II. LA MATERIA VIVIENTE

UN ABUELO ALQUIMISTA

EL VIEJO m�dico Jan Baptiste van Helmont era un esp�ritu del Renacimiento: ten�a sus resabios de alquimista seguidor de Paracelso pero efectu� un experimento por el que podr�a ser considerado el abuelo de la fisiolog�a vegetal. Pes� cierta cantidad de suelo, tom� un arbolillo joven, lo pes� y lo plant� en �l; por cinco a�os lo reg� y cuid�, tras de lo cual lo sac� y lo pes� anotando que hab�a aumentado 164 libras; pes� de nuevo el suelo y advirti� que solamente hab�a disminuido 2 onzas; no lo crey� importante y concluy� que "por tanto 164 libras de madera, corteza y ra�ces se produjeron por transformaci�n del agua solamente". La conclusi�n es falsa, pues el aumento de peso del �rbol incluye las onzas de suelo faltantes que son el nitr�geno, f�sforo y dem�s elementos y se debi� primordialmente a la fijaci�n del bi�xido de carbono del aire por fotos�ntesis, pero es muy buen ejemplo del esp�ritu experimental y cient�fico que renac�a a fines del siglo XVI.

A mediados del pasado siglo ya se sab�a que la planta toma elementos qu�micos del suelo y bi�xido de carbono del aire; Boussingault demostr� que aunque el aire contiene mucho nitr�geno la planta no puede utilizarlo y lo toma del suelo. Por esos a�os Liebig estableci� la ley del m�nimo seg�n la cual el desarrollo de la planta depende del nutriente que se encuentre en la cantidad m�nima en el suelo en relaci�n con lo que la planta exige. Posteriormente esta ley se ampli� para todos los factores que gobiernan la vida de la planta, al establecer Blackman que el desarrollo del vegetal est� limitado por aquel factor que se encuentra al m�nimo.

En efecto, si una planta crece en el suelo con cierta deficiencia de nitr�geno y f�sforo y una fuerte deficiencia en agua, no se lograr� mejorar su desarrollo aumentando los nutrientes sino, ante todo, elevando la cantidad de agua en el suelo pues �sta es su mayor carencia, su limitante. En realidad lo �nico que un agrobi�logo debe hacer para merecer su salario es aplicar la ley de los factores limitantes pues suprimiendo el limitante se elevar� la producci�n del campo en un caso determinado y �sta es la funci�n del agr�nomo.

Desde luego, esto se dice f�cilmente, pero no siempre es f�cil hacerlo. El factor limitante puede ser conspicuo o tan escondido que ni siquiera se sospecha su existencia y tomar� tiempo y esfuerzo descubrirlo; una vez identificado deber� ser suprimido o disminuido, lo cual puede ser dif�cil. Si el factor es imposible de cambiar en el campo, como una temperatura inadecuada para un cultivo, ser� preciso cambiar la variedad o aun la especie cultivada, pues si no se suprime el factor limitante —temperatura— toda fertilizaci�n, aumento de riesgos u otro esfuerzo ser� en vano.

Cuando un factor limitante se va cubriendo poco a poco por medio de insumos constantes y repetidos, la planta va normalizando paulatinamente su fisiolog�a. Llegar� el momento en que el factor ya no sea limitante y entonces ya no habr� respuesta fisiol�gica. La manera en que esto sucede es establecida por la ley de los retornos decrecientes, seg�n la cual a cada insumo del factor limitante se tiene un aumento en la respuesta —rendimiento, por ejemplo—, pero cada respuesta es menor a la anterior hasta que llega a ser cero, o sea, que ya no hay incremento en el desarrollo. As�, si se agrega una cantidad X de nitr�geno a un suelo pobre, se elevar� el rendimiento quiz� al doble; si se vuelve a adicionar la misma cantidad X de nitr�geno volver� a elevarse el rendimiento, pero bastante menos que la primera vez, y as� sucesivamente hasta que ya no haya respuesta. Cuando se llega a este punto no se debe pensar que ya se tiene el rendimiento m�ximo; lo que sucede es que ahora el limitante es otro factor al cual habr� que ponerle remedio.

La ley de los retornos decrecientes tiene un valor general pues se observa en la respuesta de plantas, animales y hombre; y no tan s�lo respecto a los nutrientes, sino a cualquier tipo de est�mulo. Su importancia en biolog�a aplicada es enorme pues permite predecir, entre otras cosas, el punto en que es econ�mico aplicar un factor (nitr�geno, agua, etc.) con respecto al aumento en rendimiento consiguiente. La ley de los factores limitantes tambi�n tiene un valor general para todos los seres vivos y para sus diversas acciones. Ambas leyes norman el desarrollo biol�gico, en interacci�n con el medio ambiente expresado en forma matem�tica.

COMIENDO SUELO

Excepto por el ox�geno necesario para respirar y el bi�xido de carbono preciso para hacer az�car que son tomados del aire, la planta toma del suelo el agua y todos sus nutrientes minerales. Una planta necesita alrededor de 25 elementos qu�micos para hacer sus compuestos; cuatro o cinco de ellos los precisa en cantidades altas; otros en cantidades peque��simas. Sin embargo, cuando se dice que un elemento es esencial significa que la planta no puede vivir en su ausencia aunque lo necesite en proporci�n de una d�cima de miligramo, por cada kilogramo de peso de la planta. Muy generalmente estos elementos aplican como fertilizantes foliares, mojando el follaje con una soluci�n de ellos.

El elemento m�s importante por la cantidad en que se necesita es el nitr�geno. Lo que vive en el cuerpo de la planta es el protoplasma de sus c�lulas, el cual est� formado por compuestos llamados prote�nas que contienen nitr�geno. El nitr�geno del suelo no proviene de la disgregaci�n de rocas, y excepto por cierta cantidad que se fija del aire al suelo por efecto de la tormentas el�ctricas, as� como por peque�as cantidades fijadas por actividad de unas bacterias, todo el nitr�geno proviene de restos de seres vivos. �stos son atacados por bacterias del suelo que los llevan hasta la forma qu�mica de nitrato, y as� es como el nitr�geno se encuentra en el suelo.

Los nitratos son fracciones de mol�culas llamadas iones que constan de nitr�geno y ox�geno. Las plantas absorben del suelo los iones nitrato pero van a formar prote�nas y para ello deben separar el nitr�geno del ox�geno y juntarlo con hidr�geno para formar iones amonio; este proceso se denomina reducci�n del nitr�geno. Seguidamente el ion amonio se liga a un �cido para formar un amino�cido; las mol�culas de prote�na se constituyen por cientos de amino�cidos y constituyen la materia viva, as� que las prote�nas coloidales en agua son el asiento de los fen�menos que llamamos vida. Todo el proceso de s�ntesis proteica exige mucha energ�a para llevarse a cabo y es aqu� donde la planta —que no se mueve ni mantiene estable su temperatura— invierte casi toda la energ�a de su respiraci�n.

Hasta hace pocos a�os la s�ntesis de las prote�nas permanec�a en el misterio: se sab�a cómo se deshacen pero no c�mo se hacen. Los estudiosos de la fisiolog�a animal hab�an ideado m�todos para estudiar la digesti�n. El procedimiento es el siguiente: se ata una esponja a un cordel largo, se empapa en jugo de carne y se la hace tragar a un perro; minutos despu�s se tira del cordel, se saca la esponja y se analizan las sustancias que la impregnan. Otra variante: se hace tragar una esponja a un can, se la saca impregnada de jugo g�strico, se exprime sobre un suculento trozo de carne en un recipiente y se puede estudiar la digesti�n in vitro, o sea, fuera del organismo. Tercer procedimiento: se practica un orificio o f�stula en el est�mago de un perro y se le coloca un tap�n; se alimenta al animal y cuando est� digiriendo se quita el tap�n y se drenan los productos de la digesti�n que pueden ser analizados sin problemas, y el can se queda sin su cena. Este tipo de experimentos y otros muchos peores explican por qu� decid� dedicarme a la fisiolog�a vegetal y no a la animal.

Justo es decir que la experimentaci�n con animales ha sido necesaria para el avance de la fisiolog�a humana. Muchas muertes y mucho dolor humano se han evitado por la labor de los cient�ficos, sin duda muy lejos de sentimientos de crueldad, pero que juzgaban preciso —y lo era— conocer el funcionamiento del organismo. Por otra parte fueron experimentos efectivos y ense�aron que las grandes mol�culas de prote�na se rompen en otras m�s peque�as llamadas polip�ptidos; �stos se fraccionan en otras menores, las peptonas, y �stas se rompen al fin en amino�cidos.

Se postul� entonces que las prote�nas se sintetizar�an siguiendo el mismo camino pero al rev�s. Sin embargo esto no explica la singularidad y la unicidad del ser vivo: �c�mo es que yo soy siempre yo, diferente de cualquier otra persona?, �c�mo es que mi cuerpo es siempre fiel a su qu�mica aunque se reconstituya con diversos alimentos cada d�a? Si al digerir a las prote�nas las desintegro hasta amino�cidos cabr�a esperar que al asimilar el alimento los amino�cidos se reunieran al azar y la qu�mica de mi cuerpo cambiar�a de modo caprichoso. En todo caso ser�a m�s l�gico que al comer chuletas se reconstituyeran prote�nas de cerdo y al desayunar huevos se rehicieran las prote�nas del huevo. No es as�; mis prote�nas son siempre las mismas, las m�as; mi cuerpo es siempre fiel a sí mismo. As� pasa con las plantas: el frijol es frijol y el ma�z es ma�z: aunque crezcan sobre el mismo suelo y aunque sus ra�ces absorban los mismos elementos qu�micos la qu�mica de sus cuerpos es diferente.

Este misterio empez� a develarse hasta hace unos treinta a�os. De modo muy sumario, sucede lo siguiente: dentro del n�cleo de la c�lula van los cromosomas que son fibrillas o hilillos compuestos de una sustancia de nombre tan largo que se acostumbra nombrar por sus siglas: el ADN (�cido desoxi-ribo-nucleico); aqu� van los mensajes bioqu�micos. El ADN permanece en el interior del n�cleo cubierto de influencias qu�micas exteriores y es el que da la permanencia qu�mica al individuo, planta o animal. Sus mensajes son llevados al protoplasma celular por un compuesto muy parecido, el ARN (�cido ribonucleico) que es el encargado de "ensartar" a los amino�cidos y hacerlos ordenarse en series definidas por el mensaje del ADN; as� que aunque los amino�cidos provengan de prote�nas del frijol o de la carne o del huevo, van a formarse en una serie prescrita por el ADN del individuo que los comi�. El proceso se conoce con mucho detalle pero una exposici�n as� queda para un texto de fisiolog�a celular; sin embargo, se encontrar� m�s sobre este t�pico en el cap�tulo IV: El programa vital, "La informaci�n para la vida".

Cuando una planta o animal muere, su cad�ver es desintegrado por bacterias y sus prote�nas se descomponen en amino�cidos, los que prosiguen transform�ndose hasta llegar a compuestos nitrogenados que forman el humus o mantillo, "tierra de encino pa' las macetas" que a�n gritan los vendedores, y el proceso de transformaci�n se contin�a hasta llegar a formarse nitratos. �stos son tomados por nuevas plantas en desarrollo que necesitan hacer prote�nas y que, a su vez, morir�n en el futuro para repetir el ciclo. Si la planta es comida por un animal el proceso ser�a: planta (prote�na)-animal (prote�na)-cad�ver-humus-nitrato-nueva planta, etc. "Polvo eres y en polvo te convertir�s"; o expresado cient�ficamente "devolver�s tu nitr�geno al suelo, de donde vino".

El ciclo del nitr�geno tiene gran importancia en la agricultura y la ecolog�a. Si no regresa al suelo en cantidad igual a la que extrajeron las plantas; la tierra se ira empobreciendo en nitr�geno entonces la cubierta vegetal que pueda soportar ser� menor y as� se ir� acentuando la carencia del elemento hasta que el campo se convierta en un erial. Lo mismo puede decirse de los dem�s elementos pero el nitr�geno es el que las plantas tornan en mayor cantidad. En condiciones naturales las hojas de los �rboles y las plantas que se secan yacen en el sitio en que nacieron y devuelven al suelo el nitr�geno extra�do; pero cuando el hombre levanta una cosecha los elementos extra�dos del suelo son llevados al mercado, ingeridos por el hombre y —en formas qu�micas y a trav�s de lugares innombrables— son drenados a los r�os. En pa�ses de desarrollo pobre e incierto o nulo, la poblaci�n en desorbitado crecimiento obliga a extraer grandes cosechas y la pobreza cultural y econ�mica impide fertilizar adecuadamente; la conjunci�n de ambos fen�menos es una firme promesa de hambre en el futuro.

COMEDORES DE AIRE Y COMEDORES DE PROTE�NA

El aire contiene un 79% de nitr�geno, un 20% de ox�geno, 0.03% de bi�xido de carbono y otros gases en cantidades menores. (Estas cifras no se aplican a la ciudad de M�xico, desde luego). Cuando el aire entra a mi cuerpo el ox�geno se combina con ciertas mol�culas y me sirve para respirar; los otros gases no encuentran con qui�n ligarse y salen como entraron; lo mismo sucede en los hongos. Las plantas verdes son m�s h�biles: se quedan con el ox�geno para respirar y con el bi�xido de carbono para hacer az�cares por fotos�ntesis; pero el nitr�geno entra y sale. Hay unos humildes seres unicelulares que si saben "enganchar" el nitr�geno del aire y se apoderan de �l para hacer prote�na; son unas bacterias que viven en la tierra.

Las bacterias que fijan el nitr�geno del aire al suelo se llaman Azotobacter y Clostridium y no deben confundirse con las que transforman las prote�nas a nitratos cuyos nombres son Nitrosomas y Nitrobacter. Las primeras enriquecen el suelo con nitr�geno del aire; las segundas solamente lo transforman qu�micamente. Las bacterias fijadoras de nitr�geno tienen un primo hermano que no vive en el suelo sino en las ra�ces de las leguminosas (alfalfa. frijol garbanzo etc ), que son muy eficientes para fijar el nitr�geno del aire. Por esta raz�n dichos cultivos no agotan el nitr�geno del suelo; m�s a�n, puede sembrarse una leguminosa; dejarla crecer hasta que est� pr�xima a florear y entonces cortarla e incorporarla al suelo aumentando as� su contenido de nitr�geno pues todo el que exist�a en el cuerpo de la planta proven�a del aire. �sta es la t�cnica del abono verde y yo pude ver sus efectos en el desarrollo del trigo en un campo experimental donde; despu�s de enterrar tr�bol (Melilotus) el cereal dio el doble de rendimiento que antes de hacerlo.

�Por qu� algunas c�lulas pueden utilizar solamente el ox�geno del aire, otras ox�geno y bi�xido de carbono y otras el nitr�geno?

Las mol�culas de los gases que forman el aire solamente pueden tomar parte en un proceso org�nico si reaccionan con una mol�cula del organismo, o sea que necesitan una mol�cula receptora a la cual "engancharse". Pero para que ello suceda necesitan levantar su nivel de energ�a para acoplarse al receptor. Las mol�culas que proveen la energ�a, sin las cuales la vida sería imposible, se llaman enzimas. No dan energ�a solamente en procesos como la fotos�ntesis o la respiraci�n, sino en muchas otras transformaciones qu�micas; sin enzimas, la digesti�n, que ocurre en dos o tres horas aproximadamente, tomar�a meses en ocurrir.

Los animales tenemos una enzima, la citocromooxidasa, que activa al ox�geno y nos permite respirar. Las plantas verdes tienen, adem�s carboxidismutasa, que activa al bi�xido de carbono para formar el az�car. Las bacterias nitrogenantes del suelo poseen nitrogenasa, con la que activan al nitr�geno gaseoso, libre, del aire, que es muy inerte de por s� y lo hacen reaccionar con mol�culas de su cuerpo qued�ndose con �l para hacer prote�na. Y surge la pregunta: �por qu� yo no tengo las enzimas carboxidismutasa y nitrogenasa? Si �ste fuera el caso, al aspirar aire no obtendr�a tan s�lo energ�a por la respiraci�n, sino que har�a az�cares y prote�nas. �Habr�a resuelto mis problemas b�sicos!

La ciencia puede explicar por qu� unas c�lulas son capaces de efectuar ciertas reacciones y otras no; podr� explicar por qu� unas c�lulas han evolucionado hacia cierto destino y otras hacia otro; puede incluso decirnos el c�digo que el ADN utiliza para ordenar que se forme tal o cual enzima. Pero a la pregunta trascendental de "�por qu� yo no y esa est�pida bacteria s�?", la ciencia no puede responder. Porque la ciencia es un sistema l�gico que permite dar explicaciones a fen�menos concretos; cuando y en tanto los hechos observados est�n de acuerdo con la explicaci�n te�rica diremos que tenemos una verdad cient�fica, pero si los hechos pueden tener otra explicaci�n m�s l�gica o se descubren nuevos hechos, la verdad cient�fica deja de ser operante. Las verdades cient�ficas, aunque tengan muchas veces un valor general, son siempre temporales pues en principio est�n sujetas a revisi�n y son de orden diferente a las verdades inconmovibles, eternas, a las que queremos asirnos en nuestros momentos de debilidad o desesperaci�n.

Pero no hay que despreciar las verdades cient�ficas: por peque�as y perecederas que sean nos han tra�do de habitar en una cueva a vivir en una casa con el clima regulado. Y sobre el t�pico de las enzimas nos han ense�ado mucho. Sabemos cuál es la enzima responsable de la fijaci�n del nitr�geno; sabemos cu�l es el c�digo —o sea el gene— con que el ADN ordena que la c�lula sintetice dicha enzima, y sabemos d�nde se localiza dicho gene en la larga cadena de ADN. Con estos conocimientos se trabaja en los laboratorios de ingenier�a gen�tica para implementar el gene de fijaci�n del nitr�geno en las gram�neas para tener patizales muy productivos que no habr�a que fertilizar. �Y los cereales? �Cu�ntos miles de millones de pesos se gastan para a�adir nitr�geno a los campos de trigo, ma�z y arroz?

Se dir�, � y por qu� no implantar el gene de las leguminosas en mis c�lulas para aprovechar directamente el nitr�geno del aire? Por simple que parezca un proceso qu�mico celular exige un complicad�simo sistema de mol�culas que acepten ser oxidadas o reducidas que reaccionen entre s�; debe haber tambi�n enzimas y transportadores de energ�a, etc. Nuestro organismo difiere tanto del de una planta que ser�a del todo insuficiente adicionar una enzima para cambiar todo el proceso pues la enzima carecer�a del equipo bioqu�mico que posibilita su acci�n.

Somos, y seguiremos siendo, comedores de prote�na. La prote�na est� en todo ser vivo y si comemos cerdo y no ratones o si preferimos carne a frijoles es cuesti�n de gusto. El problema del alimento proteico se ha vuelto serio y se ha pensado en resolverlo acudiendo a fuentes poco usuales pero capaces de proporcionarlo, como los insectos. En realidad, en casi todos los pa�ses se consumen algunos tipos de alimentos que horrorizan a los americanos, consumidores irredimibles del m�sculo de res en su forma m�s primitiva, simplemente asado. En M�xico siempre se han consumido diversos insectos, quiz� m�s como delikatessen, antojo o botana que como alimento serio; pero de ser necesario podr�an ser parte importante de la dieta por su valor nutricional y su bajo costo de cr�a; son bien conocidos los gusanos de maguey, "chapulines" o saltamontes, algunas especies de hormigas "mieleras", etc., pero existen much�simos otros que son tambi�n consumidos; un cat�logo muy amplio lo presenta Julieta Ramos de Conconi en: Los insectos como fuente de prote�nas en el futuro (Editorial Limusa).

Como en el caso del cultivo y consumo de algas considerado en el cap�tulo I, la necesidad de llegar al extremo indeseable para muchos de comer grillos al jerez o cucarachas en salsa blanca ha quedado en suspenso temporalmente por el desarrollo de nuevas t�cnicas de cultivo en el campo y en ambiente controlado. El cultivo en condiciones de total control incluye la manipulaci�n de los factores de clima (luz y temperatura) y del suelo; de hecho el suelo no existe, pues es sustituido por una soluci�n nutritiva que contiene todos los elementos necesarios para la vida de la planta en cantidades suficientes y equilibradas. Como ya se dijo, en estas circunstancias los rendimientos son muy superiores a los obtenidos en el campo.

LAS MOL�CULAS DEL ENSUE�O

Adem�s de las prote�nas, hay otros compuestos que llevan nitr�geno en su mol�cula: son los alcaloides. Por desconocer su papel en la planta y dado que es natural al hombre juzgar que lo que no conoce o entiende no sirve para nada, se supuso que los alcaloides son productos de desintegraci�n de las prote�nas y meras sustancias catab�licas, o sea simples desechos. Ahora se ha rectificado este juicio al menos en algunos casos. Y por otra parte, sea cual fuere la funci�n que los alcaloides tengan en el organismo vegetal que los produce, su acci�n en el organismo animal es importante.

Muchos alcaloides se conocen de antiguo: las propiedades de la amapola adormidera eran conocidas por los asirios, y el m�dico y bot�nico griego Diosc�rides describi� en el siglo I al opio compuesto que se encuentra en los frutos verdes de la amapola y que tiene entre sus componentes a la morfina. Este alcaloide es un poderoso relajante del sistema nervioso, pues bloquea el dolor. �ste es su principal uso en la medicina, pero tambi�n bloquea otros centros de la porci�n del cerebro llamada hipot�lamo, produciendo un estado de sue�o anest�sico.

El hipot�lamo es un �rgano cerebral de gran importancia: es el centro de sensaciones como sed, hambre, los impulsos sexuales y la ira; adem�s, liga al sistema nervioso con el sistema hormonal, es decir, enlaza los centros de donde parten los mensajes nerviosos con los centros de mensajes hormonales coordinando as� muchas actividades org�nicas. La morfina efect�a su acci�n adhiriéndose a lugares determinados (receptores) de las c�lulas nerviosas, y es muy interesante que el hipot�lamo sintetice sustancias de estructura qu�mica parecida a la morfina; tales son las endorfinas que se adhieren a los mismos receptores que la morfina, de manera que el organismo lleva en s� mismo un sistema de bloqueo al dolor y relajamiento a la fatiga.

Es curioso que el organismo animal responda a compuestos qu�micos hechos por organismos tan diferentes como lo son las plantas superiores; en realidad, aunque el hecho es bien conocido se ignora su causalidad o determinismo. Una hip�tesis atractiva con apoyos en la observaci�n es la siguiente: los seres muy primitivos, unicelulares todos ellos, desarrollaron la habilidad de sintetizar mol�culas con las que se comunicaban entre s�; sustancias de este tipo se han encontrado de hecho en seres unicelulares y en los interesantes bichos llamados mixomicetos, que son en una etapa de su vida amibas y en otra conjuntos c�lulares como hongos, y aun en los insectos cuyas feromonas son atractivos sexuales que act�an a trav�s de kil�metros de distancia (un vistazo al papel de las sustancias de comunicaci�n en los mixomicetos se encuentra en el profundo y regocijante libro The Center of Life escrito por L. Cudmore, Time Books). Millones de a�os de evoluci�n dieron por resultado la formaci�n de grupos muy diferentes de organismos separados en las grandes ramas de animales superiores y vegetales superiores, culminaci�n de una largu�sirna evoluci�n divergente. Pero las mol�culas que se formaban en los seres primigenios a�n se forman, pues en cierto sentido los genes son eternos e inmutables, y si por su estructura general el organismo que las produce ya no responde a dichas mol�culas —lo que no est� demostrado— s� evocan respuestas en el organismo animal (v�ase la revista The Sciences, mayo-junio de 1987).

Algunas de estas mol�culas tienen propiedades analg�sicas y somn�feras, pero hay otras que provocan estados de alucinaci�n en los que el cerebro evoca im�genes y colores de gran belleza y un estado general indescriptible de sublimaci�n de los sentidos y de la personalidad. Por ello es que los hombres de muy diversas culturas han consumido o a�n consumen el peyote y los hongos alucin�genos, en reuniones m�sticas y siguiendo rituales sagrados para penetrar en el mundo de los dioses y tomar contacto con la realidad profunda de las cosas.

El hombre es un animal de ideales: quiere conocer, quiere trascender, llegar m�s all�, ser algo m�s: ésa es su grandeza, fallar en la empresa es su miseria. Incluso pueblos que tachamos de primitivos guardan este anhelo de comprensi�n total, de inmersi�n en el infinito y usan los alucin�genos respetuosamente, religiosamente (ve�se Los dos nacimientos de Dionisios por R. Graves, editado por Seix Barral). Ha quedado para nuestra �poca, en que el �xito ha coronado a la rebeli�n de las masas que temiera Ortega y Gasset y ha propiciado la aparici�n de una numerosa clase media rica en dinero y pobr�sima en cultura moral e intelectual, el convertir los alucin�genos en una diversi�n de la lumpen-cultura caracter�stica de esta clase. La idiotez siempre paga un precio; en este caso es la locura, el vac�o mental y el suicidio.

Porque enso�ar el ideal debe ser cosa seria y fracasar en la realidad so�ada puede ser terrible. Yo no he experimentado con drogas alucin�genas pero s� que todo hombre lleva dentro de s� "alucin�genos" que lo hacen aspirar a grandes empresas, a so�ar en mundos de belleza y de justicia, a querer realizar fantas�as irrealizables. Ser� sin duda un esp�ritu muy �rido quien no haya sentido alguna vez un "dulce so�ar y dulce congojarme / cuando estaba so�ando que so�aba / dulce gozar con lo que me enga�aba / si un poco m�s durara el enga�arme ".1 [Nota 1]

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