CONTRAPORTADA

En este libro la autora nos conduce a trav�s de los momentos m�s significativos que marcaron la historia de lo que llegar�a a ser la qu�mica y nos muestra a las principales figuras que, con sus aportaciones, determinaron el rumbo de este camino. El viaje lo iniciamos en las postrimer�as de la Edad Media, �poca en que prevalec�an los conceptos complejos y herm�ticos de la alquimia, y lo finalizamos en los albores del siglo XIX, cuando empieza a dominar la escena la claridad de la teor�a at�mica de Dalton y de Avogadro.

Nos encontramos primero con Zen�n, un fraile que se atreve a cuestionar las hasta entonces consideradas "verdades incontrovertibles" y que no acepta el hecho fundamental que plantea la alquimia acerca de la posibilidad de la transmutaci�n de los metales ordinarios en oro y plata, por lo que es considerado por su maestro como "pretencioso y rebuscado". Este aprendiz deja un manuscrito en donde expone sus dudas acerca de que la materia est� constituida por �tomos iguales, como planteaba Anax�goras.

Aparece a continuaci�n la figura de Paracelso, quien se caracteriz� por su irreverencia hacia el pasado, porque realizaba curaciones con sales y minerales y aseguraba que las enfermedades eran causadas por agentes externos al hombre. Vivimos la gran expectaci�n que existe en Basilea ante su llegada: por sus ideas innovadoras provoca indignaci�n entre los maestros y entusiasmo entre los estudiantes.

Lo siguen George E. Stahl, el creador de la teor�a del flogisto; Lavoisier, c�lebre por su rigor experimental, quien publica el Tratado elemental de qu�mica, punto de partida de la ciencia moderna; Enrique Cavendish, enfrascado en su af�n por demostrar su idea de los "aires facticios"; Juan Dalton, quien afirma que la materia no es infinitamente divisible, y otros qu�micos o notables.

Aparte de lo interesante que resulta la presentaci�n de quienes no se conformaron con lo establecido y buscaron nuevos caminos, un atractivo muy especial de este libro lo constituye la forma en que la autora presenta a estos sabios, mezcl�ndolos con personajes ficticios, y los convierte en seres de "carne y hueso". El lector se entera de la historia de la qu�mica en una forma amena, donde las teor�as cient�ficas est�n animadas con an�cdotas, chismes de la �poca, charla coloquial, episodios chuscos, etc�tera .Teresa de la Selva hizo su licenciatura en ciencias en la Universidad Iberoamericana, su maestr�a en la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde tambi�n se doctor� en f�sica. Es profesora titular C de la UAM y ha publicado numerosos trabajos en revistas cient�ficas.

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