CAPÍTULO IX |
1.- EL SEXTO signo se llama ce miquiztli; decían que éste era bueno y en parte malo, esto es, que algunas cosas tenía buenas y otras malas, como parecerá abajo. 2. Decían que este signo era de Tezcatlipoca. Los señores y principales eran muy devotos de este signo; hacían ofrendas por su honra y derramaban sangre de codornices; y hacían otras ceremonias cada uno en el oratorio de su casa, y en los oratorios de los calpules, esto hacían por ser este signo de Tezcatlipoca, al cual tenían por criador universal; 3. todos en este día oraban con devoción y pedían serles hecha alguna misericordia, no solamente los señores, mas los hombres de guerra y los mercaderes y hombres ricos, y todos los que sabían que entonces reinaba el signo de Tezcatlipoca. 4.Y decían que era malo, porque aquellos a quien Tezcatlipoca había dado riquezas, también entonces se las quitaba por algún desagradecimiento o soberbia que por ellas habían tomado, y dábalas a los que le rogaban humildemente y suspiraban y lloraban por ellas, y por eso en todo lugar le rogaban, porque decían que sus dones no permanecían sino que los mudaba de uno en otro; 5.y decían que los que nacían en este signo eran bien afortunados, eran honrados si eran devotos a su signo y si hacían penitencia por él, y si esto no hacían perdían su ventura; y por esto el mismo día que nacían los bautizaban y les ponían nombre y convidaban a los niños, y les daban de comer para que supiesen el nombre del que había nacido y le divulgasen a voces por las calles. 6.Y si era varón el que nacía poníanle por nombre Míquiz o Yáotl o Ceyáotl, o Nécoc Yáotl, o Chicoyáotl, o Yaomáuitl; dábanle uno de estos nombres ya dichos, que eran todos de Tezcatlipoca y decían que al tal nadie le podía aborrecer, nadie le podía desear la muerte; y si alguno le deseaba la muerte él mismo moría, reinante este signo. 7. Nadie osaba reñir, ni maltratar a sus esclavos; todos los que tenían esclavos un día antes que comenzase a reinar este signo les quitaban las prisiones o colleras con que estaban presos, y les jabonaban las cabezas, y los bañaban y regalaban, como si fueran hijos muy amados de Titlacauan; 8.y los dueños de los esclavos mandaban con gran rigor a todos los de su casa, que no riñesen ni diesen pena a ningún esclavo, y decían que si alguno reñía a los esclavos en estos días, que él mismo se procuraba pobreza, enfermedad y desventura, y merecía ser esclavo, pues que trataba mal al muy amado hijo de Tezcatlipoca, porque decían que de nadie era amigo fiel Tezcatlipoca, sino que buscaba ocasiones para quitarle lo que le había dado; 9.y algunos, cuando perdían su hacienda, con desesperación reñían a Tezcatlipoca y decíanle: "Tú, Tezcatlipoca, eres un puto y hasme burlado y engañado". 10.Y de la misma manera hacían cuando se les ausentaba un esclavo, o cautivo; y si acontecía que el esclavo se libertaba y venía a prosperidad, y el que era señor de esclavos venía a ser esclavo, todo lo echaban a Tezcatlipoca, porque decían que él había hecho misericordia al esclavo, porque se lo había rogado, y había castigado al señor porque era duro con sus esclavos; y el que de la servidumbre venía a prosperidad hacía banquetes y daba mantas a sus convidados, y decían que esto le venía por haber nacido en este signo. |