ITINERARIO DE MADRID A SU TORRE

DE ESE famoso lugar,
que es pepitoria del mundo,
en donde pies y cabezas
todo está revuelto y junto,
salí, señor, a la hora
que ya el sol, mascarón rubio,
de su caraza risueña
mostraba el primer mendrugo,
Iba en Escoto, mi haca,
a quien tal nombre se puso
porque se parece al mismo
en lo sutil y lo agudo.
Llegué a Toledo y posé,
contra la ley y estatutos,
siendo poeta, en mesón,
habiendo casa de Nuncio.
Vi una ciudad de puntillas
y fabricada en un huso;
que si en ella bajo, ruedo,
y trepo en ella, si subo.
Vi el artificio espetera,
pues en tantos cazos pudo
mecer el agua Juanelo,
como si fuera en columpios.
Flamenco dicen que fue
y sorbedor de lo puro:
muy mal con el agua estaba,
que en tal trabajo la puso.
Vi, en procesión de terceros,
ensartado todo el vulgo,
y si yo comprara algo,
no hallara bueno ninguno.
En fin, la imperial Toledo
se ha vuelto, por mudar rumbo,
república de botargas,
en donde todos son justos.
Vi la puerta del Cambrón;
que, a lo que yo me barrunto,
a faltar la primer ene,
fuera una puerta de muchos.
Al fin salí de Toledo
para la Mancha, confuso,
cuando la alba lloraduelos
gime los ejidos mustios.
En esta tierra, el verano
va hecho un pícaro sucio,
sin árboles y sin flores,
que aún no se harta de juncos.
Allí primavera ahorra
lo que en Madrid gasta a bulto;
anda abril lleno de andrajos
y el proprio mayo desnudo.
Partí desde aquí derecho,
antes sospecho que zurdo,
a Segura de la Sierra,
que es un corcovo del mundo.
Los vecinos de este pueblo
viven todo el año junto;
y un mes batido con otro,
gozan a diciembre en junio.
Las viñas, para no helarse,
tienen, los meses adustos,
a las cepas con cacheras,
con tocadores los grumos.
Es gusto ver un castaño,
de miedo de los diluvios,
con su fieltro y su gabán
por agosto, muy ceñudo;
un peral con sabañones,
cuando en Aranjuez, maduros,
recelando que los rapen,
ya han puesto en cobro su fruto.
De aquí volví a mis estados.
éste sí que es lindo punto,
pues me mido como pozo,
y aun de ésos no tendré muchos.
Aquí cobro enfermedades,
que no rentas ni tributos,
y mando todos mis miembros,
y aun de éstos no mando algunos.
De Madrid salí, y de juicio;
y, sin dinero y sin gusto,
vuelvo triste y enlutado,
como misa de difuntos.