Al R�o Bravo


No acab�, con todo, el prop�sito de proseguir manteniendo contacto con el mar. Durante el gobierno del marqu�s de San Miguel de Aguayo, en 1686, fue encomendado al general Alonso de Le�n, hijo y hom�nimo del cronista, el "descubrimiento de la costa del mar del Norte y boca del r�o Bravo". La importante expedici�n fue integrada por 60 hombres que formaron dos compa��as: una de Monterrey, al mando del capit�n Carlos Cant�; otra de Cadereyta, a las �rdenes del capit�n Nicol�s de Medina. Constaba, adem�s, de numerosos arrieros, pajes y mozos de servicio e iba como capell�n fray Diego de Orozco; llevaron 468 caballos y 40 cargas de bastimento, harina, bizcocho y chocolate.

Salieron de Monterrey el 26 de junio, y, siguiendo el cauce del r�o San Juan, continuaron por la ribera sur del Bravo hasta la costa. Llegaron a la desembocadura a los 18 d�as de jornada. Prosiguieron despu�s por la costa, ocho leguas (40 km) al sur, para emprender luego el regreso. El 17 de julio pasaron por el Estero, lugar donde hoy se halla la ciudad de Matamoros. El 26 ya estaban de nuevo en Monterrey, exactamente un mes despu�s de que hab�an salido.

Algunos autores comentan que Nuevo Le�n, durante la colonia, "dio la espalda al mar". Las expediciones realizadas —no obstante la pobreza del medio y la falta de apoyo oficial— demuestran en cambio su inter�s constante por el reconocimiento de su jurisdicci�n hasta el golfo. Por otra parte, la proyecci�n realizada hacia diferentes rumbos pone de manifiesto la valiosa contribuci�n de Nuevo Le�n al ensanchamiento del dominio espa�ol.


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