Son de sobra conocidas las referencias a los proyectos de colonizaci�n de Tamaulipas. En el que present� Narciso Barqu�n de Montecuesta en 1735, garantizaba realizarla en cuatro a�os, si se le daban investidura militar y 4 000 pesos anuales. Ped�a, adem�s, 14 000 pesos para sostener 50 soldados y que, entre otros fondos, se le diesen los de los productos de las salinas de la costa de que gozaban P�nuco y Tampico.
Otra proposici�n fue la que al a�o siguiente, en 1736, hizo el gobernador de Nuevo Le�n, Jos� Antonio Fern�ndez de J�uregui, quien sugiri� realizar varias campa�as con cien hombres, a costa de la real hacienda. En el proyecto de Barqu�n no se habl� de poblar. Fern�ndez s� propuso una poblaci�n de sesenta familias en Santa Engracia. Uno y otro proyectos fueron rechazados.
Otro personaje novelesco de Nuevo Le�n, Antonio Ladr�n de Guevara, formul� en 1738 otro plan, pero, como la resoluci�n tardaba, viaj� a Espa�a donde se comprometi� a que poblar�a si se le daba la administraci�n de las salinas. Al a�o siguiente, insisti� ante el virreinato, pero la junta designada para estudiar el asunto rechaz� tambi�n su proyecto, entre otras causas porque propon�a el reimplantamiento de las congregas de indios abolidas por Barbadillo en 1715. El influjo de los fiscales Palacios y Altamira, conocedores de la obra realizada por Jos� de Escand�n en la Sierra Gorda, sin costo de la real hacienda, as� como la circunstancia de ser �ste paisano del virrey, nacido en Cantabria, inclinaron a la junta a encomendarle la empresa.
