, se suele atribuir a una circunstancia fortuita; sin embargo, no se puede aceptar que quede al azar el �xito de una funci�n tan importante como es la reproducci�n, de la que directamente depende no s�lo la existencia individual, sino la colectiva de la especie. Despu�s de varios estudios, se sabe hoy que los gametos femeninos u �vulos de animales marinos esparcen en las aguas sustancias qu�micas perfectamente definidas que tienen la propiedad de que, aun en cantidades infinitesimales, atraen desde muy lejos, a los elementos masculinos o espermatozoides.

Esta respuesta qu�mica, llamada quimiotactismo, deja notar su efecto en muchos casos, no s�lo en la uni�n de la c�lulas reproductoras, sino en la aproximaci�n de algunos individuos de uno y otro sexo, cuando se trata de animales libres.

Entre los celenterados, se encuentran las an�monas de mar que pueden presentar reproducci�n asexual denominada de "laceraci�n pedal", en la cual van quedando atr�s partes del disco pedal con el que el animal se fija al suelo a medida que se mueve. Primero la an�mona, contrae r�gidamente su cuerpo e incluso el borde basal algo replegado, y emite una corona de peque�os fragmentos basales que rodean el cuerpo materno a modo de diadema; l5 d�as despu�s, cada fragmento desarrolla su propia boca y corona tentacular, y a la postre se forman nuevas an�monas en torno a la vieja.

Esta reproducci�n, que se puede considerar como una gemaci�n, presenta dos modalidades: en una se produce la emisi�n de una corona de fragmentos de tejidos, mientras la madre queda fija; y en la otra, la madre se desplaza sobre las rocas para ir dejando peque�os fragmentos. En el Jap�n existe una an�mona que puede soltar sus tent�culos y originar una nueva an�mona por cada uno de ellos, regenerando posteriormente los suyos.

La mayor�a de los an�lidos o gusanos anillados habitan sobre el fondo marino, dentro de �l o formando tubos donde se protegen. Algunos de ellos presentan reproducci�n sexual durante la cual liberan sus huevos y sus larvas en el agua, donde �stos quedan libres y buscan sitios deshabitados para desarrollarse y originar nuevos gusanos. Otros se encargan de localizar un "criadero" apropiado. Tambi�n existen an�lidos capaces de reproducirse asexualmente por divisi�n transversal como el g�nero Myrianida, o por gemaci�n como Syllis.

Entre los moluscos, con excepci�n de unas especies, se presenta fecundaci�n interna, pero en los cefal�podos �sta puede tener lugar en la cavidad del manto o fuera de ella, y en cualquier caso implica copulaci�n. En virtud de que la abertura o cavidad del manto es peque�a, uno de los brazos del macho, el cuarto en los pulpos y calamares, se ha modificado convirti�ndose en �rgano que facilita la c�pula, llamado hectocotilo, y su grado de modificaci�n var�a seg�n la especie present�ndose, en el g�nero Octopus, la punta del brazo con una depresi�n en forma de cuchara. Antes de la copulaci�n, el macho ejecuta diversos movimientos de exhibici�n que sirven para que la hembra pueda identificarlo.

Una vez que se lleva a cabo la fecundaci�n, los huevos agrupados por centenares en grumos o cordones de l0 a 50, son depositados sobre objetos s�lidos y cubiertos por una sustancia gelatinosa que se endurece por contacto con el agua del mar, dejando un espacio claro alrededor del huevo. Las hembras de algunas especies cuidan su descendencia, permaneciendo varios meses junto a sus puestas hasta que nacen las cr�as y durante ese tiempo limpian con los brazos las cubiertas de los huevos y las riegan con chorros de agua de su embudo.

Gran n�mero de calamares del g�nero Loligo se unen para copular y desovar al mismo tiempo, form�ndose en el fondo una verdadera pila en comunidad de tiras de huevos; poco despu�s del desove, sobreviene la muerte del adulto.

Otros moluscos, como los ostiones, presentan fecundaci�n externa produciendo un n�mero considerable de huevos, pudiendo llegar a 16 millones y, en ocasiones, hasta 60 millones; el profesor Lull, despu�s de minuciosos c�lculos, afirm� que de una ostra, si los individuos no murieran se llegar�a a formar en cuatro generaciones una esfera ocho veces mayor que el volumen de la Tierra.

Dentro de los peces cartilaginosos todas las especies de los escualos presentan fecundaci�n interna, es decir, que el macho deposita las c�lulas reproductoras, en el interior del cuerpo de la hembra en vez de liberarlos en el agua, pero por la forma de desarrollo del embri�n, las diferentes especies se ajustan a tres tipos distintos: los ov�paros, ovoviv�paros y los viv�paros.

La mayor�a de las especies de tiburones son ovoviv�paras, es decir, se desarrollan dentro de un huevo pero �ste se incuba en el �tero materno. En algunas, ya desde el instante de eclosionar los nuevos organismos se pone de manifiesto la capacidad depredadora de estos animales, porque en ocasiones la cr�a, falt�ndole cumplir algunas etapas de su desarrollo, antes de abandonar el claustro materno e iniciarse independiente en el mar, devora algunos de sus hermanos, lo que sin duda constituye un medio de regulaci�n de la poblaci�n.

Los peces �seos, como las sardinas, arenques, bacalaos, macarelas, bonitos, etc�tera son organismos que se reproducen de un modo cuantioso dando lugar a bancos inmensos que permiten la vida floreciente de la industria pesquera en todos los pa�ses del mundo, en los que d�a a d�a adquiere mayor volumen, representando una fuente de riqueza important�sima, y si se cuida, inagotable. Una hembra de arenque puede poner de 20 mil a 47 mil huevos y una de bacalao de 6 a 7 millones.

La reproducci�n es uno de los pasos mejor conocidos del ciclo biol�gico de las tortugas marinas. Llegada la �poca de reproducci�n, las hembras se concentran masivamente frente a determinadas zonas, generalmente playas, donde m�s tarde han de ir a realizar la puesta, la cual se desarrolla por fases escalonadas; cada vez, dependiendo de la especie, tiene lugar en una playa diferente y en conjunto cada hembra pone unos 400 huevos. Esto parece, sin duda, un mecanismo de seguridad para evitar la cat�strofe de que toda una puesta pueda ser destruida por los depredadores.

Mientras sus compa�eras colocan los huevos en los nidos, los machos se concentran tambi�n frente a las playas, esperando a que las hembras retornen para realizar la c�pula en el agua.

Este ins�lito comportamiento que parece sin sentido, se explica por el hecho de que los espermatozoides de las tortugas, dotados de una gran vitalidad, se mantienen vivos en los conductos reproductores de las hembras durante meses, pudiendo fecundar los �vulos, incluso a�os despu�s de la c�pula. As�, los huevos que pone una hembra fueron fecundados por los espermatozoides de la temporada pasada.

La eclosi�n de los nuevos individuos se realiza en un periodo muy corto, lanz�ndose las diminutas tortuguitas en una alocada carrera contra reloj para alcanzar el mar que tambi�n es su salvaci�n, ya que ese momento est� lleno de peligros al presentarse sus depredadores. En la actualidad se sabe que en algunas especies de tortuga como en Lepidochelys olivacea o tortuga golfina, el sexo se determina en relaci�n con la temperatura, ya que los huevos incubados a m�s de 30°C originan hembras, y los de menor temperatura machos.





Figura 22. Puesta de tortugas en las playas de Oaxaca, M�xico.

Entre los mam�feros marinos est�n las nutrias, cuyos machos suelen permanecer separados de las hembras, pero se acercan en cualquier momento del a�o, para realizar la c�pula, que tiene lugar en el agua tras un aparatoso cortejo.

El macho, de espaldas, se coloca bajo su compa�era, que adopta la misma postura, y la sujeta con sus poderosas manos; el apareamiento parece tener lugar con la hembra en la superficie. La gestaci�n dura de 240 a 270 d�as, al cabo de los cuales, en la orilla, nace un peque�o muy desarrollado, al que su madre lleva de inmediato al agua; tiene los ojos abiertos, el pelo semejante al de los adultos y los dientes de leche crecidos. Hasta los 3 a�os de edad, las nutrias no pueden reproducirse, y una hembra s�lo alumbra una vez cada 2 o 3 a�os.

Los pinn�pedos como el le�n marino, las morsas y las focas, se re�nen en grandes grupos para efectuar la muda y la reproducci�n. Grupos de machos y hembras llegan a las playas donde se llevar� a cabo la crianza y el apareamiento, permanecen ah� sin mezclarse; apenas 48 horas despu�s, los machos mayores y m�s fuertes se separan del grupo y dominan territorios rocosos, y muy pronto las hembras llegadas en primer t�rmino, comienzan a alumbrar sus cr�as.

A poco tiempo del parto las hembras abandonan a sus peque�os en la playa para ir al mar y los primeros d�a vuelven hasta cinco veces para amamantar a las foquitas, permaneciendo hostiles a los machos que intentan cortejarlas, a veces, con temibles mordiscos. Despu�s de unos diez d�as las visitas a los reto�os lactantes se espacian y su relaci�n con los machos mejora.

Dos semanas despu�s del parto, las hembras son receptivas y si al pasar cerca de alg�n macho se produce un cortejo, se lleva a cabo la c�pula en el agua, que dura de 15 a 20 minutos. Durante la misma, ambos animales desaparecen repetidas veces bajo la superficie y ascienden a respirar. La gestaci�n dura 350 d�as es decir hasta que machos y hembras vuelven a reunirse de nuevo en los mismos lugares y de esta forma, las focas adultas generalmente est�n pre�adas durante toda su vida, salvo dos semanas de cada a�o.

Figura 23. Grupo de elefantes marinos en los pe�ascos.

Se conoce muy poco de los h�bitos de reproducci�n de las ballenas, pero las escasas observaciones parecen mostrar que son mon�gamas, y que llevan a cabo largas ceremonias de galanteo y cortejo antes de la c�pula. En las " yubartas" o "gubartes", ballenas de garganta surcada de menor tama�o que los " rorcuales", que llegan a medir 15 metros, correspondiendo un tercio a la engrosada cabeza, el macho sigue resoplando a la hembra hasta que ella se dispone lateralmente sobre las aguas, ech�ndose a su vez, con el vientre hacia �l despu�s ambos se colocan verticalmente, dejando s�lo la cola, sobre el agua, y acaban por copular en posici�n vertical.

Las ballenas azules australes se acoplan en junio y julio en los mares c�lidos, y paren en el mismo sitio, un a�o despu�s, dado que la gestaci�n dura 12 meses. Casi siempre nace s�lo un peque�o, apenas provisto de grasa, por lo que hubiera muerto de haber nacido en las heladas aguas glaciales. Pesa 2 toneladas y mide aproximadamente 7 metros.

Durante cerca de siete meses el peque�o es alimentado por su madre mediante la nutritiva leche de los cet�ceos, que tiene mayor proporci�n de grasa y prote�nas y menor de agua, que la de los mam�feros terrestres.

El ballenato mama bajo el agua, lo que se facilita al salir la leche con fuerza, en forma de chorros intermitentes, de las mamas de la madre; mientras dura la lactancia la madre no puede quedar pre�ada de nuevo, de manera que s�lo alumbra cada 2 a�os.

La ballena gris, cuyas poblaciones mayores se localizan en las heladas aguas del Oc�ano �rtico en el Mar de Bering, se desplaza cada a�o, durante los meses invernales, hasta las bah�as y lagunas de la costa occidental de Baja California M�xico, y de Corea, recorriendo miles de millas para aparearse y dar a luz a sus ballenatos.

Los cient�ficos han determinado que el 90% de la poblaci�n mundial de estos cet�ceos se reproduce en aguas mexicanas y el 10% restante lo hace frente a las costas de Corea.

En Baja California, M�xico, principalmente terminan su viaje en las Lagunas de Ojo de Liebre y Guerrero Negro, llegando con una exactitud asombrosa al principio de diciembre, despu�s de recorrer 12 mil millas a una velocidad de entre 4 y 10 nudos. La hembra localiza un lugar de aguas templadas, en donde nace el ballenato, que mide entre 5 y 7 metros y pesa de 500 a 800 kilos, que comparados con las 35 toneladas que pesa la madre y los 15 o 18 metros que mide, son pocos.

Figura 24. Recorrido que realiza la ballena gris en sus migraciones de reproducci�n.


La cr�a es ayudada a subir a la superficie para que inicie su respiraci�n y comience su alimentaci�n tomando la leche de las mamas situadas en la regi�n ventral del cuerpo de la madre, la cual con sus m�sculos abdominales, la impulsa a la garganta de la cr�a.

Las hembras y los machos de la ballena gris se aparean y despu�s de la c�pula preparan su regreso hacia el Oc�ano �rtico en los meses de febrero o marzo, emprendiendo el largo viaje. Durante el resto del a�o los ballenatos se fortalecen y mientras en las hembras pre�adas se desarrolla la nueva cr�a; para fines del oto�o vuelven a iniciar su retorno a las aguas templadas de Baja California y Corea.

La tasa de reproducci�n en las ballenas no es elevada, l0 cr�as en el curso de la vida de cada hembra, pero s� suficiente para mantener inc�lumes los efectivos de la especie, a menos de que el hombre no las capture de manera irracional.

Las diversas y m�ltiples modalidades que la reproducci�n presenta en los animales marinos, se deben a que el estar sometidos a un medio benigno y favorable para la vida, como es el mar, les permite presentar un proceso reproductor con riqueza extraordinaria en sus diferentes aspectos y pasos, muchos de ellos de gran inter�s e ilustrativos en la interpretaci�n de esos fen�menos, para poder dilucidar su significado a lo que contribuye grandemente el hecho de que en los laboratorios se pueden efectuar curiosos experimentos en los que los hombres de ciencia, con su ingenio y sagacidad, han logrado asombrosos resultados.

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