XVIII |
Espacio, espacio, es lo que te queda, después
que la esperanza con color y figura, y el ideal concreto, y la fuerza
o aptitud de calidad conocida, te abandonaron en mitad del camino. Espacio:
mas no ése donde el viento y el pájaro se mueven más
arriba que tú y con alas mejores; sino dentro de ti, en la inmensidad
de tu alma, que es el espacio propio para las alas que tú tienes.
Allí queda infinita extensión por conquistar, mientras
dura la vida: extensión siempre capaz de ser conquistada, siempre
merecedora de ser conquistada... Imaginar que no hay en ti más
que lo que ahora percibes con la trémula luz de tu conciencia,
equivale a pensar que el océano acaba allí donde la redondez
de la esfera lo sustrae al alcance de tus ojos. Incomparablemente más
vasto es el océano que la visión de los ojos, incomparablemente
más hondo nuestro ser que la intuición de la conciencia.
Lo que de él está en la superficie y a la luz, es comúnmente,
no ya una escasa parte, sino la parte más vulgar y más
mísera Dame acertar con la ocasión y yo sacaré
de ti fuerzas que te maravillen y agiganten. Tu languidez de ánimo,
tu desesperanza y sentimiento como de vacío interior, no son
distintos de los de miles de almas electas, en las vísperas de
la transfiguración que las sublimó a la excelsa virtud,
o a la invención genial o al heroísmo. Si veinte horas
antes de consagrarse héroe el héroe, apóstol el
apóstol, inventor el inventor, o de tender resuelta y eficazmente
a hacerlo, hubiérales anunciado un zahorí de corazones
su destino inminente ¡cuántas veces no se hubieran encogido
de hombros o sonreído con amarga incredulidad! Dame la ocasión
y yo te haré grande; no porque infunda en ti. lo que no hay en
ti, sino porque haré brotar y manifestarse lo que tu alma tiene
oculto. De afuera pueden auxiliarte cateadores y picos; pero en ti solo
está la mina. La ocasión es como el artista pintor de
quien dijo originalmente uno que lo era: no crea el pintor su cuadro,
sino que se limita a descorrer los velos que impedían verlo mientras
la tela estaba en blanco. Hallar y traer al haz del alma esa ignorada
riqueza: tal es tu obra y la de cada uno. Derramar luz dentro de si
por la observación interior y la experiencia: tal es el medio
de abrir camino a la ocasión dichosa, que vendrá traída
por el movimiento de la realidad. Empeño difícil éste
de conocerse ¿quién lo duda? y expuesto a
mil engaños. Pero ¿no vale todos los tesoros de la voluntad
el término que quien lo acomete se propone? ¿Hay cosa
que te interese más que descubrir lo que está en ti y
en ninguna parte sino en ti: tierra que para ti sólo fue creada;
América cuyo único descubridor posible eres tú
mismo, sin que puedas temer, en tu designio gigante, ni émulos
que te disputen la gloria, ni conquistadores que te usurpen el provecho? |