CONTRAPORTADA
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Un caso digno de atención de cómo la teoría de la tectónica de placas puede iluminar aspectos de la biología (en el aspecto de la distribución de los seres vivos) lo presentan los autores de este libro al citar el curioso caso de la tortuga verde que vive y se alimenta en las costas cercanas a Brasil. En el momento en que se inicia la época de su reproducción la tortuga verde nada más de 2 200 km hasta una isla diminuta, La Ascensión. Para llegar a la isla, lo que ocurre entre diciembre y marzo de cada año, la tortuga tiene que cruzar las fuertes corrientes ecuatoriales y evitar los promontorios y escarpas rocosas que protegen las costas de la isla.
Si en la costa brasileña hay infinidad de playas donde podría anidar, ¿por qué viaja la tortuga hasta la pequeña isla? y, sobre todo, ¿cómo sabe que existe? De acuerdo con los científicos se trata de un comportamiento que data de hace unos 70 millones de años, cuando se formó el Océano Atlántico sur luego de la separación de las placas de Sudamérica y África. En ese tiempo la tortuga verde requería sólo de nadar unos 300 km. Pero a medida que la costa de ambos continentes se separó, la distancia fue aumentando hasta llegar a la actual. Lo anterior justifica también el postulado fundamental de la biogeografía: que la Tierra y la vida evolucionan juntas. Este cambio explica los grandes patrones de distribución biótica.
El doctor Jorge Llorente, autor de la colección La Ciencia desde México, se une a dos colegas brasileños: Nelson Papavero y Marcello G. Simoes en esta travesía por la remota Pangea, el supercontinente que alguna vez abarcó todos los continentes conocidos.
Diseño. Guillermo Huerta González
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