Los romances en España, según Ramón Menéndez Pidal "datan por lo común del siglo XV: a todo más, alguno se remonta al XIV". El campo de inspiración de estos romances son "los temas conservados en la épica española desde el siglo VII, con el rey Rodrigo, hasta el XI, con el Cid, y aun hasta el siglo XII, con el rey Alfonso y el rey Luis de Francia". Esto significa que los romances son derivaciones de antiguos poemas épicos, y algunos romances viejos vienen a ser fragmentos del poema original.

Tal es el caso de los pasajes de Los Siete Infantes de Lara y Romancero del Cid que presenta FONDO 2000. Las andanzas, históricas y legendarias, de estos héroes trascendieron la realidad de su época y quedaron para la posteridad como tema para poetas, clérigos y juglares.

De tiempo inmemorial, las hazañas de los héroes han sido materia del canto popular y fundamento de la memoria colectiva. En la Edad Media el héroe era el hombre cuya desmesura física y valor ilimitado traspasaban las fronteras cotidianas y conocidas. Las acciones de estos héroes quedaban en la memoria a través de los cantares repetidos por poetas o juglares. Estos cantares de gesta eran, por lo general, relatos que se situaban en épocas remotas y que tenían por finalidad dejar constancia de hazañas heroicas. Con el tiempo, el valor y la fama de los héroes se acrecentaron.

En España, las luchas entre los diferentes reinos y las guerras en contra de los moros facilitaron el rápido traspaso de las escenas históricas al territorio de las leyendas. Tal es el caso del héroe Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador y de los Siete Infantes de Lara, cuyas hazañas se relatan en estas paginas.

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