VIII

LOS MILES

MEJOR que mil palabras huecas
una sola palabra que brinde paz.

Mejor que mil malos versos
un solo verso que traiga paz.

Mejor que miles de frases insulsas
una sola frase de la ley que dé la paz.

Es mejor conquistarse a sí mismo
que vencer a mil en mil batallas.

Al vencerse a uno mismo, uno gana:
nadie puede quitarnos la victoria.

Ni los ángeles ni los demonios,
ni el cielo ni el infierno,
pueden volverla una derrota.

Mejor que cien años de ofrendas
es un momento de reverencia al hombre
que se ha conquistado a sí mismo.

Mejor que miles de sacrificios
y miles de oblaciones para ganar méritos.

Mejor que guardar la llama sagrada
en el corazón del bosque por cien años.

Porque reverenciar a un hombre así
a un viejo maestro, verdadero, impecable,
trae consigo cuatro cosas: más vida,
más belleza, más felicidad y más poder.

Mejor que cien años de juerga
es un día dedicado a la meditación.

Mejor que cien años de ignorancia
es un día de sabia reflexión.

Mejor que cien años de pereza
es un día de trabajo verdadero.

Vale más la visión del principio y el final
que cien años sin comprender lo que sucede.

Vale más ver un día de nuestra inmortalidad
que vivir cien años entre las tinieblas.

Vale mas ese día que vimos el camino
que vivir toda una vida sin ver.

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