INTRODUCCIÓN
Podría decirse que la química es la ciencia de las transformaciones de la materia. Durante un cambio químico, la apariencia de las cosas se modifica de manera radical. Por ejemplo, parece mentira que a partir de un metal muy activo (el sodio) y un gas tóxico verdoso (el cloro) se obtenga la sal con la que condimentamos los alimentos. Tampoco el leño que se mete a la hoguera en nada se parece a las cenizas que se recogen y a los gases que se producen durante su combustión.
Esa magia del cambio químico ha fascinado a la especie humana durante siglos. Es suficiente imaginar la cara de los primeros humanoides al ver el oscilante e inexplicable fuego durante una combustión, o la de quien por primera vez logró transformar las piedras ñen lustrosos metales! También debió ser espectacular el descubrimiento alquímico del mercurio. Basta calentar el mineral rojizo llamado cinabrio para ver cómo se empiezan a condensar las gotas de este bello metal líquido.
Aunque la explicación cientifica del cambio químico tardó muchos siglos en llegar, el hombre aprendió a transformar los materiales desde sus primeras épocas. En el primer capítulo de este libro citamos algunos casos notables logrados en el valle del Anáhuac y zonas circunvecinas, antes y después de la Colonia. Los dos capítulos restantes están dedicados a comentar otros tantos ejemplos de lo que la química puede hacer para transformar la materia. Es suficiente trastocar mínimamente la estructura de las moleculas para obtener nuevos productos, con propiedades totalmente diferentes. El primer ejemplo trata someramente la química del petróleo y el segundo la existencia y producción de moléculas gigantes, llamadas polímeros. En ambos comentaremos la situación de México.
Hoy, la química es considerada una ciencia básica. Con justicia se le denomina la ciencia central, pues se nutre de los resultados de la física y proporciona a la biología el fundamento molecular de los fenómenos en los seres vivientes.
Hace apenas 200 años que los trabajos de pioneros dieron base sólida y método científico propio a la química. Se trata, sin duda, de una ciencia joven. Sin embargo, ese tiempo relativamente corto ha servido para orientar al hombre hacia la transformación de la naturaleza. La química ha sido útil para obtener nuevos materiales, de los que estamos rodeados, para interpretar multitud de fénomenos, incluida la vida misma. No obstante, no siempre estas transformaciones inducidas se han llevado a cabo con el respeto que la naturaleza merece. En el proceso de sanear nuestra contaminada biosfera, la química también habrá de ser empleada como herramienta central.
El objetivo medular que se persigue es que el lector haga propios los alcances de esta ciencia y se percate de su presencia constante en la vida cotidiana del ser humano moderno, en este país y en el mundo entero. Intentamos, pues, compaginar este trabajo justificando así el nombre de esta serie: La Ciencia desde México.
Cuando se hace necesario empleamos palabras propias del vocabulario quimico, así como fórmulas; no hacerlo sería equivalente a querer narrar un partido de futbol sin mencionar tiro de esquina, pena máxima o ni siquiera, ñgol! Sin embargo, hemos puesto cuidado de no inundar el texto de tecnicismos que lo vuelvan ilegible. Es más, la incorporación del lenguaje químico se ha hecho paulatinamente. La densidad de conceptos y fórmulas es mayor hacia el final.
A lo largo de la obra hemos utilizado recuadros para explicar más detalladamente algunos términos usuales en la química. Estos recuadros podrán ser evitados por el lector conocedor, pero representan un microcurso de química para el no familiarizado con esta ciencia, como un estudiante de secundaria, por ejemplo.
Resulta perentorio presentar al mexicano común y corriente una imagen útil y cotidiana de la química. Es indispensable modificar radicalmente los esquemas predominantes de la difusión y la enseñanza de las ciencias. Para lograrlo se requiere incorporar tempranamente temas de la química orgánica, como los que se presentan en los capítulos II y III de esta obra. En resumen, esperamos que la lectura de este libro proporcione una idea realista e interesante de la ciencia central, que motive al lector a la profundización y venza, en por lo menos algún estudiante, la fobia existente hacia el aprendizaje de las ciencias. Si ello ocurre, los autores estaremos satisfechos, pues estamos convencidos de que este país no irá a ninguna parte sin más y mejores científicos e ingenieros.
Casi seis años después de haber escrito la primera introducción, nuestro pensar no se ha transformado un ápice respecto a los objetivos que guiaron la escritura de esta obra. No obstante, nuestro mundo sí ha evolucionado a velocidad impensable. Los cambios en nuestro país han sido fundamentales, por lo menos en los aspectos económico y ambiental.
Del tequesquite al ADN se ha vuelto una lectura común para muchos estudiantes del bachillerato, gracias a la estupenda acogida que le dieron un sinnúmero de profesores. Nos ha tocado analizar el libro en una multitud de escuelas y gozar con el hecho de que reseñas del mismo hayan sido premiadas en el concurso Para leer la Ciencia desde México. En esas ocasiones, al conocer los puntos de vista de los lectores jóvenes, se hizo transparente para nosotros la necesidad de actualizarlo. En los alumnos surgían nuevas preguntas que la primera edición no alcanzaba a resolver: ¿qué es la gasolina Magna Sin? ¿Y el diésel Sin? ¿Y los convertidores catalíticos de los autos? ¿Todavía no se hacen detergentes biodegradables en México?
Las transformaciones más importantes de esta revisión afectaron esencialmente al segundo capítulo, aunque los otros dos también las sufrieron. El resultado nos vuelve a dejar satisfechos. Veremos cuánto tiempo nos dura la satisfacción. Suponemos que poco, pues cada día prospera una conciencia ambiental más clara, más equilibrada y más profunda. La industria química realiza esfuerzos importantes dirigidos hacia el bienenestar de sus trabajadores, sus consumidores y el medio ambiente, así que su metamorfosis continuará. Y con ella la de Del Tequesquite al ADN.
A NDONI
GARRITZ
J OSÉ
ANTONIO
CHAMIZO
Enero de 1994
![]()