PREFACIO

Dice D. H. Lawrence en Apocalipsis, que un libro se mantiene vivo en tanto sea insondable, una vez desentra�ado, muere de inmediato. El libro, prosigue, vive, en tanto tenga el poder de movernos, mientras lo encontremos distinto en cada lectura. A�ade que se produce una oleada de libros triviales, que se agotan en una lectura y nuestra mente tiende a pensar que todos son iguales, que se abarcan de una sola vez. "Pero no es as�. Poco a poco, la mente moderna se dar� cuenta de ello. El verdadero gozo de un libro radica en la posibilidad de leerlo una y otra vez, encontrando algo diferente, llegando a otro nivel de significado. Como siempre, es cuesti�n de valores. Estamos tan abrumados por la cantidad de libros que dif�cilmente nos percatamos de que uno puede ser valioso, tanto como una joya, como una pintura hermosa, en la que se puede ver m�s y m�s a fondo logrando cada vez una experiencia m�s profunda. Es mucho mejor leer un libro seis veces, con intervalos, que leer seis libros diferentes. Porque si un libro puede hacer que se le lea seis veces, cada lectura nos proporcionar� una experiencia m�s profunda, que enriquecer� el alma, emocional y mentalmente."

En cambio seis libros de una lectura son una acumulaci�n superficial, la pesada acumulaci�n de los tiempos modernos, la cantidad sin un valor real, �los carburantes!, pero si todo est� dicho, dir� alguien por ah�, nada se puede agregar que el gran p�blico no sepa: que si el octano, que si el precio, que si hay que buscar otras fuentes de energ�a que si queda petr�leo para tantos a�os, que si hay gasolina "ecol�gica", que si esto, que si el otro. En resumen, llegamos a la conclusi�n antes de empezar a escribir que lo dicho por Lawrence ser�a totalmente imposible de cumplir, el libro estar�a destinado a ser uno de aquellos que no se leen m�s de una vez. �Qu� nos mueve entonces a escribir sobre carburantes? Esperamos por una parte demostrar que en el pasado se han hecho muchas especulaciones sobre el futuro de los energ�ticos y al cabo de diez a�os nos damos cuenta de que nuestras predicciones eran tan falsas como una moneda de tres pesos (tal vez ni esto sea cierto y una vez editado el libro ya existan esas monedas). Esto ha tenido un enorme peso sobre las decisiones que se han tomado en la forma de emplear los carburantes.

Tambi�n nos inclinamos a pensar que mucha culpa se le ha imputado a la gasolina y muy poca a los autos y menos a�n a la manera como los empleamos. Una reflexi�n adicional que puede rescatarse de este libro, sin importar mucho las cifras descritas en las tablas que presentaremos, y que seguramente se modificar�n radicalmente con el tiempo, es que los combustibles f�siles son productos qu�micos de valor enorme, se extinguen como le sucedi� a los dinosaurios, hay que aprender a conocer sus atributos y emplearlos con la mayor eficiencia y en armon�a con el medio ambiente, no corramos tanto. Al fin de cuentas, como narra A. Lightman en su libro los Sue�os de Einstein, en este mundo de grandes velocidades, efecto por cierto que no se advirti� hasta la invenci�n del motor de combusti�n interna y los principios del transporte r�pido, algunos han dejado de mirar por la ventana y no saben a qu� velocidad se mueve su vecino y sus competidores, se levantan por la ma�ana, se ba�an, comen panes, en forma de trenza, con jam�n, trabajan en sus escritorios, oyen m�sica, conversan con sus hijos, viven satisfechos.

[Inicio][Anterior]Previo[Siguiente]