DESCANSO IV


NO SATISFECHA, pues, mi curiosidad dentro de los límites del ferrocarril Petite-Ceinture, pronto me derramé por los suburbios y alrededores. Me brindó la oportunidad el príncipe Bariatinsky, convidándome a la fundación de La Bonne Étape. Esta asociación de turistas y gourmets —de que hay muchas en Francia y cuyos antecedentes remontan hasta los años de 1500— se preocupaba de cuidar la buena mesa en las posadas de los caminos, relevos de la posta antaño y depósitos de gasolina hoy en día.

Así trabamos amistad con el Moulin de la Planche y con Saint-Germain-en-Laye, cuna ilustre de Luis XIV, donde es el rabioso coq-au-vin, donde es el coq-en-pâte.

La asociación contaba con sabios en el arte de vivir y hasta en otros órdenes de sabiduría más modestos: los académicos Marcel Prevost, Robert de Flers, Maurice Donnay; Maese Henri-Robert; el embajador Maurice Paléologue, de real ascendencia bizantina; diplomáticos americanos de espadín y de pluma: Zaldumbide, Arciniegas, Cornejo; actores como Victor Boucher; maestros de cocina como Escoffier; militares retirados y ecuestres; nobles, propietarios, industriales, pequeños burgueses, profesionales y gente de trabajo, que dejo de nombrar por no ser prolijo.

Todo lo tenía yo bien registrado y clasificado. Intentaré reconstruir, para ejemplo, una página de mi perdido códice.— La ciudad se divide, a uno y otro flanco del Sena, en rive droite y rive gauche. Después viene la división en barrios:

A la derecha, Madeleine, Opéra, Palais-Royal, Bastille, Île Saint-Louis, Montmartre, La Chapelle-Villette, Saint-Lazare, Elysée y Champs-Elysées, Étoile, Ternes-Pereire, Porte Maillot, Bon Marché.— A la izquierda, Beaux-Arts, Montparnasse, Luxembourg, Saint-Michel, Jardin des Plantes, Italie, Montsouris, École Militaire; y por último, algunos suburbios.

En cada barrio, se señalaba el restaurante según su categoría: 1, sobresaliente; 2, lujo; 3, medio; 4, tolerable; 5, simple. Categorías a las que se añaden dos complementarias: 6, platos y vinos de la provincia, y 7, cocina extranjera y exótica. Junto al nombre del restaurante, se indican las especialidades o las circunstancias de la casa.

¿Que andamos por la Madeleine? Pues nuestro catálogo nos dará las siguientes indicaciones:

  1. Larue (3, place de la Madeleine): Mesitas con pantallas color de rosa; banquetes de escritores y príncipes; lindas mujeres.— Voisin (261, rue Saint-Honoré): Apariencia discreta, junto a un templo y a un Tribunal de Cuentas; sitio de expertos; la mejor bodega; abolengo secular; altos precios.
  2. Grand Vatel (27, rue Saint-Honoré), antes llamado Aux Fleurs: Fachada de poco gusto; sala oscura para el almuerzo.— Lucas (9 place de la Madeleine), antes llamado Taverne Britannique, donde, a mediados del siglo XIX, se concurría para practicar el inglés: buena colección de burdeos, y Homard au gratin (el homard en castellano debe llamarse "lubrigante" o, si no os atrevéis a tanto, "bogavante").— Maxim's (3, rue Royale): Fama de opereta, ya bastante tranquilo; almuerzos mejores que las cenas; orquesta de noche.— Viel (8, buolevard de la Madeleine): Indemne entre las demoliciones vecinas; lindas toilettes; el director pertenece a los Purs Cents, cismáticos del Club des Cents.
  3. Boeuf sur le toit (28, rue Boissy d'Anglas): Bajo la advocación de Cocteau; fantasía y tradición; moda artística y literaria; buenos platos alsacianos; foie-gras en picatoste; Questche, Mirabelle.— Prunier (9, rue Duphot): Ambiente oceánico, pescado, mariscos, crustáceos, langostas, ostras rosadas y rubias, almejas violáceas, conchas y púas, anguilas; parrilla, foie-gras en invierno, perdiz Souvarov; blancos ???? ??i>???>?? secos del Ródano. En el bar: bouillabaisse, ostras, cangrejos a la india y, para el que se atreva, huevos de gaviota; Pouilly y Anjou de lo mejor. Sucursal: 164, avenue Víctor Hugo.
  4. Coconnier (34, rue de Castellane): Negociantes por la mañana; bellezas de noche; cocina sencilla; miércoles: poulet au curry, cassoulet; jueves: pato en naranja.— Vian (22, rue Daunou): Salita abajo, y salita en el primer piso, escalera de caracol: grenouilles meunière, roast-beef vinos anteriores al 1914.
  5. Bernard (29, place de la Madeleine): Aspecto feúcho, aire de bistró y de salle bouillon; muchedumbre cocciones lentas; ris de veau, poule au riz; langosta, hígado al tocino; Vouvray, Pouilly.
  6. Cigogne (17, rue Duphot): Pequeño y bien decorado; comida, bodega y ambiente alsacianos; Riesling, Kirsch, aguardiente de frambuesa.
  7. Kitty (390, rue Saint-Honoré): Cocina rusa, pescado frito y seco, zakouskis variados, caviar, pasteles, té perfumado, charme slave.— Ermitage (21, rue Boissy d'Anglas): Cocina rusa.

Naturalmente que; en el grupo 6º (Provincia), había lugar, no sólo para Alsacia y sus salchichas y salazones, confituras aromadas de arándano y oxiacanto, quesos de Munster, ahusados frascos de licor, enroscados pretzels etcétera, sino también para la Auvernia y sus famosos Saint-Nectaire y Cantal; para la Borgoña, sus caracoles y pepinillos, sus mostazas, panes de especias, pavés de santé, nonnettes fruitées, sus incontables vinos, aguardientes y quesos del valle de Époisses; para la Lorena, sus patas de puerco, su quiche y sus macarrones de Nancy; para la Normandia, su Calvados, sus cremas y mantequillas, su Isigny, Camembert, Port-Salut, Marolles, Pont-l'Évêque y demás primores del Sena, del Auge, del Eure; para la Saboya y sus vinos locales; para el Delfinado, sus cangrejos y sus gratins; para Turena y Anjou, sus vinos dorados de Tours, Vouvray y Saumur, especialidad de las calles que rodean las plazas de la Victoire y de la Bourse, sin olvidar el Cher, el Sancerre, el Pouilly del Pavillon du Lac (parque Montsouris), las rillettes de Anselme (calle Montmorency); para el Mediodía, cuyo ailloli y otros platos propios parecen gustarse mejor en su ambiente y bajo los cielos del sur que no en París, la traída y llevada bouillabaisse, los "paquetes de Marsella", bacalao a la provenzal en leche y clara de huevo, vinos espesos del Minervois, ligeros de las colinas de Hérault y perfumados de Provenza; para Tolosa y el sudoeste con sus gallinas rebotadas en grasa, sus ocas en fruta, rociadas de Armagnac y del vigoroso Jurançon; para los vinos embalsamados del Ródano, rosados del Vivarais, Tavel, Hermitage, Châteauneuf, penetrados de mistral y de sol, hijos de secanos y pedregales, que un día hicieron volver la cabeza a la mula del Papa; el orgullo de Teyssedre-Establet, la casa frecuentada por los mozos de Bellas Artes; los berlingots Eyssérie, de Carpentras, ámbar transparente de limón y de menta, y otras cosas innumerables.

En el grupo 7º, finalmente, los artículos mexicanos de Hédiard (place de la Madeleine), los moles de Silvain (boulevard Montmartre); Italia, sus pastas, escalopas, zabaglione y mortadela, el Gorgonzola, el Chianti de rubí, el Asti de oro mediterráneo (Poccardi, Ferrari); Suiza y sus fondues au fromage, baignets à la rose, confitura al "mirtilo", vinos del Valais y de la Côte; Holanda y su sopa de guisantes, sus coliflores a la crema, su ensalada de húsares, sus couranten (son los periódicos), en la calle de Pigalle, Au Neuvième Art; España y su arroz al pimiento, en la rue du Helder, y en la Mallorquina, rue d'Argenteuil; Rumania (avenue Matignon); Suecia, su hâchis, sus pescados en azúcar (Strix, rue Ordener: bar, taburete para el melancólico tañedor de banjo, mujeres de ojos color perla); Grecia y el cabrito de Homero, vinos algo sobresaltados, que antaño se adelgazaban en las fuentes (rue des Ecoles); China y su mundo apartado (rue des Carmes, de l'École de Médecine y le Goff); por último, la cocina israelita, tortas, kugelhofs, koesekuch (Phinas, Theumann, Klein).

Las casas de provisiones tenían su capítulo propio: desde el linajudo Corcellet donde Napoleón llevaba a Josefina, hasta el aburguesado Potin; pescados y ostras de Drouant, Delorme, Velly; caza y volatería de Mousillon, Rey, Rousseau; nieves, primores y frutas de Potel et Chabot, Fontanié; trufas y conservas de Lagabrielle y de Miermont; platos fríos de Godineau y de Guerbois; salchichonería de Daudens, Jamais, Labbé, Olida; quesos de Androuet, Herson, Sargent y Mme Jacquinot (avenue de Choisy, si mal no recuerdo); café de Prevost, Riviére y Brior; licores de Bodega y de la Mère Moreau; pasteles de Boissier, Rumpelmayer, Au Bebé Rose, Fouquet, Au Petit Napolitain, Marquise de Sévigné; Jacquin el del chocolate de oro, ¡y los croissants del Sol y la Luna!

También merecían capítulo propio los alrededores hasta diez kílómetros a la redonda. Al oeste, Les Marronniers, la Posada del Fruto Prohibido, Le Merle Franc, La Malmaison, La Chaumière, La Pêche Miraculeuse, Le Vieil Étang, la Hostería del Gallo de Oro. Al sur, Bonligne chez Fifine, Le Grand Arbre. Al este, La Demi-Lune, La Pomme d'Api, Hostellerie de l'Écu de France, La Pavillon Bleu. Al norte, Porte de París, Les Bains, Le Lac, Casino. Y ya había comenzado a trazarse el mapa de 10 a 20 kilómetros, con el intento de llegar por lo menos a los 175, hasta las regiones de Yvetot, Pont-Audemer, Duclair, La Bouille, Bellencombre, Mortagne.

Así se iban juntando mis notas en un cuadro general de "la dulce Francia" que, si llego a completarlo, hubiera podido acompañar, siquiera modestamente y en sordina, al propio Tableau de Michelet. El asunto no es desdeñable. Hoy se habla mucho de la historia de la cultura y se la pone muy por encima de los antiguos relatos de batallas y genealogías monárquicas. Y no veo por qué la historia de la cultura, si se ocupa del mueble, o del vestido, no haya de tomar en serio la cocina.

Los azares de los viajes han sido causa de que yo pierda este documento único. Pronto hubiera alcanzado, al paso que llevan las cosas, el valor de una inscripción sobre una cultura olvidada... ¡Honor a la Memoria, que me ha permitido siquiera reconstruir una página de este monumento desaparecido, y que permitió a los mandarines chinos resucitar toda su literatura, mandada quemar por un insensato! ¡Honor a la buena Memoria, madre de las Musas, consuelo único, en tanto que los hombres inventan otro modo de ser felices!

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