Los nuevos ricos


Uno de los objetivos de los liberales era impulsar la econom�a a trav�s de la desamortizaci�n de los bienes eclesi�sticos y de las comunidades ind�genas, bienes que se consideraban en "manos muertas" porque estaban sustra�dos del mercado, de la libre compra-venta. Los liberales cre�an que si esas tierras y bienes se introduc�an al mercado impulsar�an fuertemente la econom�a nacional y dar�an lugar a la formaci�n de una clase media agraria. Derrotada la fuerza conservadora, los liberales procedieron a impulsar esas reformas. En Chihuahua, el gobernador Terrazas public� el decreto de 25 de enero de 1861 que autorizaba y fijaba las reglas para esas ventas. En el decreto se establec�a que el producto de las ventas ingresar�a a la tesorer�a estatal, hecho que contradec�a a la ley general del 5 de febrero siguiente. Esta contradicci�n mostraba que a�n no se resolv�an del todo las relaciones entre el gobierno general y los gobiernos locales. Segu�a vigente la fragilidad de la estructuraci�n pol�tica nacional. Terrazas tambi�n vendi� terrenos bald�os y dispuso de diversas rentas federales, todo ello en contra de disposiciones del presidente Benito Ju�rez.

Pero Terrazas impuls� las reformas. Repiti� la publicaci�n de las Leyes de Reforma, instaur� el registro civil en abril de 1861 y extingui� las diputaciones territoriales de miner�a, que fueron sustituidas por los jueces de primera instancia. Terrazas result� triunfador en las elecciones para concluir el periodo 1861-1865.

El proceso de desamortizaci�n de los bienes de la Iglesia y la consolidaci�n de Terrazas pasaron a segundo plano ante la invasi�n francesa. Provocada inicialmente por la falta de pago de la deuda externa, decretada por Ju�rez a mediados de 1861, la aventura francesa en M�xico tuvo que ver tambi�n con el proyecto de varios pol�ticos mexicanos, quienes segu�an creyendo que el pa�s requer�a un gobierno centralista y conservador. Por eso convencieron a Maximiliano. A mediados de 1863 la capital fue tomada por los franceses, por lo que el gobierno juarista se retir� hacia el norte, en un viaje que culminar�a el 12 de octubre de 1864, cuando lleg� a la ciudad de Chihuahua. All� permaneci� casi dos a�os. En un principio, la relaci�n entre Ju�rez y Terrazas no fue del todo cordial. El problema de las rentas federales subyac�a en esa mala relaci�n. Por ello, el gobierno juarista se deshizo de Terrazas e impuso a �ngel Tr�as como gobernador en junio de 1864, Terrazas intent� resistir por la fuerza, pero finalmente cedi�. Ju�rez vivi� en la ciudad de Chihuahua durante varios meses, hasta que en agosto de 1865, alarmado por el avance de las tropas francesas, se retir� hacia. Paso del Norte. Los franceses tomaron la capital del estado en agosto, pero nunca se atrevieron a incursionar m�s all�. Sin duda la cercan�a de Ju�rez con el gobierno norteamericano inhibi� semejante maniobra militar. En noviembre Ju�rez regres� a Chihuahua, pero en diciembre de 1865 nuevamente se refugi� en Paso del Norte. All� dur� hasta junio de 1866, una vez que las fuerzas juaristas recuperaron la capital del estado.

En las elecciones de 1865 los chihuahuenses votaron nuevamente por Terrazas, que result� electo para el periodo 1865-1869. En este tiempo, Terrazas mostr� gran lealtad al gobierno juarista, participando incluso en la organizaci�n de fuerzas armadas y en su direcci�n. As� se explica que Ju�rez lo haya ascendido a general en diciembre de 1865 y que le haya conferido el cargo de jefe de las tropas republicanas que actuaban en Chihuahua. Los malos momentos entre los dos hab�an quedado atr�s.

Derrotada la fracci�n conservadora, sin un clero poderoso y sin comunidades ind�genas situadas en lugares o �reas estrat�gicas, la desamortizaci�n en Chihuahua se llev� a cabo de manera m�s bien pac�fica. Almada ha calculado que en estos a�os se vendieron m�s de 160 fincas urbanas y r�sticas que produjeron unos 400 000 pesos al erario local. Sin embargo, el traslado de estas propiedades a particulares redund� en el acaparamiento y en la concentraci�n de la riqueza. Los terracistas sacaron grandes beneficios de esta enajenaci�n de bienes eclesi�sticos. El mismo Almada ha documentado la manera como los miembros del grupo pol�tico en el poder adquirieron gran n�mero de propiedades provenientes de la desamortizaci�n. Terrazas, por ejemplo, adquiri� buena parte de la hacienda de Encinillas —aquella que arrendaba Tr�as— as� como terrenos en los distritos de Galeana y de la capital del estado. Cuilty, Cordero, Zuloaga y otros tambi�n entraron al reparto de esa riqueza.

El gran beneficiario de la lucha contra la intervenci�n francesa y el imperio de Maximiliano fue Luis Terrazas. Con el prestigio obtenido por sus servicios en favor de la rep�blica y con el cercano apoyo del presidente Ju�rez, Terrazas y su grupo mostraban una solvente hegemon�a pol�tica a lo largo y ancho del estado. Terrazas ten�a apenas 38 a�os; en cambio, �ngel, el gran personaje de la generaci�n anterior, fallec�a en agosto de 1867. En 1869 el general Terrazas resultaba ganador una vez m�s de las elecciones para la gubernatura, en este caso para el cuatrienio que conclu�a en 1873.

Para entonces, las propiedades ganaderas del general Terrazas ya alcanzaban la respetable cifra de 112 000 hect�reas; pero en una sola operaci�n, realizada en 1868, adquiri� 386 000 hect�reas m�s en la famosa y antigua hacienda de Encinillas, un predio que el a�o anterior hab�a sido confiscado a la familia Mart�nez del R�o por su apoyo al imperio de Maximiliano. Su vocaci�n por la ganader�a de gran escala conoc�a sus primeros �xitos, a pesar de los reiterados ataques de los apaches. Sin duda, en Chihuahua los avatares de la guerra apache en estos a�os no pueden entenderse sin considerar con todo cuidado el hecho de que el general Terrazas era uno de los ganaderos m�s poderosos y al mismo tiempo gobernador del estado. Dicho de otro modo, que lo p�blico y lo privado coincid�an en la lucha contra los n�madas. No parece coincidencia que un pariente de Terrazas, el coronel Joaqu�n de ese apellido, fuera el gran l�der en el combate a los n�madas en este tiempo.

A partir de 1871 Terrazas comenz� a diversificar sus inversiones. En ese a�o adquiri� acciones de una f�brica textil ubicada en las afueras de la capital del estado; en 1874 adquiri� un molino de trigo. En 1879 incursion� en el negocio bancario al constituir el Banco Mexicano, junto con Antonio As�nsolo, Luis Faudoa, F�lix F. Maceyra y Miguel Salas. Terrazas, hab�a contra�do matrimonio en febrero de 1852 con Carolina Cuilty, matrimonio del que surgieron 14 hijos. En la d�cada de 1870 estos hijos comenzaron a casarse y con ello se crearon relaciones de parentesco que dieron nuevos br�os al imperio econ�mico terracista.

Terrazas era incondicional juarista. Apoyaba las reelecciones del presidente Ju�rez, tal vez porque Ju�rez apoyaba las suyas. En 1871, cuando Porfirio D�az se alz� enarbolando el Plan de la Noria y la no reelecci�n de gobernadores y presidentes, Terrazas encabez� las tropas para aplastar a los rebeldes. Desde diciembre de 1871 varios grupos se alzaron en Urique y Batopilas, y a mediados de 1872, casi coincidiendo con la muerte del presidente Ju�rez, las tropas rebeldes del general porfirista Donato Guerra derrotaban a Terrazas en la hacienda de Tabalaopa y tomaban la capital del estado. Pero la derrota de los porfiristas en otros lados del pa�s debilit� su triunfo local. En septiembre de 1872 Guerra llegaba a un acuerdo con Terrazas para abandonar el estado. Sin embargo, el mism�simo Porfirio D�az se apareci� en Chihuahua huyendo de las tropas federales. D�az intent� disuadir a Donato Guerra de su acuerdo con Terrazas, pero el 10 de octubre el rebelde oaxaque�o no tuvo m�s opci�n que rendirse a las fuerzas del gobernador Terrazas.

Sofocada la rebeli�n de D�az, Terrazas entreg� el poder al nuevo gobernador, el abogado Antonio Ochoa, elegido para el cuatrienio 1873-1877. En este periodo, de relativa tranquilidad, la econom�a local inici� un t�mido repunte; llegaron algunas inversiones extranjeras a la miner�a; se iniciaron las explotaciones de las salinas de Jaco y Palomas; los servicios de diligencias un�an de manera regular los distintos puntos del estado e incluso con San Antonio, Texas. Se emitieron iniciativas para fomentar la educaci�n obligatoria, y en abril de 1876 las primeras l�neas de tel�grafo comunicaron a la capital del estado con Rosales; en agosto de 1877 las l�neas unieron a la ciudad de Chihuahua con la capital de la rep�blica. Cuatro a�os despu�s se instalaba la primera l�nea telef�nica que no por coincidencia comunicaba la oficina del Banco Mexicano (uno de cuyos due�os era Terrazas) con la Casa de Moneda.

Este periodo de relativa tranquilidad y prosperidad se vio s�bitamente interrumpido por la rebeli�n provocada una vez m�s por Porfirio D�az, quien se opon�a a la reelecci�n del presidente Sebasti�n Lerdo de Tejada. En junio de 1876 el hijo de �ngel Tr�as, del mismo nombre, se levant� en armas y sus fuerzas r�pidamente tomaron control del gobierno estatal. En agosto, el general Terrazas, mostrando su lealtad con el gobierno supremo, sali� a combatir a los porfiristas. En septiembre las fuerzas leales, incluidas las de Terrazas, derrotaron a los rebeldes que se hallaban sitiados en la ciudad de Chihuahua. Una de las v�ctimas de esa batalla fue el general Donato Guerra, el porfirista que hab�a pactado la paz con Terrazas en 1872. De nuevo, el terracismo impon�a su dominio en Chihuahua. Pero las cosas en el resto del pa�s no le favorec�an. Todav�a a la ca�da de Lerdo de Tejada el gobierno local reconoci� al abogado Iglesias, y m�s a�n el 7 de febrero de 1877, casi dos meses despu�s de que D�az hab�a tomado la presidencia, los combates prosegu�an en Chihuahua. Fue necesario enviar una columna al mando del general Juan B. Caama�o para someter al estado dominado por los terracistas, que logr� sin problemas. El 6 de febrero de 1877 se iniciaba la �poca porfiriana; para Terrazas significaba una grave derrota. Un antiguo amigo suyo, el abogado Jos� Eligio Mu�oz, fue nombrado gobernador del estado por el presidente D�az.


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