3.Otros aspectos


Sin entrar al rubro de los censos, las estad�sticas, los ciclos agr�colas —basta mencionar el acucioso trabajo de Pablo Muench y otros colegas suyos sobre la producci�n agr�cola (1992)—, el monto de la ganader�a, los medios de comunicaci�n, los �ndices de salud, los informes de gobierno, etc�tera, de los que damos numerosos t�tulos en nuestra Bibliograf�a de Colima, existen estudios de calidad y enfoques varios dedicados a los municipios: don Juan Oseguera hizo las de Cuauht�moc (1969) y Tecom�n (1973), Henry Cochet prest� atenci�n a la historia agr�cola de Coquimat�n (1988), Carlos Elio Brust al fin pudo dar a luz un texto sobre Manzanillo (1993) con fichas a modo de enciclopedia breve, y a m� me toc� dirigir, por solicitud del Centro Estatal de Estudios Municipales, un peque�o volumen dedicado a Los municipios de Colima (1987), siendo los autores responsables Dhylva Casta�eda y Gregorio Iv�n Preciado, excepto el cap�tulo de Manzanillo. Sobre el puerto y zonas aleda�as, los m�ltipes estudios t�cnicos editados —por cierto con tirajes reducid�simos de hasta 50 ejemplares— entre 1980 y 1982 por la Comisi�n de Conurbaci�n de Manzanillo-Barra de Navidad (Cocomaba); H�ctor �scar Gonz�lez coordin� una monograf�a sobre las incidencias sociales del crecimiento econ�mico de Manzanillo (1985) y el estudio de Bolio Os�s y Ram�rez Inzunza, Colima. Planificaci�n centralista y crisis local (1988).

Para la historia de las instituciones, algunas pistas. Rastre� Rodr�guez Castellanos (1977, 3a. ed.) los nombres de quienes desde la fundaci�n de la Villa de Colima se engolosinaron con el poder (alcaldes mayores, gobernadores y presidentes municipales); el prol�fico Daniel Moreno elabor� algunas semblanzas en Colima y sus gobernantes. Un siglo de historia pol�tica (1953). Para el Cabildo de Colima y el Congreso, la acuciosa investigaci�n de archivo (in�dita a�n) de Jos� �scar Guedea. Gilberto Garc�a Nava se ha interesado por igual en el tema con Los presidentes municipales de Colima, 1900-1977(1978); por cierto, este mismo autor ha prestado atenci�n a algunos aspectos de la legislaci�n local con su Compilaci�n legislativa (1917-1983), editada en 1983, a la que debemos agregar los varios vol�menes de la Colecci�n de Leyes y Acuerdos de los Poderes Legislativo y Ejecutivo del listado de Colima (1878-1907) y la reciente Legislaci�n p�blica estatal, bajo el cuidado del Instituto de Investigaciones Jur�dicas de la Escuela Libre de Derecho (1984).

Para la historia de la Iglesia, hay que remitir al infaltable El obispado de Colima, del padre Brambila (1964), por lo general bien informado, con riqueza de datos pero sin hacer referencia a sus fuentes. A Florentino V�zquez-Lara debemos una minuciosa investigaci�n sobre el seminario de Colima —Altos estudios en Colima (1984)— y otras menores sobre las parroquias de Comala (1984) y el culto a "La Candelaria en Tecom�n" (1988). Tambi�n sobre Tecom�n hab�a trabajado Roberto Urz�a con anterioridad (1967), bas�ndose en sus viejos libros parroquiales. Un cl�sico para los tiempos de persecuci�n: Los cristeros del Volc�n de Colima, obra de un testigo y actor, el presb�tero Enrique de Jes�s Ochoa, quien se camufl� tras el seud�nimo de Spectator (1961, 2a. ed.). Sobre este mismo conflicto, Blanca E. Guti�rrez Grageda e Hiram N��ez han recopilado amplio material oral; v�ase tambi�n el reciente libro ya citado de Jean Meyer (1993). De mi cosecha, dediqu� un estudio a la creaci�n de la di�cesis de Colima, en Los a�os de crisis de hace cien a�os (1988); y suelto aqu� y all� se pueden encontrar algunos elementos en El aguij�n del esp�ritu (1994).

El tema de la educaci�n lo abord� Hern�ndez Espinosa (1961, 2a. ed.); Dhylva L. Casta�eda profundiz� el punto para la d�cada de los ochenta del siglo XIX (1988); Bravo Maga�a y Velasco Murgu�a reconstruyeron la historia del normalismo colimense y �ste ha continuado con la trayectoria de la Universidad (1988-1989). No se puede soslayar la �nica biograf�a colimense de Torres Quintero, de don Genaro Hern�ndez Corona (1959).

El quehacer cultural, hasta donde alcanzan nuestras noticias, espera a�n a su historiador, sin embargo, se�alemos algunos avances. Buena parte de la investigaci�n documental ya ha sido recopilada (1993-1994) por diversos equipos coordinados por el Programa Cultura (CIS/Universidad de Colima), para el proyecto en curso "La transformaci�n de las ofertas culturales y sus p�blicos en M�xico: genealog�as, cartograf�as y pr�cticas culturales en el siglo XX". Tambi�n vienen trabajando en la historia de las buenas letras, seg�n nuestras noticias, J. �scar Guedea y Juan Vaca Pulido. Mientras tanto, hay que acudir a la Antolog�a po�tica colimense de Rigoberto L�pez Rivera (1991, 2a. ed.) y a los suplementos culturales Agora y Cartapacios. El rescate de la literatura popular ha sido la preocupaci�n de Juan Carlos Reyes desde la direcci�n del Museo de las Culturas Populares, pues ya public� un diccionario de colimotismos: Ticuz (1989). Sin salirnos de lo popular y acerca de vestidos regionales, artesan�as, danzas y bailes, canciones y corridos, comidas y bebidas, sirve de botana el peque�o volumen Cultura popular de Colima (1987), memoria de unas mesas redondas organizadas entre septiembre de 1983 y julio de 1984 por Oseguera Vel�zquez, Javier Valdovinos Collado y Jos� Levy V�zquez.

Sobre arquitectura Roberto Huerta San Miguel nos ha dado un estudio monogr�fico en torno del hombre que monopoliz� la Colima porfirista en cuanto a su arquitectura monumental: Lucio Uribe, el alarife de Colima (1990), y Jorge Ch�vez Carrillo acaba de publicar un estudio sobre la persona y obra del excelente pintor Alfonso Michel (1994), que a�n no hemos podido tener en las manos.

Para la historia cotidiana y de los comportamientos colectivos hay que consignar un apunte sobre el buen comer: la �ltima edici�n del Libro completo de cocina, de Leonor Barreto y Mar�a de la Madrid (1994), con su a�eja presentaci�n, escrita por el ilustre y curioso Miguel Galindo en el a�o del temblor de 1941.


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