VII.1. INTRODUCCI�N

EN �STE y el siguiente cap�tulo voy a revisar brevemente algunas ideas contempor�neas sobre el m�todo cient�fico. He seleccionado aquellas con las que estoy m�s familiarizado y que me parece han tenido mayor impacto tanto entre fil�sofos como entre cient�ficos. Es obvio que mi objetivo no ha sido ni presentar un cuadro completo de la filosof�a de la ciencia contempor�nea, ni tampoco una muestra representativa de las principales escuelas que actualmente compiten por el consenso general. Mi inter�s ha sido simplemente ilustrar, por medio de unos cuantos ejemplos entresacados de mis aficiones y lecturas en el campo, la riqueza en la variedad de enfoques y de ideas que caracteriza a un solo aspecto de la filosofía de la ciencia actual, que es el m�todo cient�fico. Hasta aqu� hemos podido usar c�modamente en nuestro discurso las distintas variedades del tiempo pasado; de ahora en adelante, casi todo tendr� que decirse en tiempo presente, en vista de que los conceptos que estaremos examinando han sido tomados no del pante�n de las ideas sino del mundo en que vivimos. De hecho, cuando le� por primera vez los libros de los autores que vamos a discutir en este cap�tulo, Bridgman, Rosenblueth, Eddington y Popper, los cuatro estaban vivos; esto fue hace muchos a�os, pero deseo registrar el hecho de que todav�a hoy (1988) uno de ellos sigue vivo y mi deseo es que siga viviendo por muchos a�os m�s.

Conviene hacer notar que de los siete pensadores contempor�neos, cuyas ideas sobre el m�todo cient�fico nos ocupar�n en �ste y en el siguiente cap�tulo, seis iniciaron sus respectivas carreras como f�sicos y matem�ticos, y que la gran mayor�a de sus referencias y ejemplos son a las llamadas ciencias "exactas", o sean la f�sica, las matem�ticas y la astronom�a. Esto no debe extra�arnos, porque a lo largo de estas p�ginas hemos visto iniciarse y reafirmarse la tradici�n de que los cient�ficos que se ocupan de la filosof�a de la ciencia sean los que practican las ciencias "exactas". Pero para los que estamos interesados en las ciencias de la vida, y que hemos contemplado en nuestro tiempo la fant�stica revoluci�n biol�gica, iniciada desde el siglo pasado por Charles Darwin, pero acelerada en forma casi incre�ble a partir de 1950 con el desarrollo de la biolog�a celular, de la biolog�a molecular y de la ingenier�a gen�tica, cualquier filosof�a de la ciencia que excluya o considere de importancia secundaria a este sector del conocimiento cient�fico nos resulta inaceptable. En el �ltimo cap�tulo de este libro insisto en que las disciplinas cient�ficas se han movido m�s aprisa y con mayor versatilidad que la filosof�a de la ciencia, y que hoy reclaman su inclusi�n en ella, con todo derecho, no s�lo las ciencias biol�gicas sino tambi�n las ciencias econ�micas, pol�ticas y sociales. Pero no conviene adelantar demasiado de lo que le espera al amable lector en lo que falta de este texto. Mejor revisemos el operacionismo de Bridgman y de Rosenblueth, el subjetivismo selectivo de Eddington, y el falsacionismo de Popper y su escuela.

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