Comienza la guerra


A LA SOMBRA DE LAS REFORMAS BORB�NICAS, los criollos fueron los m�s relegados. Proporcionalmente lo ser�an cada vez menos frente a los espa�oles en los altos puestos. La situaci�n empeor� para los terratenientes y labradores cuando, alrededor de 1804, el gobierno espa�ol se apoder� de los capitales que la Iglesia novohispana administraba para financiar la producci�n agr�cola. Tal ocurrencia agudiz� una situaci�n ya dif�cil por malas temporadas y escasas cosechas. Esto �ltimo suced�a poco antes de 1810.

En tales circunstancias, los criollos justamente resentidos y los ind�genas, agobiados por todas partes, s�lo esperaban una se�al para expresar hasta con la violencia su m�s clamoroso descontento. Para la gente que ocupaba nuestra provincia, la se�al fue espectacular: apareci� entre El Oro y Temascalcingo una muchedumbre como de 60 000 personas de Guanajuato y Michoac�n que, armadas con palos y machetes, gritaban contra el mal gobierno, aunque tambi�n vitoreaban al rey de Espa�a; quer�an acabar con los espa�oles y al mismo tiempo aclamaban la religi�n y a la Virgen de Guadalupe. S�lo unos 2 000 hombres eran soldados con regular armamento. Al frente de todos ven�a el cura Miguel Hidalgo y Costilla. Era el 27 de octubre de 1810.

En aumento continuo pasaron por San Felipe del Obraje y luego por Ixtlahuaca hasta llegar a la ciudad de Toluca. De aqu� salieron rumbo a la capital. Metepec, Atenco y Santiago Tianguistenco se unieron a la multitud, de modo que al llegar cerca del monte de las Cruces alcanzaban 80 000 almas. All� se dio la c�lebre batalla del d�a 30. Al principio los insurgentes fueron rechazados por la posici�n ventajosa de los adversarios que comandaba Trujillo. Pero al posesionarse algunos insurgentes de un lugar m�s alto, pudieron flanquear al enemigo y hacerlo huir. Esa victoria abr�a las puertas de la capital, mas al llegar a Cuajimalpa, Hidalgo determin� dar marcha atr�s. No hab�a parque ni artiller�a suficiente para ocupar la ciudad. Hidalgo tom� el camino de Quer�taro, pero en las inmediaciones de Aculco se top� con el ej�rcito de Calleja. Derrotados los insurgentes, se dispersaron y comenz� una guerra de guerrillas.

Al norte de nuestra provincia iniciaron sus correr�as Miguel S�nchez y los Villagr�n. Entre tanto, dos parientes del cura Hidalgo —Tom�s y Mariano Ortiz—, incursionaban por Amanalco y Temascaltepec.

Por su parte, Joaqu�n Canseco sali� de Tenancingo con indios de 20 pueblos en direcci�n a Tenango para reunirse con el insurgente Jos� Mar�a Oviedo, a quien la Suprema Junta de Zit�cuaro, presidida por Ignacio Ray�n, le hab�a encomendado su defensa. Poco despu�s Oviedo se aprestaba para emprender un ataque sobre Toluca. A pesar de ser rechazados, los atacantes insistieron durante cuatro jornadas. Mas habiendo llegado refuerzos realistas de M�xico, suspendieron el ataque. Contraatacaron las fuerzas virreinales. Muchos fueron los prisioneros, mismos que Porlier mand� asesinar en la plaza principal de Toluca, que por tal motivo se le conocer�a despu�s como Plaza de los M�rtires.


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