Pocos escritores han querido y gozado tanto la ciudad de México como Manuel Gutiérrez Nájera. Allí nació en 1859 y se puede afirmar que la antigua Ciudad de los Palacios fue su escuela, universidad, tribuna y materia central de sus escritos, pues no fue estudiante de ninguna escuela, pública o privada. Gutiérrez Nájera se formó a través de la vasta biblioteca de su padre y en el oficio del periodismo. A la edad de dieciséis años empezó a colaborar en el periódico El porvenir, con el seudónimo de Rafael. Se inició así una extensa lista de colaboraciones en más de cuarenta publicaciones y periódicos importantes y una nómina de alrededor de veinte seudónimos, siendo los más frecuentes el duque Job, Junius, el cura de Jalatlalco, Ignotus y Puck, con los que gustaba firmar sus trabajos.
Influido por las novedades literarias francesas del fin de siécle, Gutiérrez Nájera se convirtió en un cronista mexicano al estilo parisiense. Sus crónicas, reportajes, inventos y relatos humorísticos describen detalladamente la realidad de su época, al mismo tiempo que no limitan ni la fantasía ni la diversidad de las imágenes. Como poeta destacan sus Odas breves, donde revela su capacidad de descripción, su dominio de las palabras y la influencia de Théophile Gautier. Se ha dicho que su poesía influyó, a su vez, en las obras de Amado Nervo y Enrique González Martínez. FONDO 2000 presenta aquí una selección de los relatos aparecidos originalmente bajo el título de La novela del tranvía y otros cuentos. Se trata de una galería de retratos literarios que, a través de gracia, talento y habilidad literaria, llevan al lector como a bordo de un vagón hacia un México que se recorría andando, que se extendía en paseos y sobremesas y vivía la engañosa calma de la pax porfiriana y el afrancesamiento en arquitecturas, vestuarios, palabras y costumbres. Gutiérrez Nájera vivió las tertulias y fue protagonista destacado de aquel ambiente, rociado de champagne, donde se "flaneaba" en las aceras, que iban de "La Sorpresa" a la esquina del Jockey Club, como si se tratara de un bulevar parisien. |