Al margen de la sucesi�n de conflictos, permanece el �rbol generoso de las tradiciones. Poco antes de desembarcar los espa�oles en 1517, asomados en la borda escucharon por el rumbo de la costa ruido de tambores, atabales y trompetas se trataba de tunkules y zacatanes. A�os despu�s, fray Diego de Landa escribi� que los mayas ten�an recreaciones que representaban con car�cter y elegancia, utilizando atabales peque�os:
[...] que ta�en con la mano, y otro atabal de palo hueco (tunkul) de sonido pesado y triste, que ta�en con un palo larguillo con leche de un �rbol puesta al cabo y tienen trompetas largas y delgadas, de palos huecos, y al cabo de unas largas y tuertas calabazas; y tienen otro instrumento (que hacen) de tortuga entera con sus conchas, y sacada la carne, t��enlo con la palma de la mano y es su sonido l�gubre y triste.
Las tradiciones subsistieron en los siglos posteriores a la Conquista, aunque se fueron transformando como la melod�a de los Xtoles que divulg� Baqueiro Foster y Silvestre Revueltas aprovech� en La noche de los mayas, un fragmento dice:
Coneex, coneex palexen, |
En el siglo XIX ya se hab�a asimilado la tradici�n espa�ola de romances, seguidillas y fandangos, m�s otras canciones y danzas de la �poca. Es probable, se�ala Baqueiro Foster, que cuando se generaliz� su ejecuci�n con orquesta, las vaquer�as hayan llegado a la cumbre de su expresi�n, concurriendo a ellas indios, mestizos y criollos. Baqueiro recordaba en la segunda d�cada del siglo XX que, al pasar por Hopelch�n, era natural que escuchara en las vaquer�as sones supervivientes del fandango espa�ol, entre los que recordaba haber o�do las Angaripolas, los Aires, el Torito o el Jarabe Gatuno.Tambi�n existe noticia de que en 1926 se tocaban en Campeche danzones y pasos dobles. Las vaquer�as se verificaban principalmente en los pueblos del interior.
Las canciones populares tambi�n tuvieron en aquellos a�os su importancia. La nostalgia ha rescatado la composici�n de Emilio Pacheco Presentimiento, que naci� en 1924 y fue divulgada por Guty C�rdenas. Antonio Juan Aznar escribi� que alcanz� popularidad en 1928, y un cronista lo llam� "el mejor bolero, de 1929". Tan popular como Pacheco ha sido Jos� Narv�ez M�rquez, quien dio a sus composiciones un marcado acento local y un profundo sentimiento: La novia del Mar, Ciudad del Carmen, Las torres de Catedral y numerosos temas regionales que lo hicieron un autor de fama y consideraci�n. Alejandro Lexo Casanova, Gonzalo R. de la Gala, Emilio B. Rosado y un n�mero considerable de m�sicos y autores han dado vigor a las tradiciones de Campeche.
No olvidemos las fiestas de carnaval, que llegaron a la pen�nsula en 1582. Durante los d�as consagrados al festejo, en las poblaciones del interior se practicaban ceremonias y danzas que evocaban �pocas prehisp�nicas o tambi�n, en las poblaciones del litoral, bailes de ra�ces europeas. Se advierte la influencia afroantillana representada por las comparsas de negros, cuyos t�tulos son representativos: por ejemplo, en Dzitbalch�: los negritos del manglar; en Champot�n: los negros de Corazal; en ciudad de El Carmen la no menos famosa Guaranducha; en Lerma: la negra Tomasa. Las fiestas se complementaban con bailes de disfraces, paseos en carruajes y embarcaciones aleg�ricas.
Desde el siglo XIX se practicaba el cantar de la loter�a campechana, formado de cartones con personajes y objetos del conocimiento popular que se jugaba en ferias o en las reuniones de amigos. En 1895 el empresario Jos� Mar�a Evia, para promover los cigarros que elaboraba en La Esperanza, reparti� cartones y 90 litograf�as que se conocieron como Loter�a Casera Campechana.
Una tradici�n singular son los barriles que contienen agua de lluvia para consumo humano y que se vend�an en diversas medidas porque la extra�da de pozos o aljibes resultaba dura o demasiado salina. La tracci�n animal era indispensable para esta pr�ctica comercial, que en Campeche se ejerc�a por barrios y callejones. A estos �ltimos dedic� Luis Álvarez Barret un peque�o libro.