CONTRAPORTADA

Antes de emprender la lectura de este libro, conviene hacer un poco de ejercicio, atendiendo las siguientes instrucciones. Primero, dir�jase al fregadero m�s pr�ximo —no para lavarse las manos, como el irresponsable de Poncio Pilatos, sino para hacerse c�mplice de uno de los factores clave y m�s interesantes para descifrar el "acertijo" y el efecto de Coriolis— enseguida, abra la llave y observe c�mo gira el agua, al vaciarse, en el sentido de las manecillas del reloj. Ahora bien, si por alg�n motivo se viera obligado al d�a siguiente, o unas horas despu�s, a repetir esta misma rutina en el hemisferio austral, notar� que el agua, en esta ocasi�n, se retira de manera inversa a como, seg�n usted, indican las buenas costumbres. Es seguro que, despu�s de repetir este hecho tantas veces como ha ido al espejo para cerciorarse de la correcta posici�n de los ojos en sus �rbitas, decida demandar al due�o del hotel donde se hospeda. Sin embargo, en estos casos, es preciso guardar la tranquilidad antes de llevar a los tribunales la demanda de intento de volverlo loco con un fregadero tan extra�o, agua tan caprichosa e incluso un agujero deschavetado. Es preciso, entonces, respirar profundo, e iniciar la lectura de La incre�ble historia de la malentendida fuerza de Coriolis. Notar� c�mo el miedo a ingerir agua o ba�arse se va disipando a medida que Ripa elucida este fen�meno que pensaba pesadilla o complot.

El autor, ocupado desde hace m�s de quince a�os en investigar este real misterio, valga la paradoja, hace una aguda revisi�n de conceptos tales como el principio de la inercia y la composici�n de velocidades, ideados por Galileo, la mec�nica de Newton, hasta experimentos como el p�ndulo de Foucault, que han contribuido a explicar esta fuerza que, aparte de curiosa, es fundamental para la f�sica de los oc�anos y las atm�sferas planetarias.

Pedro Ripa naci� en Quilmes, Provincia de Buenos Aires, Argentina y trabaja actualmente en el CICESE de Ensenada, Baja California. La foto muestra al autor en la sala giratoria "Coriolis" del Museo de Ciencia de Par�s. La pelota que hace rodar se desv�a a la derecha; ocurrir�a lo mismo si la lanzara por el aire.

Diseño: Guillermo Huerta González / Foto: Cortesía National Aeronautics and Space Administration (NASA)

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